Rodilla al piso y mirada desafiante. La valentía resumida en cuerpo de mujer ante el abuso de quién ejerce el poder. La imagen lo dice todo.

La indignación por la muerte de George Floyd, un afroamericano de 46 años que falleció el 25 de mayo, asfixiado, a manos de un policía en Minneapolis provocó una reacción en cadena, en más de 30 ciudades de Estados Unidos e incluso cruzó el atlántico donde miles también pidieron Justicia en las principales capitales de Europa.

¡Ya es suficiente! Fue el sentimiento común de una sociedad que, pese al paso del tiempo, sigue cruzada por el racismo y la discriminación. No es casual que la muerte ocurrió en un Estado, dónde la disparidad entre blancos y afroamericanos es muy evidente.

¡Ya es suficiente! Fue el grito común de quienes salieron a la calle a poner el cuerpo por una muerte, a todas luces, injusta. No importó el toque de queda ni la pandemia, para hacerse oír.

Es que George no fue el primero. Y el abuso de poder tampoco.

Una imagen, una frase, que resumen un hartazgo social en un país dónde la “igualdad” sigue en jaque.

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