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Quizás con mucho de nostalgia Seppy Morales y la novel presidenta Claudia Dambrosio, dejaban en claro en el mes de junio de este año, que el club no jugaría la temporada de la Liga Argentina (ex TNA), y que pondrían en venta la plaza, pero también Claudia dejaba entrever la posibilidad esa misma tarde, de que el club intentaría jugar el Pre Federal, lo que era volver sobre sus pasos a tratar de llegar otra vez a lo mas alto del básquetbol nacional, y lo dejamos en suspenso porque no había nada confirmado.
Pasaron tan solo poco mas de tres meses para que el celeste reafirmara su intento de volver y ahora lo confirma con la misma intensidad del 2011, cuando empezó aquella otra gloriosa etapa que llevó los colores del club a lo mas alto del básquetbol argentino, a lo mas sobresaliente del básquetbol sudamericano, a la élite del deporte nacional.
Si todavía nos recordamos aquellos partidos con los fueguinos y el paso siguiente en la Liga B, el recorrido del plantel celeste en sus primeros escarceos en el básquetbol de liga, con los de Trelew y mas arriba, con los neuquinos y los bahiences y todas esas historias que hoy en algún rincón del “Tito Wilson” están guardadas pero no escondidas.
Años que nos tocó seguir con pasión localista la trayectoria celeste y hasta relatamos un partido en Olavarría sentado en una tribuna detrás del equipo con todos los rivales al lado y enfrente, solamente con un celular pero con la satisfacción de poder hacerlo, años que nos tocó vivir paso a paso el recorrido de un torneo que abarcaba prácticamente todo el país, porque una vez Hispano tuvo que jugar también con Salta Básquet y eso queda un poquito lejos, pero se pudo, con esfuerzo y con un grupo de trabajo que dejó un recuerdo fenomenal de trabajo y dedicación, amén de amor por la camiseta.
Aquellos tiempos que nos llevaron a ese 2016 y a aquella noche de llanto y alegría en el mismísimo escenario de siempre, donde la alegría nos reventó el pecho en el que llamamos “la caldera celeste de la calle Alberdi”, el mítico “Tito Wilson” del Hispano Americano, donde grandes y chicos, hombres y mujeres se abrazaron dejando salir la presión de la mejor manera, con los ojos llenos de lágrimas.
Y ahora otra vez los celestes con esta historia de pretender que volvamos a vivir esos tiempos de cabeza bien alta, como cuando cayó derrotado el monstruito cordobés de Barrio Parque porque el celeste fue y le mojó la oreja, y encima lo dejó rumiando en casa mientras destapaba con rudeza el corcho de gloria y ascendía a la liga nacional.
Y después como si fuera poco, durante seis años dándole duro a la bola para que rebote en el tablero y los galleguenses encandilados con los resultados divinos, agrandando el pecho como si fuéramos pavos reales pero llenos de satisfacción que duró lo que tenía que durar, hasta aquella noche meditabunda del 2022, cuando la desdicha nos tumbó y volvió el celeste a jugar la Liga argentina, dejando en claro que no estaba vencido.
Y ahora pretenden que volvamos otra vez a soñar, otra vez a creer entusiasmados con un nuevo camino, con la misma ruta y con el mismo destino, y entonces creemos que es posible porque ya lo demostraron, porque con la fe puesta en los pibes del club y la magia de la tribuna, volveremos si Dios quiere a noches de gloria y también de llanto, porque la pasión deportiva es una enfermedad endémica que no se saca de un manotazo, y solo se muerde, se cobija, se guarda y florece cuando tiene que florecer, cuando la garganta obliga a gritar, cuando todo se estremece.
Y bueno…habrá que volver con la misma fe, con la misma satisfacción después de (en todo caso) unos meses de descanso, porque el placer que nos brindaron tiene retorno, y entonces estaremos otra vez en la caldera celeste, vibrando con la misma pasión que nos enseñaron, esa que aprendimos a vivir durante mas de 15 años sin ser del Hispano, sin tener los colores pero amando a la gente de la ciudad, a la gente de la tribuna, a los pibes revoltosos pero felices.
Allí estaremos esperando que el Facu Zalazar y su equipo de estrellas tenga la iluminación necesaria desde la cruz del sur que nos apunta desde las frías noches sin nubes del invierno y las cálidas tardecitas del verano cuando el sol no se quiere ir y nos abraza con cariño, allí estaremos otra vez regalando horas y tiempo solo por el placer de estar cerca y de volver a vivir lo que nos regaló el celeste durante tantos años y tantas noches, por el placer de ser parte de las cosas grandes.
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