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Desde hace 16 años viene trabajando con el proyecto: llegó a la máxima categoría del básquet nacional por mérito propio. Compitió en todas las instancias anteriores: Liga B, Torneo Federal y TNA.

Matías Barrientos había escrito en La Opinión Austral en 2021, cuando se cumplieron los cinco años del ascenso: “El 8 de junio de 2016, pasando las 23 horas en una noche otoñal en Río Gallegos, Hispano Americano colocaba su placa en la historia del básquet nacional. El Celeste de la ciudad capital de Santa Cruz lograba el título más grande que obtuvo en sus 95 años. Hispano Americano, en prácticamente tres años, logró lo impensado, pero para un objetivo que se trabajó y se propuso desde un principio. El 13 de junio de 2013, el club de la calle Alberdi anunciaba la llegada de Bernardo Murphy. Un técnico que con 51 años arribaba para armar el plantel que iba a disputar el Torneo Federal de Básquet. Casi un año después, la noche del 10 de junio de 2014, Hispano volvía a dar un paso más con aquel ascenso al Torneo Nacional de Básquet (TNA), – actual Liga Argentina – segunda categoría del básquet argentino. Del 2013 al 2016. Un técnico, dos planteles, y toda una marea Celeste que acompañó al club en cada encuentro disputado en el Tito Wilson, hacían historia. Sin dudas, ningún equipo de básquet santacruceño llegó tan lejos en toda la historia.”

“Seba” Mignani, una de las figuras de la proeza de Hispano que fue tapa de La Opinión Austral.

Parece mentira que hoy, a tres meses del comienzo del torneo, todavía no tengan la certeza de participar. Al final, todo pasa por lo económico. Los sponsors, el apoyo estatal y privado. Saben que a Santa Cruz la consideran “una provincia periférica” y a todos no les agrada jugar de visitante en Río Gallegos. Y ni hablar lo que implica cada gira del “celeste” por el resto del país. Avión, hospedajes, micros, traslados varios.

Y las incorporaciones: todos los clubes están moviéndose en el libro de pases y los mejores jugadores buscan su lugar.

Hispano tiene su plantel, competitivo y comprometido para hacer una gran campaña.

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El banco del “celeste” vivió el ascenso con mucha emoción y nerviosismo.

Todos reconocen el valor social que tiene participar en la Liga: la competencia atrae a las familias durante 10 meses y alcanza un 75% promedio de su capacidad colmada. Casi un récord nacional.

Santa Cruz tuvo su protagonismo con el básquet. Y su reconocimiento a nivel nacional. Es un clásico, pero la frase está instalada: “El país entendió que el sur no termina en Bariloche.”

Jugadores y técnicos que han pasado en todos estos años, incluso extranjeros, reconocen que el club ha sido parte muy importante en sus vidas, haciéndolos sentir en familia y dándoles la oportunidad de poder acceder a otros clubes importantes.

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El escolta Bruno Oprandi, de gran torneo, se saluda con la gente.

Hispano es un club de palabra. Cumple los contratos y ratifica sus compromisos, aún en perjuicio deportivo.

A la fecha, la Liga Argentina sabe que Hispano es uno de los pocos clubes con “cero deuda” y con los salarios al día.

Sin duda, un gran semillero del básquet nacional. De Río Gallegos surgen jugadores para otras ligas.

Hoy por hoy, es el equipo profesional de básquet más austral del mundo y el único que debió modificar el sistema de juego debido a la importancia relativa de la ubicación geográfica respecto al resto de los equipos.

Hispano, como todos los santacruceños, sabe del gran esfuerzo y sacrificio que significa participar de torneos como éstos en cualquier disciplina.

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El DT Bernardo Murphy y Gonzalo Torres, de los más queridos del plantel.

Y otra vez los jugadores y técnicos, protagonistas. Muchos de los que han elegido a Hispano, hoy siguen viviendo en Río Gallegos; además trabajan en otras instituciones enalteciendo el básquet santacruceño.

El recuerdo del comienzo en la Liga B y la primera vez que perdió la chance con Instituto de Córdoba (hace unos días finalista de Liga Nacional, que perdió con Boca) y dos años después ascendió a Liga Nacional ganándole a Barrio Parque de Córdoba. El relato y recuerdo de Carlos Zapico por LU12 AM 680 Río Gallegos y La Opinión Austral todavía emociona. En la categoría más soñada estuvo cinco temporadas y descendió.

