El 19 de agosto del año pasado y los días siguientes quedaron grabados en la memoria de todos los vecinos de Río Gallegos. Un halo de misterio se apoderó de la comunidad cuando se supo de la desaparición de un reconocido empresario de la ciudad: Nelson Ariel Romero, un vecino de 46 años con pasado en la política, cuyos restos descansan hoy en la provincia de San Luis, “su lugar en el mundo”, como dirían días después sus seres queridos, tras conocer el triste y cruento desenlace.

La noche de aquel lunes 19 de agosto fue la última vez que se tuvo contacto con él. Desde entonces, no se supo más nada. Uno de sus hermanos radicó la denuncia en la Comisaría Primera y su búsqueda se hizo pública. Todas las alarmas se activaron en la capital de Santa Cruz.

Algunas de los rastrillajes que se hicieron por esos días. (FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL)

El martes 20, a 24 horas de la desaparición, un oficial inspector de la Comisaría Tercera encontró la camioneta del empresario en el pasaje El Salvador y Estados Unidos. Tenía las ventanas rotas y en su interior se hallaron rastros de sangre. A pocos metros de allí, la DDI detuvo a un suboficial del Ejército, quien en un primer momento aseguró que solo se había apoderado de algunas pertenencias del vehículo y que lo había movido hasta las cercanías de su vivienda. La verdad estaba lejos de esa versión.

Así fue la cobertura de La Opinión Austral y las tapas de esos días:

El personal de la División de Investigaciones (DDI) ya analizaba cerca de 50 cámaras de seguridad que habrían registrado los movimientos de la camioneta, tanto dentro del casco urbano como en las afueras. Nelson era uno de los dueños de la empresa Romero Sistemas, un proveedor de servicios de seguridad privada con más de veinticinco años de experiencia. Las cámaras de seguridad —que eran parte del servicio que ofrecía la empresa— fueron esenciales para reconstruir el recorrido de la camioneta. Combinando esa información con las celdas de las antenas de comunicación, se realizaron rastrillajes en la periferia de la ciudad.

Imágenes de la búsqueda aérea de Romero. (FOTO: LA OPINIÓN AUSTRAL)

La inspección en la chacra de Romero, ubicada en el barrio Forestal, fue fundamental para la causa: allí encontraron cristales rotos. Incluso, una cámara de seguridad registrada en el expediente mostró “dos destellos que serían por disparos de arma de fuego”.

El asesino

El acusado del crimen es José Cabrera, un suboficial del Ejército de 27 años, oriundo de Salta y radicado en Río Gallegos desde hacía ocho años. Cabrera confesó el crimen días después en la Comisaría Primera, pero su declaración no tuvo validez, ya que no la ratificó ante la Justicia.

José Daniel Cabrera Gallardo (28), principal y único sospechoso del crimen de Nelson Ariel Romero.

Aunque fueron casi 100 horas de búsqueda, a la mitad de ese tiempo ya se presumía que Romero había sido asesinado. Solo restaba encontrar sus restos y reconstruir la trama del suceso que terminó con su vida. Durante esos días se realizaron rastrillajes en las afueras de la localidad e incluso se inspeccionó un campo del Ejército.
La Policía halló elementos de interés relacionados con movimientos de dinero. Surgió una transferencia de 500 mil pesos desde la cuenta del empresario y la aparición de una mochila. “Esa mochila es la que usaba Cabrera antes de encontrarse con Romero, y fue encontrada en el Ejército con manchas de sangre”, declaró Cristian Arel, querellante en la causa, a LU12 AM680.
Como informó La Opinión Austral de manera exclusiva en esos días, Cabrera atravesaba un período económico complicado, con créditos tomados de manera recurrente. Sin embargo, a principios de 2024, con el aumento salarial a las Fuerzas Armadas dispuesto por el actual gobierno, su situación había mejorado.

