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En pleno invierno y con el frío de las primeras horas de la mañana y de la noche, el hielo negro o “black ice” es uno de los peligros más escondidos de las rutas. Este fenómeno traicionero, que apenas se aprecia a simple vista, puede causar accidentes por la pérdida de control del vehículo.

¿Qué es el hielo negro?

El hielo negro es, sencillamente, una fina capa de hielo, pero con la particularidad de que no se ve porque es agua que se congela en el momento justo de tocar el asfalto. Para que se forme, la humedad en el aire debe congelarse a un ritmo rápido y adherirse al pavimento ya congelado. A diferencia del hielo normal, el hielo negro no tiene burbujas de aire y es por eso que parece perfectamente cristalino en lugar de blanco. Así, es que este hielo instantáneo no tiene las características visuales de las placas de hielo que todos conocemos.

Se le llama hielo negro porque al ser traslucido se confunde con el color del asfalto y a simple vista nos puede parecer asfalto húmedo, o incluso asfalto seco si la visibilidad no es demasiado buena. Esto genera una falsa sensación de seguridad en los conductores.

Además, debido a su escaso grosor esa capa de hielo no refleja la luz de la manera que lo suelen hace las placas de hielo.

Aunque es un termino que se relaciona mucho a las rutas, es importante destacar que también aparece en las aceras y en otros terrenos, convirtiéndose en un peligro tanto para automovilistas como peatones.

Dónde aparece frecuentemente y cómo detectarlo

El hielo negro suele formarse cuando las temperaturas bajan de cero grados y en el amanecer o el anochecer, los momentos del día en los que se producen más cambios de temperatura. El fenómeno ocurre cuando los rayos de sol no dan contra el asfalto o donde las superficies siguen frías y los grados no aumentan.

Las carreteras con árboles que tapan parte de la calzada, las vías poco transitadas, las entradas y salidas de túneles o los puentes son los lugares más habituales donde se forma el hielo negro.

Las rutas que tienen tonalidad algo más oscura ayudan a detectar este fenómeno. Si se aprecia que el asfalto adquiere un brillo más vivo, podría tratarse de hielo negro, por lo que convendría levantar el pie del acelerador y sujetar con firmeza el volante.

También se puede detectar una placa de hielo negro si nos fijamos en los bordes de la zona: suele haber pequeñas pelotitas de nieve. Aunque en auto, es muy raro que tengamos tiempo de valorar qué indican esas pelotitas de nieve.

¿Cómo manejar sobre hielo negro?

  1. Si te encuentras conduciendo sobre hielo negro y notas que el coche pierde adherencia, es muy importante no perder la calma. La regla general es hacer lo menos posible, y permitir que el automóvil pase sobre el hielo. No golpees los frenos.
  2. Disminuye la velocidad desacelerando. Levante los pies del acelerador por completo y mantén el volante fijo en la posición en la que se encuentra. Disminuir la velocidad le dará más control y evitará daños innecesarios.
  3. La dirección solo debe utilizarse en caso de que sea necesario y siempre con delicadeza. Si sientes que la parte trasera de tu auto se desliza hacia la izquierda o hacia la derecha, gira suavemente el volante en la misma dirección.
  4. Maneja hacia zonas de tracción. El hielo negro es prácticamente invisible, pero es posible que puedas moverte hacia áreas de pavimento que ofrecen más tracción como hielo texturado, o áreas cubiertas de nieve.
  5. Si pierdes tracción mantén la calma. Si tiene un sistema de frenos antibloqueo (ABS), simplemente coloca el pie sobre el freno, y aplica una presión firme. Si no tiene ABS, bombee los frenos suavemente mientras y dirige siempre el automóvil en la dirección que desees.
  6. Si terminas saliendo del camino, trata de dirigirte hacia las cosas que causarán la mínima cantidad de daño. Idealmente, dirígete a un campo vacío, un patio o un banco de nieve.
  7. La prevención en estos casos también es importante. Mantener la distancia de seguridad con el vehículo que circula delante es imprescindible y más con condiciones climáticas adversas. De esta manera, en caso de toparnos con el hielo negro, existe un margen de maniobrabilidad mayor para actuar en consecuencia.

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