Durante marzo, cuando comenzó el aislamiento, probablemente pocas personas hubieran pensado en arreglar la bicicleta y retomar el paseo o el ejercicio sobre ruedas.
Sin embargo, la cuarentena se fue extendiendo y, con ella, los vecinos dejaron el encierro atrás. En paralelo, Río Gallegos inició septiembre con un agradable clima y los dos factores hicieron que fuera el momento oportuno para andar en “bici”.
Hugo Antiñanco es propietario de una bicicletería en Río Gallegos. La pandemia lo tomó al comerciante por sorpresa, como a todos, pero también se vio sorprendido con el comportamiento de la comunidad.
“Estoy atorado, con mucho trabajo. La verdad es que la gente se volvió un poco loca con el tema de la bicicleta, sacaron las bicis que tenían en el patio guardadas hace diez años y las empezaron a restaurar”, explicó a Radio LU12 AM680.
Una bicicleta para adultos, en tres meses, pasó de valer 36 mil pesos a 52 mil
A quienes ya realizaban ejercicios o usaban el rodado como transporte en la cotidianeidad, se sumaron los “bicicleteros de la pandemia” que salieron “en masa” a arreglarla o a comprar una.
Sin embargo, se trata de una moda o “boom” que está pasando a nivel mundial. Hoy es difícil conseguir una bicicleta y, de conseguirla, es a precios desorbitantes. De 36 mil pesos, pasaron a valer unos 52 mil, en tres meses.
Hugo contó que arregla bicicletas desde los 9, cuando sus papás no podían comprarle una. FOTO: JOSÉ SILVA
“Hay un movimiento tremendo, nunca me había pasado esto. Desde los 9 años que arreglo bicicletas y hace ya 20 años que tengo el local abierto y es la primera vez que me pasa esto de tener tanta cantidad de gente viniendo a arreglar su bicicleta o a comprar repuestos”, agregó Hugo asombrado.
La situación y el repentino incremento en la demanda, contó, superó todas las expectativas que podía llegar a tener.
Explicó que la gente se “volcó” a andar por todos lados. “Por donde vayas vas a encontrar gente andando, por una parte, está bien porque es salud así que, si invierten en bicicletas, invierten en salud”, describió el comerciante sorprendido.
Hugo contó que están “desbordados” en los dos negocios que tienen. Como en cada local, mantienen el protocolo sanitario.
Desde los más grandes a los más chicos, hoy son cada vez más personas que prefieren la bici
Mencionó también que mucha gente se enoja porque tienen que hacer cola y esperar afuera, pero otros lo entienden. “Nos tenemos que proteger nosotros y a la gente también”, argumentó.
Las consultas que más reciben los bicicleteros es para arreglar cubiertas y cámaras de los rodados. Al quedar afuera a la intemperie, es lo primero que se pudre. Después las cadenas, que con el agua se oxidan.
Para Hugo, que está detrás del mostrador hace más de dos décadas, las bicicletas “siempre tienen arreglo”. Contó que no les gusta cambiar repuestos: “Si lo puedo arreglar, lo hago”, dijo.
Explicó que su pasión por los rodados viene desde que era chico. Sus papás no podían comprarle una, así que se las ingenió con lo que tenía. “En eso pienso ahora con los clientes”, remarcó.
Para finalizar, Hugo recordó que, pese al buen clima, es importante que la gente sea responsable y respete las medidas.
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