El caso de maltrato infantil que tuvo como víctimas a tres hermanitos en la ciudad de Río Gallegos hizo que este 2021 cerrara con una noticia de las más perturbadoras y desgarradoras del último tiempo en Santa Cruz.

Lo acontecido en esa vivienda, en esa “casa del terror”, no sólo conmocionó a la provincia, sino también a todo el país, en virtud del grado de maldad que tenían los actos que cometía contra los niños su madrastra, Roxana Vega, con la complicidad de su padre, David Fernández.

La madre es oriunda de Formosa y busca la restitución. La Justicia no la aprobaría.

Los niños –dos varones de 14 y 10 y una nena de 13– eran no sólo golpeados con los puños, un cinturón y hasta a veces un caño de metal, sino que también eran sometidos y humillados al punto de dejarlos encerrados en una habitación todo el día.

La madrastra los obligaba a cocinar y a llevarle la comida a la cama y, para que nadie se percatara de sus hematomas y escoriaciones, maquillaba sus rostros. Lo perturbador es que la mujer también les mordía las orejas -al más pequeño le deformó una- y también los asfixiaba, además de meterles los dedos en los ojos y en la boca a todos ellos.

Si bien todos estos acontecimientos ocurrieron presuntamente cuando el padre no se encontraba en la casa, cuesta creer que no se diera cuenta del padecimiento de sus hijos cuando él salía a trabajar y ellos quedaban al cuidado de su pareja.

Es por ello que la jueza Marcela Quintana, a cargo de la causa de “lesiones graves y amenazas agravadas por el vínculo”, además de ordenar la detención de ella, pidió la de él y dejó a ambos tras las rejas luego de que la semana pasada le llegaran a su despacho los informes de las cámaras Gesell y del cuerpo médico forense, que dieron cuenta del calvario que vivían los pequeños.
El grado de padecimiento era tal que los tres hermanitos hasta habían realizado un pacto suicida colectivo. Así lo dejó entrever el defensor de Niños, Niñas y Adolescentes, Jorge Godoy.

En las últimas horas La Opinión Austral pudo conocer que la magistrada a cargo de la instrucción de la causa dictó el procesamiento para ambos y les denegó la excarcelación.

Los tres niños continúan a cargo de una tía materna, viviendo en Río Gallegos.

Es decir que la madrastra y el padre acusados del caso de maltrato infantil más resonante y perturbador del último tiempo terminarán el año tras las rejas y pasarán la Navidad encerrados.

Pese a no poseer una figura específica que castigue con agravantes las causas de maltrato infantil en la que ampararse, la Justicia dejó -por ahora- presos a los dos. En instancias superiores se resolverá cómo continuará la situación procesal de cada uno.

No obstante, en el caso y en virtud de la gravedad de las lesiones: deformarle una oreja al más pequeño y dejarle la mano izquierda casi con limitaciones de por vida, la calificación legal atribuida a los hechos que se investigan no fue sólo “lesiones leves”, lo que minimizaría una potencial pena en un eventual juicio, sino de “lesiones graves”.

El artículo 90 del Código Penal Argentino marca que “se impondrá reclusión o prisión de uno a seis años si la lesión produjere una debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o una dificultad permanente de la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del ofendido, le hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiere causado una deformación permanente del rostro”.

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