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Por Jorge Cicuttin

Pese a que esperaba perforar el piso de los 4 puntos, el Gobierno festejó el dato de la inflación de julio -un 4%, dijo el Indec-, porque reforzó la tendencia a la baja. Ahora bien, ¿es para festejar?

Para muchos economistas el 4% es una cifra elevada si se la ubica en el actual escenario de en el escenario de hiperrecesión, dólar oficial atrasado, destrucción del consumo y un “histórico” -palabra de Javier Milei– ajuste fiscal.

Que con ese panorama la inflación se mantenga en 4 puntos es una muestra de la fragilidad de la política antiinflacionaria.

¿Dónde más recortar, ajustar, pasar la motosierra para que el índice de precios mensual llegue al anunciado 1 o 2 por ciento?

Y si la inflación parece tener un piso, lo que no encuentra el final de la caída es el consumo, más allá que tanto el presidente Javier Milei como el ministro Luis “Toto” Caputo aseguren que comenzó el camino de la recuperación de la economía.

Los datos fríos muestran que aún no pasó lo peor. El rebote, que pasó de la letra “V” a “U” y que algunos ven una “L”, se está dando en sectores muy acotados.

Esto se nota en la caída de las ventas, con un derrumbe histórico del consumo masivo. En el mes de julio se registró la baja del gasto más importante del año, y afectó a todos los puntos de venta, tanto a los hipermercados como a los comercios barriales, además de sentirse con más fuerza en el interior del país.

Los comerciantes reconocen con dolor que no hay estrategias que ayuden a frenar la caída, ni los descuentos con tarjeta, las billeteras virtuales ni las promociones de los supermercados. Hay días especiales para jubilados, continúan los criticados por Caputo dos por uno, pero nada alcanza, el desplome de las ventas supera los niveles del 2001.

El poder adquisitivo de los sectores medio, medio bajo y bajo están en un nivel crítico.

La consultora Scentia -que mide las compras en todo el país-, resaltó que en julio el consumo en hipermercados, comercios barriales y pymes se desplomó 16,1 por ciento interanual, 4 puntos más de caída que en junio.

Otros datos que alarman:

-En el Conurbano, la Federación de Almaceneros empezó a registrar tickets de 6000 o 7000 pesos pagados con tarjeta de crédito.

-En cuanto a la industria, las cifras oficiales de junio arrojaron que las fábricas volvieron a caer –como en todo el año, excepto un leve 0,2% en febrero y 0% en abril–, esta vez, 1,6%

-La medición interanual se mantiene una caída pronunciada, de 20,1% en la industria y de 35,2% en la construcción; mientras que en el acumulado del año la baja es de 16,1% y 32,7%, respectivamente.

En una columna publicada la semana pasada, se daba cuenta del deterioro continuo que sufren los sectores medios de la sociedad, a tal punto que pertenecer a la clase media para muchos ya ha pasado a ser una autopercepción cultural más que una ubicación en la pirámide de ingresos.

Hoy el Gobierno sigue focalizado en bajar la inflación. Si es a costa de un empobrecimiento general y de una recesión histórica, no importa. Por eso tampoco quiere tocar el tipo de cambio más allá de las presiones que sufre de muchos sectores, desde el agropecuario al Fondo Monetario Internacional. Sabe que si hay una devaluación del peso la inflación va a pegar un rebrote y ya se pierde una parte importante del discurso libertario. Significaría una derrota del relato y un golpe a las esperanzas en el futuro que aún mantiene un sector importante de los votantes de Javier Milei.

Los dólares siguen faltando y no hay perspectivas de levantamiento del cepo, lo que sin duda frena posibles inversiones.

Son todos elementos que no hacen más que alejar el piso. Estamos pasando por un segundo semestre en el que ese piso para apuntar al rebote no se ve. Y entonces la incertidumbre le va ganando a la esperanza.

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