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Mario Godoy, exjefe de Compañía durante la guerra de Malvinas, regresó a Comodoro Rivadavia y recibió, junto a otros veteranos de guerra, un emotivo homenaje en el Concejo Deliberante. A más de cuatro décadas del conflicto, su visita no solo reavivó los recuerdos del combate, sino también el vínculo indisoluble entre esta ciudad y aquellos soldados que partieron al conflicto.
Corría abril de 1982 cuando un grupo de jóvenes soldados fue movilizado hacia las Islas Malvinas. Entre ellos estaba Mario Godoy, quien lideraba la Compañía de Infantería C del Regimiento de Infantería 8, con asiento en Comodoro Rivadavia. “Éramos extraños, fuimos movilizados hacia una organización nueva. Pero también cargábamos con la historia de un regimiento glorioso, que viene desde la época del General Belgrano”, recordó.


La compañía se componía de unos 150 hombres que fueron distribuidos en distintas posiciones a lo largo del territorio insular. Una sección, bajo el mando del subteniente Guillermo Aliaga, resistió durante diez horas el ataque de tres compañías británicas en Goose Green –o más precisamente, en Boca House. “Pararon el avance enemigo y esa detención le costó al ejército inglés la vida del teniente coronel Herbert Jones, jefe de los paracaidistas. Fue una batalla decisiva”, relató Godoy.
Pero la historia de su regimiento no se agota allí. El grueso de los soldados fue enviado a una posición más aislada, aún más al sur, donde enfrentaron bombardeos navales, artillería terrestre y ataques aéreos constantes. A eso se sumaba la incertidumbre, el frío, el hambre y el abandono. “Fue gloriosa la pelea de este regimiento. Pero como todo proceso de rendición, muchos nos señalaron como responsables. Nos dijeron cobardes, que fuimos ‘chicos de la guerra’. Eso nos mantuvo en silencio más de 40 años, hasta que el propio enemigo reconoció que fue una pelea durísima”, expresó.
Durante el conflicto, el Regimiento 8 sufrió bajas no solo por el fuego cruzado, sino también por las duras condiciones del terreno. En una de las tragedias menos conocidas, tres soldados murieron calcinados al refugiarse en una casa que se prendió fuego. No fueron víctimas de bala, sino del abandono. “Murieron Nosikowski, Suárez y Antieco, que era de acá, de la Patagonia”, recordó con tristeza.
La visita a Comodoro fue más que un acto protocolar. Para Godoy, fue una forma de cerrar una herida abierta. “Lo que hemos hecho es volver a casa. Eso completa una de las habitaciones del alma del soldado: que la gente por la que uno puso la vida te reciba, te escuche, te respete y te contagie su orgullo”, dijo, con la voz quebrada pero firme.
“Comodoro fue la retaguardia de la primera línea de combate. De acá salieron los aviones, las armas, los apoyos sanitarios. Esta ciudad debería ser considerada una veterana de guerra”.
Por último, dejó una definición que resume su legado: “La patria no se defiende solo con uniforme. Se defiende con armas, con overol, con el traje de maestro, de enfermera, de ingeniero… o simplemente amando desesperadamente esta patria, como lo hacen los que viven en esta lejana y amada Patagonia”.
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