Las versiones del hallazgo

Respecto al hallazgo del cuerpo de Romero, hubo dos versiones. Una provino del abogado Jorge Trevotich, quien buscaba representar a Cabrera y afirmó que su “cliente” se quebró el viernes 23 de agosto en la Comisaría Primera y señaló el lugar donde estaba el cuerpo: un campo alejado, cercano a la esquina de las calles 38 y 63, en el barrio Ayres Argentinos. La otra versión fue la del entonces vocero de la Policía de Santa Cruz, Elbio Ramírez, quien aseguró que cerca de las siete de la tarde, cuando el crepúsculo se apoderaba de la estepa patagónica, los agentes dieron con el cuerpo. “Es quien buscábamos. Hay que darle aviso a la superioridad”, dijo un agente al encontrar el montículo de tierra donde yacía semienterrado Romero.

El comisario Elbio Ramírez hablando tras el hallazgo del cuerpo. (FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL)

La tierra apenas medía poco más de 60 centímetros de altura: el empresario había sido depositado en un lugar de escasa profundidad. Su rostro estaba al descubierto; sus ojos ya habían sido devorados por aves, y presentaba un orificio de bala en el parietal izquierdo, sin salida. Ya no quedaban dudas: Romero había sido asesinado y el único sospechoso estaba detenido.
El cúmulo de pruebas era significativo, pero aún faltaban algunos elementos. Al día siguiente, se realizó un allanamiento en la casa de Cabrera. Con la ayuda de luminol, los agentes hallaron múltiples manchas de lo que sería sangre: en el lavamanos, en el lavarropas y en el suelo del living. “Parecía un Pollock”, dijo una fuente investigativa al diario, en alusión a la técnica de goteo del pintor estadounidense Jackson Pollock. También se encontró una pala tipo plegable, del tipo que utiliza el Ejército Argentino, similar a las de camping, con la que habrían enterrado el cuerpo.

Agentes de la DDI durante el allanamiento en la casa del sospechoso. (FOTO: LEANDRO FRANCO/LA OPINIÓN AUSTRAL)

El móvil

Sobre las circunstancias del asesinato hubo versiones encontradas, aunque con un punto en común: la existencia de un presunto registro fílmico entre víctima y victimario que habría sido utilizado como elemento de extorsión.
La familia del acusado sostuvo que Romero pretendía divulgar ese video a los seres queridos de Cabrera, impidiendo así que su familia viniera desde Salta. Sin embargo, desde el círculo íntimo del empresario lo desmintieron. Damián Quiróz, amigo del fallecido, expresó: “Eso de que tenía un video, fotos privadas, que podían comprometer al pibe y que si traía a su mujer o a su hija… imposible. Ariel sería incapaz de eso. Te lo aseguro. No era así. Podrá tener otras cosas, pero no que te amenace o te extorsione de esa forma. Nadie te acosa para tener un encuentro a través de una aplicación”.

Nelson Romero y Damián Quiróz, su amigo. (FOTO: LA OPINIÓN AUSTRAL)

El procesamiento

Dos semanas después del hallazgo, hubo novedades. Fuentes judiciales informaron que el Juzgado de Instrucción N.º 2, subrogado por Fernando Zanetta, decidió procesar a Cabrera con prisión preventiva por el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
El fiscal de la causa fue José Antonio Chan, mientras que la querella está representada por Gabriel Bertorello y Cristian Arel. En cuanto a la defensa, cabe recordar que Zanetta apartó a Jorge Trevotich por incurrir en la presunta comisión del delito previsto en el artículo 271 del Código Penal, vulnerando gravemente el derecho de defensa y el principio de inocencia de su cliente.

Pericias en el lugar donde encontraron el cuerpo del empresario. (FOTO: LA OPINIÓN AUSTRAL)

El juicio

La Opinión Austral confirmó que actualmente Cabrera es asesorado por Adriana Peralta, de la Defensoría Oficial. Las mismas fuentes judiciales indicaron que, a fines de 2024, la causa fue elevada a juicio y actualmente el expediente permanece en la Cámara Oral. Se espera que el juicio se desarrolle en el primer semestre de 2026, aunque esto dependerá de la logística y del calendario del Poder Judicial.

Así avanzará la segunda instancia de este proceso judicial. Cabrera podría enfrentar una condena a cadena perpetua por uno de los crímenes más crueles registrados en los últimos tiempos en la provincia de Santa Cruz. La familia de Nelson Romero y toda la comunidad de Río Gallegos esperan justicia.

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