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Entre las dramáticas historias que dejó el terrible temporal de Bahía Blanca, una tiene como protagonista a una familia de la provincia de Chubut. Luis Díaz, un instalador de gas de Comodoro Rivadavia, viajaba por la Ruta Nacional N° 3 junto a sus hijos cuando los sorprendió el arrasador fenómeno climático. Un milagro -una falla en el motor de su camioneta- evitó que se hundieran en un socavón y los tapara el agua.

Díaz iba por la ruta acompañado por sus dos hijos. Aproximadamente a las siete de la tarde del dramático jueves, se encontraron con el agua.

“Estábamos llegando a Puente Naranja (el acceso a Punta Alta y Villa General Arias) donde empieza la Autovía, por Ruta 3”, detalló el comodorense a LM Neuquén.

En ese momento se enfrentaron inesperadamente con “una cortina de agua”. “Los camiones que iban a Buenos Aires hacían olas”, contó Díaz.

“La gente escapaba con terror”

Con el agua ya cubriendo gran parte del vehículo en el que viajaban, el motor de la camioneta se rompió. “Los camiones que iban hacia Buenos Aires hacían oleadas y eso provocó que el agua entrara al motor y se rompiera”, explicó el vecino patagónico. Ese detalle, que pudo ser un contratiempo, terminó salvándolos de algo mucho peor.

“Empezamos a flotar. Con mi hijo nos bajamos y empujamos la camioneta hacia la mano contraria de la autovía. Se hizo un puente con las áreas de defensa y acudieron a nuestra ayuda”, recordó el gasista.

“Si no se me rompía el motor en ese punto, quedábamos literalmente dentro de la olla que se produjo cuando se rompió la ruta”, aseguró.

Mientras tanto, los rodeaba el caos que se había generado en apenas minutos.

“Nosotros veíamos cómo la gente escapaba con terror. Las caras de la gente que pasaba frente a nosotros eran indescriptibles. La policía no podía asistirnos porque estaban trabajando en esto, que era terrible”, inidicó el chubutense.

“La lluvia no paraba y nadie nos podía ayudar porque toda la seguridad estaba abocada a rescatar gente en Bahía Blanca”, insistió.

“Rezamos, le pedimos a Dios que no nos pasara nada -afirmó-. Entendimos que había otras personas en una situación terrible”.

“Estuvimos cinco horas rezando que no nos llevara el agua”, relató. Durante ese tiempo, veían cómo el personal de rescate se dedicaba a ayudar a otros afectados en situaciones aún más urgentes.

“En un momento -contó Díaz-, una camioneta de la policía nos ayudó a nosotros”.

La vuelta a Comodoro Rivadavia

Luego del rescate, Díaz y sus hijos fueron trasladados a la Sociedad de Fomento local, donde recibieron atención y apoyo de voluntarios.

“Nos trataron con el corazón de argentinos. Nos atendieron con amor como si nos conociéramos -indicó emocionado-.Ahora mis hijos tienen tíos a miles de kilómetros de donde somos”.

“Hoy no tengo mi herramienta de trabajo porque perdí el motor”, admitió el hombre que se dedica a realizar instalaciones de gas. De todos modos, valoró: “Estoy agradecido. El ánimo que nos dio la gente fue poderosísimo”.

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