La semana pasada, agentes de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de España detuvieron a ocho personas como integrantes de IM Mastery Academy, una empresa que presuntamente estafó con cursos virtuales sobre criptomonedas y transacciones financieras de alto riesgo a miles de jóvenes, incluidos algunos chicos y chicas menores de 15 años.
En aquel país, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) había lanzado en noviembre de 2020 una advertencia de que esta “academia” no tenía autorización para prestar servicios de naturaleza financiera en el país.
Según explican los medios españoles, las víctimas eran captadas a través de las redes sociales, como Instagram, pero también abordándolos directamente en lugares públicos, como parques. Asimismo, hacían eventos multitudinarios en hoteles y otros espacios donde se les invitaba a sumarse a un movimiento que les permitiría olvidarse de la vida laboral y alcanzar la “libertad financiera”.
Para ello, dijo la policía en una nota de prensa, utilizaban “técnicas de persuasión propias de organizaciones sectarias”.
En marzo del 2021, las autoridades comenzaron la Operación Carcoma, el operativo con el que desmantelaron la estafa. Todo comenzó a raíz de una denuncia de la Red de Prevención Sectaria y del Abuso de Debilidad (RedUNE), que reclamaba sobre las actividades presuntamente irregulares de IM Mastery Academy.
Esta compañía había comenzado en 2019 en Barcelona, pero ya estaba operando en toda España.
La investigación policial halló que IM Mastery Academy ofrecía cursos virtuales a los jóvenes para aprender a invertir en criptomonedas y otros productos financieros de alto riesgo, algunos de ellos no permitidos en España y en la UE, con la promesa de poder conseguir cuantiosas ganancias sin trabajar.
Los integrantes del proyecto mostraban en redes sociales una vida llena de lujo, supuestamente obtenida gracias a los cursos, para así engañar más fácilmente a los jóvenes.
El presunto líder de la trama, I. B. L., presumía en redes de ser el responsable de la captación directa o indirecta de más de 2.500 personas, aunque los investigadores no han podido concretar hasta ahora la cifra de afectados, que podrían ser muchos más, según informó el Diario El País.
Según informan los medios, los cursos eran, en realidad, clases virtuales grabadas, con un contenido de escasa calidad, a través de las cuales que se fomentaba, entre otras prácticas financiaras de alto riesgo, la compraventa de opciones binarias (productos que permiten invertir en la subida o bajada de divisas, materias o índices bursátiles) y operaciones con apalancamiento (endeudamiento) con criptomonedas.
Lo que pasaba después era peor: una vez los jóvenes pagaban los 200 euros de matrícula y firmaban el compromiso de cancelar mensualmente otros 150 euros, la enseñanza pasaba a un segundo plano y la red comenzaba a presionar a las víctimas para que convencieran a las personas de su entorno familiar y escolar para que también se matricularan.
Fuentes policiales indicaron que “en la fase de embaucamiento, intentaban convencerles para que no contaran nada de los que estaban haciendo a personas más maduras, como sus padres, para evitar que estas detectasen el engaño”.
Por ejemplo, dos adolescentes captadas cuando tenían 17 años llegaron a abandonar sus hogares para irse a vivir con miembros de la organización. En la denuncia que puso en marcha la investigación, dos padres señalaban que su hijo había llegado a dejar de comer y que dormía en un automóvil por falta de dinero, “pero la academia siempre se pagaba”.
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