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Una salida al boliche con amigos. Una jornada laboral. El mismo espacio en el que estuvieron un grupo de amigos disfrutando la noche mientras otros trabajaban como seguridad fue el lugar donde coincidieron dos grupos de personas que, momentos después, vivirían un hecho que cambiaría sus vidas y se cobraría la de una joven.
Era la noche del 22 de febrero del 2024 cuando Soledad Maidana, madre de dos nenes, perdió la vida tras salir de trabajar como seguridad en un reconocido local nocturno de Río Gallegos.
Al mismo boliche había ido Ivar Martens, un joven junto a sus amigos y, en el retorno a sus casas, protagonizaron un incidente vial que terminó con la vida de Maidana.

El vehículo involucrado en el choque fatal ocurrido el 22 de febrero de 2024 en el barrio Fátima de Río Gallegos, junto a una fotografía de la víctima, Soledad Maidana, madre de dos hijos y agente del Servicio Penitenciario Provincial.

Tal como informó La Opinión Austral, todo ocurrió en la esquina de Juan B. Justo y Vélez Sarsfield de la capital santacruceña en aquella fatídica madrugada.
Ivar conducía una Toyota Hilux a alta velocidad cuando impactó uno de los laterales de un Volkswagen Bora en el que Maidana viajaba como acompañante. A raíz del fuerte choque, el segundo rodado terminó su recorrido contra un poste.
En un primer momento, algunos de los amigos que iban con Martens escaparon a pie y minutos después se determinó que la mujer había perdido la vida. Martens actualmente cumple prisión domiciliaria y en la mañana de este miércoles comenzó a ser juzgado por el homicidio de Soledad Maidana.

Tras el incidente, Martens terminó con lesiones y está en silla de ruedas. FOTO: LEANDRO FRANCO/ LA OPINIÓN AUSTRAL

Fue minutos después de las nueve y media cuando todos los ojos de la comunidad local se posaron en Malaspina 41, lugar donde se realizó el debate de valoración de pruebas.
Tal como adelantó este diario, el tribunal estuvo conformado por María Alejandra Vila como presidenta y Yamila Borquez y Marcelo Bersanelli como vocales subrogantes, tras un cambio de último momento por la ausencia del vocal titular Jorge Yance.

Yamila Borquez, María Alejandra Vila y Marcelo Bersanelli. FOTO: LEANDRO FRANCO/ LA OPINIÓN AUSTRAL

Martens también sufrió secuelas tras el incidente que terminó con la vida de Soledad. Por eso, esta mañana apareció en silla de ruedas al recinto por una puerta lateral. Su ingreso generó revuelo entre los presentes que intentaban ver cómo el joven era ubicado cerca de sus abogados Jesús María Moroso y Héctor Rippa. Este diario pudo saber que las dolencias tras el choque corresponden a lesiones en la cadera.
Además estuvo presente un reconocido abogado como defensor de la firma dueña de la camioneta en la que circulaba Martens al momento del incidente, y Juan Miguel Litvachkes, quien representó los intereses del conductor del Bora en el que Soledad viajaba como acompañante, estos últimos demandados civilmente.
Del otro lado de la sala estuvieron la fiscal Verónica Zuvic y Gabriel Giordano junto a Ricardo Julián como abogados querellantes, representando a la familia Maidana.

Seres queridos alzaron carteles pidiendo justicia. FOTO: LEANDRO FRANCO/ LA OPINIÓN AUSTRAL

La logística para ingresar a Martens se repitió cuando tuvo que ser llevado al banquillo de los acusados debido a las dimensiones del recinto. Ante esto, los familiares de Soledad que habían entrado a la sala con algunos carteles y una bandera que una joven llevó como capa, miraban con ceño fruncido, aún asimilando que ese joven les había arrebatado la vida de su ser querido.

La indagatoria

Martens dio una breve intervención en la que aseguró no recordar nada de aquella fatídica madrugada. ‘No puedo declarar sobre los hechos, no tengo recuerdos, no tengo explicación para esa familia. No tengo recuerdos —repitió— quiero pedir perdón a estas personas por el dolor que están sintiendo, nunca fue mi intención, se perdió una vida, perdón’, aseguró algo nervioso ante el tribunal antes de soltar un largo suspiro.

