En busca de una ciudad más tranquila, hace 11 años, Alejandra Martín dejó su Buenos Aires natal para mudarse a El Calafate.
En Santa Cruz encontró calma y tiempo que contribuyeron a que pudiera adentrarse más en la minuciosa técnica del mosaico.
“Vivir en la Patagonia me generó el espacio-tiempo para que pueda desarrollarme como artista, si hubiese seguido viviendo en Buenos Aires no sé qué posibilidades hubiera tenido de tener ese espacio, cuando uno trabaja todo el tiempo es más difícil crear como artista”, explica la profesora de Artes Visuales con orientación en Pintura y especialidad en Escultura y Grabado, al suplemento Arte y Cultura de La Opinión Austral.
“Cuando trabajás como profe tenés dos escuelas, trabajás toda la jornada, tenés que desplazarte. Acá salís del trabajo y en 10 minutos estás en tu casa, en cambio en Buenos Aires tal vez tenés más de una hora de viaje, las ocupaciones que hacen que el tiempo de producción propia sea más corto”, ejemplifica.
El primer contacto con la técnica del mosaico fue dando clases en la Escuela de Estética en Buenos Aires. En El Calafate no tuvo, inicialmente, la posibilidad de trabajar el mosaico como un técnica mural porque no existía un grupo que lo hiciera, entonces, cuenta, “empecé a profundizar en la parte más artística del mosaico y a explorarla y trabajarla desde ese lugar”.
Vivir en El Calafate me genera el espacio y entorno adecuados
En 2018 participó de un concurso en la Exposición y Festival Internacional del Mosaico en Argentina Musiv.AR18, logrando el segundo premio, que era una capacitación de 10 días en un laboratorio de arte en Italia. “Pude desarrollar esta parte más artística y descubrir muchas cosas de la técnica a las que no había tenido acceso. A partir de ahí, no paré de proyectar mi trabajo como artista“, destaca.
Ya en 2021 fue invitada a un Simposio de Mosaicos en Turquía, donde durante 20 días trabajó en una obra que se expone en el país de Medio Oriente.
Habitar la Patagonia
“Si veo qué desventaja tengo en mi trabajo es la distancia (para trasladar obras a Buenos Aires), pero no la cambiaría porque vivir acá me genera el espacio y entorno adecuados. Mi obra gira en torno a la Patagonia, tiene que ver con los colores, con las texturas, vivir acá es parte de mi obra. Trabajo con el territorio mismo, con las texturas, con los paisajes, con las sensaciones que genera cada uno de estos lugares de la estepa, del bosque, del glaciar, del lago, todo eso, desde los sentimientos hasta lo visual, lo represento en mis obras”, expone.
Entre los trabajos más significativos elige dos, el presentado en el Simposio de Mosaico que se realizó en la Patagonia y otro que integra una serie en desarrollo. “La obra que hice para el simposio resignifica todos los colores que son del lago, las montañas, la estepa, los atardeceres patagónicos, sobre todo de El Calafate que es mi lugar, es la obra que más siento”, expresa.
“Tengo otra obra, de una serie que estoy haciendo, que tiene que ver con el derretimiento de los glaciares, es bastante significativa porque empiezo a incorporar otros materiales aparte de los que uso y también porque toca un tema que es bastante espinoso”, señala y comenta que en sus últimos trabajos está incorporando nuevos materiales.
“Trabajo con materiales duros, cerámicos de piso, vidrios, azulejos, algunas piedras de la zona, son texturas duras que tengo que cortar con determinadas herramientas para trabajar; en los últimos trabajos estoy incorporando materiales más flexibles y más livianos, como las telas”, precisa.
En 2019 se inició un mural colectivo de 35 metros que representa los cuatro elementos
Lejos de considerarla una técnica tediosa, afirma “disfruto mucho del proceso de obra, lo necesito. Además pude encontrar el equilibrio entre la escultura y el mosaico“.
Megamural
A fines de 2019, en la Intendencia del Parque Nacional Los Glaciares y junto a las alumnas de su taller, inició un mural de 35 metros que tiene como ejes los cuatro elementos y la diversidad de la naturaleza. La pandemia interrumpió el trabajo, que poco más de un año después pudo ser retomado.
Lo que se inició como una actividad del taller, comenzó a sumar colaboraciones de artistas de otras ciudades y países que enviaron fragmentos para incorporar y también logró obtener una beca del Fondo Nacional de las Artes para la finalización de la primera etapa, prevista para abril-mayo. Por delante quedará al menos un año más de trabajo.
En sus obras, la artista plantea dos miradas: “La belleza de lo natural y el cuidado”.
“La belleza del lugar que habitamos no sólo como algo para observar, sino para vivenciarlo. La otra mirada es el cuidado, poner el ojo en qué es lo que estamos haciendo y si lo que estamos haciendo está bien. Muchas veces el avance del ser humano hace lo que natural se destruya, tiene que haber un equilibrio para que podamos convivir en armonía“.
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