Patricia es de Comodoro Rivadavia, tiene 42 años y fue trasplantada dos veces de riñón. Al año de la primera intervención, su riñón trasplantado empezó a fallar y su salud volvió a deteriorarse. Allí fue cuando su hermano mayor, Sebastián, tuvo el gesto más grande de amor que puede demostrarse: le donó uno de sus riñones.

En el año 2013, falló el primer trasplante al que se sometió Patricia, madre de un pequeño que al día de la fecha tiene 10 años, y tuvo que volver a la diálisis. “Eso implicó una vuelta atrás en algún aspecto porque con la diálisis todo se vuelve más difícil”, relató en la sección de ‘Luchadores’ del portal ADNSur.

“Es bastante difícil la situación de estar dependiendo de una máquina, pero esa máquina es la que en ese momento te permite estar vivo, tan sencillo como eso”, contó.

 

Patricia y su pequeño hijo.

En ese difícil panorama, tuvo que viajar a Buenos Aires, dejando atrás su trabajo y su familia con la esperanza de recuperar su salud. “Dudé mucho de dejar a mi hijo acá, pero en ese momento yo sé que le iba a transmitir que mi deseo era estar viva”, expresó Patricia.

“Estuve varios meses viviendo allá y no salió, así que mi hermano me propuso donarme el riñón”, continuó y recordó: “En ese momento yo estaba entre la vida y la muerte realmente, así que opte por aceptarlo”. En noviembre de 2017, finalmente se concreta la operación.

“Yo sabía que el trasplante de donante vivo, si bien no implica muchos riesgos y hay mucha bibliografía sobre esto, siempre el miedo de una cirugía es mayor, transitar eso fue muy difícil”, contó la mujer comodorense.

Sin embargo, hoy ambos hermanos están bien y pueden disfrutar de la vida acompañados el uno por el otro: “Mi agradecimiento es eterno hacia él porque en ese momento me salvó la vida”.

Frente a este acto de amor incondicional, y luego de volver a la vida una vez más, Patricia quiso dejar un mensaje: “No hay que darse por vencido, la vida es un regalo, hay que luchar por estar bien, por estar vivo”.

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