Se cumplieron 28 años del fallecimiento del sargento primero Ignacio Riquelme, efectivo policial que se desempeñaba en el Cuartel Central de Bomberos de Río Gallegos. Murió a causa de un disparo en la cabeza, efectuado por un delincuente que huía tras un asalto, con una pistola calibre 38.
Riquelme luchó por cuatro días en el Hospital Regional Río Gallegos. La herida le fue provocada luego de que dos asaltantes disfrazados -uno con un pasamontañas y otro con peluca y antifaz- ingresaran a robar a un antiguo local de distribución de vinos ubicado en ese entonces en calle Parque Industrial y Mariano Moreno.

El recuerdo del sargento.
El efectivo escuchó del hecho a través de su equipo de comunicación y no dudó en actuar. Así lo recordó post acto ante el móvil de Radio LU12 AM680, el comisario inspector de la Superintendencia de Bomberos, Luis Medina en el aniversario conmemorado en 2019: “Escuchó que venían dos personas con arma de fuego y efectuando disparos. El se encontraba armado y salió espontáneamente a repeler a esos delincuentes. Increíblemente una masa de gente venía por detrás para agarrarlos. Gracias a Dios no murió nadie más”.
Previamente, los dos delincuentes habían reducido a la secretaria del local de vinos, robándole tan solo 30 pesos. No conformes, la ataron con alambre de manos y pies y la amedrentaron, intentando que les diera las llaves de la caja de seguridad.
Al no poder conseguirla, esperaron que llegara el propietario del local, Darío Arnaldo, quien al ingresar a la oficina vio el arma de uno de los asaltantes y pudo salir corriendo a pedir ayuda.
Los ladrones escaparon mientras Orlando Gómez, uno de los empleados del depósito de vinos, intentaba detenerlos, pero fue herido en una pierna por uno de los malhechores.

El homenaje que se le realizó al sargento en 2019.
Los delincuentes que huyeron a pie se separaron y uno logró fugarse, pero el otro fue perseguido en automóvil por el propietario del comercio, mientras con los vidrios bajos pedía a gritos que llamaran a la Policía.
En un hecho ya de película, el maleante le disparó múltiples veces al vehículo mientras ingresaba a pasajes de las cercanías y escapaba por los patios. En su escape, también pretendió detener a una mujer que se subía a
una camioneta, pero esta persona, al darse cuenta, salió en forma repentina desplazándolo con la puerta.
Arnaldo se mantuvo detrás suyo, a pesar de que a este le dispararan una decena de veces, hasta que a unas siete cuadras de allí, ya frente al Cuartel de Bomberos de Lisandro De La Torre, recibió la ayuda de dos efectivos de esa unidad. Uno de ellos era Riquelme, que al intentar acorralar al delincuente, fue herido de gravedad.
Si bien el malhechor dijo que se entregaba, no dejaba de disparar ni que nadie se le acercara. Se refugió tras un auto, en una casa ubicada en Lisandro De La Torre 246, muy cerca del cuartel. Más policías llegaron, de la Comisaría Segunda, quienes intentaron reducirlo, pero los disparos no cesaron hasta que finalmente el hombre fue abatido.
El maleante tenía en su poder una pistola calibre 38 y portaba gran cantidad de municiones, balas de punta hueca. Efectuando no menos de 30 disparos en su huída y enfrentamiento con la Policía.
Fue atendido de urgencia en un hospital y estuvo cuatro días internado hasta que finalmente falleció. También se lo atendió al comerciante, que poseía una bala alojada en una de sus rodillas.
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