Corría el año 1989, cuando una joven de 19 años comenzaba a dar sus primeros pasos en la vida adulta. Entre la incertidumbre de no saber qué hacer una vez finalizado el secundario, Rosa Vargas, recibió una llamativa propuesta de una vecina.

 

Sandra Pérez me preguntó si quería entrar a trabajar al diario, se necesitaba una persona para atención al público”, relató Rosita a La Opinión Austral.

 

 

 

Por aquellos años, se tomaba una prueba de dactilografía para ingresar al medio, por lo tanto, la joven tuvo que hacer un curso acelerado para estar lista en la entrevista laboral. “Esa semana me preparé con Sandra y rápidamente aprendí a tipear en la máquina”, recordó la mujer.

 

Llegó el día de presentarse en el diario y la primera en recibirla fue Silvia Sánchez, que en ese momento era una completa desconocida, pero luego formarían una amistad de más de 30 años. En aquel momento, el responsable de publicidad era Hernán Bórquez y fue él quien le tomó la prueba a Rosita.

“Me explicó cómo era la prueba y me dijo que me iba a dictar un mensaje para el correo del oyente. Después me explicó el tema de las facturas y cómo llevar el libro de IVA”, relató la mujer, y recordó que ese mismo día se quedó trabajando en el diario.

 

Rosa vivió en primera persona los cambios que fueron transformando el medio con el paso de las épocas. Además, la trabajadora vio pasar a muchas personas por las puertas del diario, pero son contadas aquellas que dejaron su huella en la institución.

 

“La persona que más me marcó fue Alberto Raúl Segovia. En ese momento cuando era joven me enseñó un montón de cosas”, recordó nostálgica y agregó: “A él le gustaba que la gente progresara, vos le ibas a plantear algo y él automáticamente te lo solucionaba de inmediato”.

 

Con el paso de los años, Rosita vivió inolvidables momentos en La Opinión Austral y consolidó eternas amistades que estarán con ella para siempre. “Con Silvia llevamos 31 años de amistad, ya somos más que amigas, somos hermanas”, concluyó.

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