Se sabe que la Subcomisión de Básquet trabaja y mucho por la pasión.

Sin dudas, hoy Hispano enfrenta un desafío tremendo: jugar otra temporada en La Liga Argentina de Básquet. Mientras corren las horas están buscando, acercando y cerrando sponsors y apoyo económico.

Hispano no puede perder su plaza y ceder algo que consiguió con tanto esfuerzo. Hispano tiene que competir.

La noche inolvidable: el ascenso a la Liga Nacional de Básquet

*Por Carlos Zapico

El aire se cortaba casi con cuchillo, el bullicio habitual se había transformado en un clamor permanente de la barra de chicos y grandes que habitualmente llenaba las tribunas celestes y el espíritu de la gente vivía una gran noche, la que una vez finalizada sería inolvidable.

La tapa de La Opinión Austral del día del ascenso de Hispano Americano

Parecía que no iba a terminar nunca, tanto para nosotros prendidos al micrófono de LU12 AM680 como para todos los que vivimos con ansiedad, dureza y miedo los momentos previos, cuando Terry (Martin) se colocó en posición para el salto inicial y enfrente estaba Nicolás Lauría, reconocido baluarte de los de Barrio Parque, quien tenía hacía unos días, más que una astilla en el ojo, un poste en la nuca, con el pase de “túnel” que le había hecho “Seba” Mignani en suelo cordobés, algo que seguramente no se olvidará en su vida.

Empezaba una historia que marcaría para siempre al deporte santacruceño y galleguense, porque si bien algunas veces habíamos tenido la oportunidad de que equipos locales llegaran bastante lejos, era la primera vez que un representante local estaba a “tiro” de ascender, pero en un deporte profesional, y la noche fresca de junio se prestaba para “sufrir” el partido.

Hasta allí con una victoria en casa de los rivales y otra en el fresco suelo sureño, una caída en casa el 27 de mayo por 68/80, una revancha lograda el 29 de mayo por 74/66 y ese cuarto juego que ponía las cosas en un posible empate o en un posible ascenso, le daba el clima rotundo a la noche y la “caldera celeste” de la calle Alberdi vivía con la expectativa lógica un hecho que podría marcar una bisagra notable en la historia del básquetbol provincial y patagónico.

Atrás quedaban tantas otras noches y tantos rebotes, tantos esfuerzos y tantos recuerdos desde los primeros intentos en la Liga B, pasando por la Liga Patagónica, el Torneo Federal, hasta la noche en que los de Regatas se quedaron con un palmo cuando, en la casa de los primos “albiverdes”, los “celestes” los dejaban con las ganas del ascenso al TNA, mientras que su técnico Sebastián Torre zapateaba con bronca el piso del estadio boxinguista.

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Alegría y descontrol en el “Tito” Wilson.

La intención pasaba por el mismo lado, esta vez no eran entrerrianos, pero eran los vecinos cordobeses de aquellos los que pretendían frenar el impulso patagónico de tantos recuerdos, pero fueron los Mignani, los Oprandi, los Fernández, los Torres, los Gutman, los Morales, los Kalalo, los Koch, los Paredes y los Capilla los que le ponían a la ruidosa e infernal tribuna celeste el calor de cada uno de los jugadores y cada espectador se transformó en una camiseta celeste corriendo el rectángulo como si en ello se le fuera la vida.

Y cuando todo terminó, cuando las lágrimas llenaron la cara del técnico Bernardo Murphy y se trasladaron a Jorge Castro y a toda la dirigencia hispanista, cuando cada garganta explotó en un grito interminable, en una alegría fenomenal y propia, cuando Hispano ascendía a lo más alto del básquetbol de la República Argentina, atrás quedaban las duras luchas con los griegos de Atenas de Carmen de Patagones y luego con los de Deportivo Viedma para llegar a enfrentar a los de Barrio Parque en una lucha sin cuartel, rebote a rebote, pelota a pelota, y el premio se dio esa noche, hoy hace nada menos que ocho años atrás. Sin dudas, el 8 de junio de 2016 quedó grabado en la historia del deporte sureño.

Los que vivimos esa emoción, los que pudimos palpar minuto a minuto cada instante de esa noche inolvidable, la llevaremos en la memoria por siempre, porque cuando los seres humanos expresan semejante alegría en conjunto, no queda otra que recordarlo, mientras se te humedecen los ojos y uno trata de que no te miren, porque el corazón parece que se te sale del pecho.

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