Sandra Pérez, 32 años en La Opinión Austral y un permanente desafío de superación

Sandra Pérez es armadora y lleva 32 años trabajando en la empresa. “Comencé el 4 de abril de 1989, era un martes. Tenía 21 años” y lo recuerda como si fuera hoy.

Su entrevista laboral fue sólo 24 horas después de que su pareja hubiera hablado con el entonces director del diario, Justo Lerena, para saber si había una vacante disponible. En ese momento, “había llegado un señor de Buenos Aires que tomaba pruebas de tipeo. Cuando me vio, me dio un alto de hojas. Lo miré y le pregunté ¿qué hago con esto?, tipee, me respondió. Me senté en la máquina y en menos de media hora hice todo. Pero claro, yo no miraba mucho el texto y tuve bastantes errores, pero igual me quedé”. En aquellos tiempos, recuerda, también estaba Alfredo López y Gabriel Vera.

“Yo había llegado desde Trelew. Me había recibido de operadora y programadora de PC, y encajaba justo porque recién habían llegado las Mac. Para mí fue todo nuevo. Aprendí muchísimo. Era todo un desafío y es lo que más me motivó” cuenta Sandra.

Con el tiempo fue haciendo otras tareas, colaborando con la dirección de la radio también. En un momento se dio una vacante en Armado. “Cuando llegaron el señor Héctor Perincioli y la señora Mabel Segovia se comenzó a implementar el área de diseño gráfico y, una que iba mirando, aprendiendo, pude participar de una capacitación que vino a realizar una persona de afuera y así me dieron la oportunidad”.

Recuerda el buen ambiente que siempre hubo en el diario, “aún entre los que no nos conocíamos tanto”, y más de una anécdota risueña.

Sandra está próxima a cumplir 32 años de antigüedad laboral. Y fue protagonizando, como el resto del plantel que conforma La Opinión Austral, muchos de los cambios que se fueron dando. “Se fue dando todo de a poco, pero siempre era un desafío, buscando ser mejor que ayer y pensando para adelante”.

Al final, la emoción la puede, cuando se le preguntó ¿si hoy tendrías que definir qué es La Opinión Austral para vos? La respuesta fue inmediata y firme: “Mi hogar”.