Río Gallegos no puede encontrar la manera de que el transporte público de pasajeros sea eficiente y sostenible en el tiempo.
Brindar más calidad al menor costo por viaje, brindando certeza y seguridad son algunos temas irresueltos, pero que no escapan a la realidad de muchas ciudades de la Argentina y de Latinoamérica.
Hace un año, en Córdoba, convocados por el Centro Latinoamericano de Formación Interdisciplinaria (Celfi más de 70 especialistas de diferentes campos científicos y procedentes de las más diversas latitudes convergieron para analizar las alternativas que permitan superar las dificultades que impone una ciudad en crecimiento expandido, y el transporte es una de ellas.
Es que como le sucede a Río Gallegos, la mayoría de las ciudades latinas comparten la problemática de conglomerados que se expanden de manera horizontal y no vertical, lo que pone a la movilidad urbana en el centro de la escena.
Igual ocurrió en Mendoza. Un equipo de investigadores abordó la problemática del transporte público en el área urbana, ante el deplorable estado del mismo, coincidiendo en la necesidad de tener en cuenta el mejoramiento de la red vial y la reeducación de los usuarios.
En una ciudad “extensa” el problema del transporte público es central, porque es difícil mantenerlo. Pero además hay una realidad, el usuario no puede asumir el costo absoluto que el mismo presenta. Eso hace que la calidad se deteriore, lo que provoca que el tiempo de viaje sea más largo, elevando, a su vez, los costos de operación y su consecuente impacto en la seguridad vial.
En Río Gallegos, se suma el hecho de que, la falta de esa movilidad eficiente provoca que, salvo los casos de necesidad, el transporte no se imponga como opción y eso se traduce en la alta densidad de vehículos que circulan por ella todos los días, en especial en el casco céntrico.
Para los especialistas, la necesidad de que los ciudadanos se apropien del espacio público es fundamental. Pero para que ello pase, se debe lograr que tanto desde el Estado, como la educación, se concientice en la conciencia colectiva de la necesidad de desplazar la preferencia del auto por la del transporte público.
No se trata de eliminar el automóvil sino de repensar los sistemas de movilidad urbana. Ahí es donde surge la necesidad imperiosa de mejorar la infraestructura vial, promover el desarrollo de las zonas de espera, e impulsar áreas de movilidad peatonal.
Río Gallegos debe repensar su transporte público y si no es tiempo de buscar opciones diferentes a la tradicional que, de forma combinada, permita transformarse en una nueva opción de movilidad urbana.
Solucionar además esta problemática es la llave para resolver otro de los problemas pendientes en la ciudad: el estacionamiento y el caos de tránsito que, aunque no tenga las características de las grandes ciudades, ya comienza a vislumbrarse en las horas pico, en Río Gallegos.
Para ello se necesita planificación y autoridad, además de recursos. Sin planificación urbana no hay posibilidad de un transporte eficiente que permita ahorrar en logística y ganar en servicio.
No se trata sólo de pensar en la ecuación a partir de la tarifa, también debe darse en la opción y la promoción de su uso como alternativa.
Pero para que eso sea posible debe haber, a su vez, garantía de calidad. En tiempos de emergencia económica hoy parece casi una utopía, pero no es imposible.
La cuestión económica no es menor. Las empresas en todo el país, y la de Río Gallegos no es la excepción, aducen que el servicio es deficitario, y apelan a un constante aumento del subsidio municipal y nacional, pero los usuarios siguen recibiendo un servicio de baja calidad.
La situación de estado terminal que tiene hoy el transporte público en la capital provincial y la inminencia de eliminación de ese principal sustento de las empresas: el subsidio nacional, presenta un gran desafío que no debe ser sólo para las autoridades, sino de toda la sociedad.
Tomar al transporte como lo que es, una política pública que contemple, además, en los tiempos que vivimos el cuidado de medio ambiente, requiere gestión y compromiso. Los usuarios también tienen un rol en ello, su voz, a través de las organizaciones sociales o barriales, deben ser escuchadas, para avanzar en una planificación adecuada.
Así, lograr un proyecto estratégico de desarrollo urbano que tenga en cuenta la necesidad de cada barrio, la demanda de conexión y las vías adecuadas para lograrlo, sería el primer paso a resolver, antes de pensar el cómo y con quién.
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