El Celeste evidenció en el Rocha ausencias y tropiezos de una temporada que se escapó de la planificación. Cambio de entrenador, la falta de un cinco, los inconvenientes con los extranjeros y más tratando de explicar el fin del sueño de regreso a la élite.
La temporada 2022–23 tuvo a Sebastián Torre como el encargado de armar al equipo de Santa Cruz en su regreso al ascenso del básquetbol argentino. Con ausencia de un pívot “fuerte” para la categoría, el DT se conformó con las contrataciones y prescindió de esa pieza clave. Además, los extranjeros no hicieron más que traer dolores de cabeza para la institución que preside Jorge Castro.
Damani Applewhite, Granthan “G” Gillard estuvieron lejos de las expectativas y se desvincularon en el transcurrir de la Liga Argentina. Para colmo, el querido Kelsey Barlow volvió y solo jugó un partido (triunfo ante Villa Mitre). ¿Por qué? Después de pasar las fiestas en suelo riogalleguense, el escolta plantó al “Cele” por una oferta de Europa.
Así y todo, el cordobés cerró la primera rueda -previa al receso estival- con un 0,60% de efectividad y con los riogalleguenses en la 5° colocación. En 15 juegos, Torre consiguió nueve triunfos y seis derrotas.
En el comienzo del año, el conjunto patagónico metió un póker de triunfos y viajó a su primera gira de visitante llenó de confianza. Aunque allí intervino la gran debilidad de Hispano en Liga Argentina, ser visita. Esa salida a la ruta que empezó ante Deportivo Viedma, solo arrojó una victoria del “team” santacruceño.
Esa mala seguidilla provocó el “corte” al orientador oriundo de Córdoba. En su reemplazo llegó Eduardo Japez y una basta experiencia tanto a nivel nacional como sudamericano. “Chiche“, con decenas de años ligado también a los seleccionados formativos de Argentina, llegó en marzo con el compromiso de seguir peleando por el sueño de los hispanistas.
A tres semanas de su arribo, un indisciplinado Thomas Dunans fue cortado y sólo Arnold Louis quedó como pieza extranjera en los santacruceños. En apenas dos meses de trabajo, Japez le puso su impronta a un plantel heredado que sumó a Carlos Buemo unos días más tarde. Así cerró 5° la etapa regular registrando dos partidos ganados y uno perdido.
Luego llegó la reclasificación ante Atlético Pilar y los cuartos de final ante Deportivo Viedma. Ambas series (2-1 y 3-1 respectivamente) la definió en el B° Jorge Newbery con el apoyo de su gente.
Hasta que llegó Racing de Chivilcoy: la institución bonaerense terminó 1° en la Conferencia Sur durante la primera fase y se quedó con la mejor posición en playoffs luego de la eliminación de Barrio Parque. La Academia logró -ajustadas- victorias en su escenario y visitó Río Gallegos con la “semi” en “match point”.
El primer partido (3° de la serie) estuvo lejos del potencial demostrado en la temporada por el equipo de Diego D’Ambrosio. Justamente, el jefe de equipo llegó en 2020 a Racing y camina junto a este proyecto hace más de tres años.
Con esa experiencia y un gen más de “equipo”, al Celeste no le alcanzó con las individualidades (a pesar de los esfuerzos de “Chiche”) y se despidió de su sueño hasta la próxima temporada tras caer ante “el mejor” de la categoría. Aunque no siempre coincide con la imprevisibilidad de los resultados: largo plazo vence corto plazo.
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