Este domingo, cumple 99 años Ricardo “El Negro” González, capitán de la selección argentina de básquet campeona del mundo en 1950. Para celebrar su cumpleaños, la leyenda regresó al mítico Luna Park para revivir emociones y recuerdos de aquella gesta histórica.

El periodista Julián Monzó de Página/12 habló con “El Negro” en su vuelta a Buenos Aires y rememoraron aquel triunfo histórico de la albiceleste.

Un emotivo regreso

El auto que lo transportaba se estacionó en la puerta del estadio y, al bajar, González no pudo evitar una sonrisa nostálgica. A pesar de las casi dos horas de viaje desde su casa en Pilar, la emoción de volver al lugar donde vivió uno de los momentos más importantes de su vida era palpable.

Con su bastón en mano y la mirada atenta, recorrió la vereda del Luna Park, admirando cada detalle del emblemático estadio. Al ingresar, lo esperaba una sorpresa: dos pelotas Europaris, una actual y otra idéntica a la utilizada en el Mundial de 1950.

Memorias de un campeón

“Qué hermosas son las dos”, dijo González mientras observaba las pelotas. “Sabían que la final la jugamos con dos pelotas diferentes? El primer tiempo con la nuestra, de gajos, y el segundo con la de ellos, la americana, que era mucho mejor. No estaba previsto, pero ellos lo pidieron y lo aceptamos. Y bueno, les ganamos en ambos tiempos”, relató con una sonrisa pícara.

González, figura clave de aquel equipo, recordó con detalle la final contra Estados Unidos: “Cuando terminó el partido, la gente entró a la cancha y festejamos un largo rato. Fue una locura. Creo que si se hubiese jugado en cancha de Boca o River, también se llenaba. En la previa no había entradas. Nuestros amigos y familiares nos tuvieron que esperar en el camino para poder entrar con nosotros”.

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El gran capitán, con su pelota retro, frente al Luna.. Imagen: Gentileza Federico Peretti

Las calles de Buenos Aires se convirtieron en un mar de gente que celebraba la victoria argentina. “Era un mar de gente por las calles y a uno se le ocurrió agarrar un diario y prenderlo fuego, como armando una antorcha. Muchos se sumaron, en esa caminata por Corrientes hasta el Obelisco. Fue una cosa de locos”, rememoró González sobre la histórica “Noche de las Antorchas”.

Un equipo de leyenda

Aquella selección argentina, conocida como la “Primera Generación Dorada“, marcó un hito en la historia del básquet nacional. “En River tuvimos lo mejor: varias canchas a disposición, todas las comodidades… Lo que planificaron en el CT fue perfecto. Y el resto lo hicimos nosotros, con un gran apoyo popular”, recordó González, quien fue elegido capitán por sus propios compañeros.

Sin embargo, la carrera de González y de muchos de sus compañeros se vio truncada por la dictadura militar de 1955. “En una decisión arbitraria y sin fundamentos, se nos prohibió de por vida competir en cualquier actividad deportiva. Fue un verdadero genocidio deportivo que al básquet le costó superar por décadas“, lamentó González.

Un legado imborrable

A pesar de la injusticia, González continuó ligado al básquet y aún hoy, a sus casi 99 años, mantiene intacta su pasión por el deporte. “Mi vida de basquetbolista fue muy linda, la disfruté. Tuve el honor de salir campeón mundial, panamericano, sudamericano varias veces, hasta tuve la dicha de ser campeón de tiros libres“, rememora con la sencillez y frescura que lo caracteriza.

El regreso de Ricardo González al Luna Park fue un merecido homenaje a uno de los grandes jugadores de la historia del básquet argentino. Una figura que, a pesar de las adversidades, supo mantener viva la llama de la pasión por el deporte y dejar un legado imborrable para las futuras generaciones.

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