Como si fuera un círculo vicioso, los reclamos de algún sector, ya sea gremial o social, muchas veces se contraponen con los derechos del ciudadano “de a pie”, aún incluso del de aquellos que protestan.
Esto es algo que nos interpela como sociedad. La justa necesidad de reclamar por un salario digno o condiciones laborales adecuadas no se puede discutir ni rechazar. El problema es cuando ese reclamo deja sin opciones a un grupo importante de ciudadanos que nada tienen que ver con dicha protesta y ven cómo sus propios derechos laborales, de circulación o de prestación de servicios, se ven vulnerados.
El clásico piquete que se da a lo largo y ancho del país es una muestra de ello. En marzo hubo un 40% más de este tipo de protesta en la Argentina. En Santa Cruz, en la ciudad de Caleta Olivia o en las denominadas rutas petroleras, por las que se accede a los yacimientos, es una situación que se repite.
No se trata de poner las cargas o culpas sobre las organizaciones gremiales, ya que la otra parte de la mesa de negociación, ya sea el Estado o sea un privado, también es responsable. Quizás se trata de repensar, como sociedad, si existe una manera en la que se pueda cristalizar aquel viejo refrán de que “el derecho de uno termina donde comienza el del otro”.
Un paro de bancarios dejó sin atención por 48 horas en las entidades financieras, en los tiempos actuales, para las operaciones habituales casi no afectó, pero para el jubilado, el titular de una pensión o de una asignación, le implicó tener que esperar ese tiempo para poder cobrar. Esa “poca” afectación medida en términos de los bancos, quizás explica la “pasividad” con la que la patronal responde al reclamo de los trabajadores, pero el impacto del paro puede significar la diferencia entre tener el dinero para acceder a un plato de comida o comprar un remedio de aquella población más vulnerable y que debió esperar para cobrar por ventanilla su haber.
Este viernes, los trabajadores municipales decidieron en asamblea un paro de actividades de cumplimiento inmediato hasta el próximo martes. Su decisión tomada cuando la negociación paritaria recién comienza, deja una vez más a los vecinos sin cuestiones esenciales, como la recolección de residuos o la resolución de problemas de saneamiento (pérdidas cloacales) sin resolver por todo ese lapso.
No menos cierto es que promedia el mes de abril, y aún con la crisis real que existe en el Municipio, el Ejecutivo comunal no debería haber esperado hasta ahora para sentarse a hablar con los trabajadores todo lo necesario para dejar en claro, con los números en la mano, la realidad económica y la proyección a futuro.
Lo propio sucede con otros sectores del Estado que aún aguardan una negociación salarial, con más o menos expectativas, y con más o menos pasividad ante la espera.
La posibilidad de repensar como sociedad nuevas herramientas de reclamos que no vulneren los derechos ajenos es algo que aún no se ha logrado. El hastío social contra el piquete, o la falta de clases o la no prestación de servicios es tal, que deja de lado la justicia o la importancia del reclamo en sí que lleva adelante un sector y eso, paradójicamente, juega a favor de aquel que rehúye del diálogo como una herramienta de solución y superación.
Por lo que si bien es un desafío social, lo es más para las organizaciones sindicales el buscar nuevas y creativas maneras de reclamar de tal forma de contar con el apoyo de la comunidad y no con su rechazo.
No menos cierto es que estamos inmersos en una crisis económica que nos es transversal. De una u otra forma nos afecta a todos. Difícilmente algún sector se logre salvar en solitario, la superación de la misma se logrará si se pueden fijar objetivos comunes para ello.
En eso, la clase dirigencial y sobre todo de aquellos que tienen en sus manos la responsabilidad de gobernar en cualquiera de los tres estamentos, poseen una responsabilidad mayor al respecto.
La realización de un gran pacto social real, concreto y duradero que permita encontrar a todos los actores sociales en un mismo lugar para fijar objetivos comunes que vayan más allá de un sector en particular y permita desarrollar políticas de Estado al respecto, es algo que aunque por ahora no aparece en el horizonte, la mayoría coincide en que es sumamente necesario.
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