Nilda Rosemberg nació y vivió su primer año en Río Gallegos. La intervención de la provincia marcó un antes y un después en la vida de los Rosemberg-Favre. A Juan Rodolfo, que trabajaba en la Cámara de Diputados y era director del diario El Santacruceño, el escenario político lo forzó a salir de la provincia y con el tiempo, Celia y Nilda, establecidas en Pigüé, perdieron su rastro.

Al lado de la máquina de coser de mamá Celia, ordenando los carretes de hilos o separando los botones por tamaño y por color, tuvo sus primeras aproximaciones al color.

El sonido de la tela cuando se rompe, hacer el nudito con la mano y el ruido de la máquina de coser, son parte de su infancia.

Cuando finalizó los estudios secundarios, Nilda se trasladó a Bahía Blanca, quiso estudiar periodismo, pero no había, también pensó en locución, pero era muy costoso. Le recomendaron que eligiera una carrera vinculada a lo creativo, entonces siguió el Profesorado Superior en Artes Visuales con orientación en Escultura.

Obra de la muestra “Barro tal vez”, en exposición en el MAEM. Foto: Leandro Franco/La Opinión Austral

En un espacio de clínica, la pregunta fue: “¿Cuál es tu lenguaje?” y en la respuesta no hubo dudas. “El textil es mi lenguaje, es mi idioma materno. Empecé a trabajar con materiales textiles y no paré nunca más”, dice al suplemento Arte y Cultura de La Opinión Austral.

“Siempre estuvo en mí el proceso de trabajo más que el resultado y el vínculo de las materialidades con el cuerpo, que es el vínculo que tiene una costurera con su costura, uno cose, borda, teje, todo encima de su cuerpo. El espacio, la intimidad, sucede en torno al cuerpo, sobre todo adentro”, grafica.

En sus primeros años, sin saber qué eran o cómo se llamaban, comenzó con las performances.

“Cáscaras”, performance realizada en Casa Boni, en 2021, en CABA.

El textil y el cuerpo son sus elementos de trabajo, “siempre atravesados por la memoria, la ausencia y los vínculosla afectividad“.

Afirma que “todos los trabajos tienen un desafío, eso hace que siga con ellos. Siempre hay algo que cuesta, la pregunta, el concepto, cómo trabajar esos temas sin caer en el lugar que ya están usados, cómo aprender de otros y repensar la propia práctica. Lo interesante es que haya algún problema y plantearse un desafío, a veces desde lo técnico y cada vez más, para mí, desde lo poético y desde lo simbólico”.

Incertidumbre

A inicios de este septiembre, Nilda realizó una performance en la inauguración de la muestra “Barro tal vez”, que, enmarcada en la Bienalsur, se inauguró en el Museo de Arte Eduardo Minnicelli (MAEM) de Río Gallegos.

Javier Canales, Fernando Farina y Nilda Rosemberg en el MAEM. Foto: Leandro Franco/La Opinión Austral

“La diferencia que hay entre hacer una acción en vivo y mostrar el resultado de otra pieza, hecha en conjunto o de forma individual, es que la energía que se maneja hace que el que está del otro lado sea el protagonista fundamental“.

“El terreno de la performance tiene la imposibilidad de saber qué va a pasar, es el umbral. Uno avanza en el terreno de la performance y cada vez tiene más incertidumbres”, afirma.

Ante cada acción, la expectativa crece. “Se genera un clima de mucha emoción y cuando algo funciona, no hay preguntas, me vienen a contar qué les pasó y lo que les pasó siempre es un abanico, eso es lo que lo hace más rico”, comenta y aclara que “no me interesa que les suceda algo en particular, sino que la circunstancia los atraviese a todos, los cambie, los ponga en un lugar nuevo“.

Ese “gran cuerpo que se genera entre la energía del público y de quien está activando la acción”, ese diálogo es el que guía las acciones. “Por más que haya una especie de partitura‘, se va rescribiendo en el momento que sucede, ese es el gran desafío de la performance: qué sucede verdaderamente”.

“Documentos afectivos”.

Las acciones “habilitan a la sensación” y la conexión del público está vinculada a sus experiencias. “Para que existala obra tiene que estar abierta, incompleta y necesitar del otro“, completa.

Conexiones

¿Cómo se construye, completa o abandona una búsqueda de respuestas? ¿Qué se hace con los espacios vacíos de ayer y de hoy? Las preguntas son universales y, al mismo tiempo, sus respuestas son personalísimas.

Coser es armar, es confeccionar, es único, como los vínculos. Para Nilda, la afectividad es su modo de conectarse con el mundo, no hay otro. “Es la forma que tengo de generar todas las situaciones“.

“Subvertir mandatos”.

Lo que aconteció con lo que acontece están cosidos. “La performance es un acontecimiento, es algo que sucede y uno está dentro de ese suceso junto con otros seres objetos, seres paisajes, seres personas”, explica. La costura y el bordado conllevan imágenes de un mundo cotidiano desde el que Nilda parte para poder realizar un enunciado político. Sin embargo, no se trata de imponer. “No me gusta forzar la obra, la obra tiene que suceder y tiene que respetar el territorio y el contexto“, señala.

Nilda reúne la performance y el textil con el concepto de “performatividad textil”. “La performance y el textil para mí son lo mismo y el modo de construir vínculos y la afectividad y la memoria, también”.

Nilda Rosemberg en la performance de la muestra “Barro tal vez”. Foto: Leandro Franco/La Opinión Austral

“A veces hago obra individual, pero muchas veces en forma colectiva o con comunidades y para mí esas son las piezas más interesantes, cuando uno se propone algo, pero siempre quien trae otro elemento hace que eso crezca y que vaya para un lado que uno no imaginó, es fantástico porque para mí la práctica artística tiene que ver con un devenir y no con un resultado. Es muy importante el proceso de trabajo y entender que el proceso es una práctica artística y no necesariamente está vinculada al objeto final“, manifiesta.

La identidad, el tema que trabajó en sus inicios, se daría cuenta después que era lo que en realidad estaba construyendo. El proceso que realiza con y desde su cuerpo, trabajando la memoria, la ausencia y la afectividad, es de entrega total.

Uno avanza en la performance y cada vez tiene más incertidumbres

NILDA ROSEMBERG

“En un momento de mi vida me entregué a ser artista y hago lo que puedo con eso. Es una elección de vida, es el único camino hacia la felicidad, para mí el camino es construir desde ahí”.

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