La declaración cayó como un balde de agua fría para los seres queridos de la víctima: algunos rompieron en llanto y otros miraron al acusado con bronca, casi fulminándolo con la mirada.
Lo dicho por Martens puede ser clave para la continuidad de la causa, ya que existe una versión en la que él estaría catatónico al momento de los hechos porque estaba cansado después de trabajar, alcoholizarse, consumir marihuana y manejar, un combo letal para cualquier persona tras tantas horas despierto y el consumo de estupefacientes que, de alguna manera, podría ser visto –dependiendo de cada postura– como que no hubo dolo de matar, eje central de este debate.

La fiscal de Cámara Verónica Zuvic. FOTO: LEANDRO FRANCO/ LA OPINIÓN AUSTRAL


Otro de los puntos clave del juicio son las cámaras de seguridad. Por eso, uno de los primeros testigos tras la apertura del debate fue un comerciante de la zona donde ocurrió el lamentable suceso que terminó con la vida de Soledad. Él aseguró que tenía un registro fílmico en el que se captó el choque pero que, por negligencia y el paso del tiempo, el mismo se perdió antes de ser secuestrado por la Policía días después del impacto.
Para entender el contexto y las circunstancias del hecho fue preciso convocar a amigos de Martens que habían compartido con él esa noche. Una de ellas fue DF, la joven que iba dentro de la camioneta de Martens al momento del impacto.
Ella dijo que había visto al joven en Belfast y, a la salida, le pidió si podía alcanzarla a su casa ya que son vecinos del barrio 213 Viviendas.

Antes de volver a sus casas, dieron una vuelta por la costanera, hasta llegar a inmediaciones del Rotary donde uno de los amigos de Martens pidió bajar a vomitar y DF a orinar. Luego de eso comenzó el periplo que terminó con la vida de Soledad. “Íbamos muy rápido y le pedíamos que bajara la velocidad” expresó ante el tribunal, mientras era mirada atentamente por Martens.

DF reconociendo su firma. FOTO: LEANDRO FRANCO/ LA OPINIÓN AUSTRAL


“Después del hecho le dije a uno de los chicos que se corriera para que yo pudiera salir” contó sobre lo ocurrido tras el incidente, agregando que luego debió ser intervenida por una hemorragia interna producto del latigazo del cinturón de seguridad. Sobre eso también aclaró que, antes del impacto, “ya sabía que algo iba a pasar, por eso me puse el cinturón y ayudé a uno de los chicos que también se lo pusiera” expresó.
Quien iba en el asiento trasero junto a DF era DA, un amigo de Martens que declaró vía videollamada desde el norte del país, ya que se encuentra estudiando.En su declaración comentó que habían hecho “una previa y después fuimos al boliche, yo estaba muy alcoholizado, no recuerdo mucho de esa noche. Yo iba casi inconsciente, recuerdo que me dijeron que me ayudaron a ponerme el cinturón de seguridad” dando veracidad a lo dicho por DF y remarcando que Martens siempre manejaba “normal”, aseguró. Durante esta intervención se pudo ver al acusado pispear algunas veces lo que se proyectaba en una de las paredes del recinto.

La familia de Soledad

Uno de los puntos más relevantes de la primera jornada fue el testimonio de Luis Maidana y Mónica Luna, padres de la víctima fatal que, al momento del hecho, estaban de vacaciones en Buenos Aires.
En su extensa declaración, Luis contó que la mañana después del incidente vial fue llamado por uno de los hijos que le dio una noticia que nadie querría dar: “se nos fue la Sole”. Incluso el padre dijo que llegó a sentirse “culpable por no haber estado acá, de habernos mudado al sur buscando un lugar más tranquilo para vivir”.
Soledad dejó a dos hijos menores de edad, Martina y Benjamín. Luis comentó al tribunal que ellos presentan secuelas “él tiene ataques de pánico. La gorda (por Soledad) era todo para los chicos” dijo.

Luis Maidana mientras declaraba. FOTO: MARTÍN MUÑOZ QUESADA/LA OPINIÓN AUSTRAL


Luis no está exento del dolor y las secuelas psicológicas. Aseguró que, en algunas oportunidades “tengo vergüenza de llorar, a veces estoy trabajando, me voy al baño, lloro y vuelvo a trabajar. Cuando me muera me voy a morir con una sonrisa porque voy a estar cerca de mi hija. Esto nos c… la vida, ya no soy feliz” expresó casi entre lágrimas y con el corazón en la mano pidiendo justicia por su ser querido. Mientras, el joven acusado agachaba la cabeza y se llevaba una servilleta al rostro dejando caer algunas lágrimas. Lo mismo ocurría con los presentes en la sala ante tan crudo testimonio.

Mónica Luna durante su alocución. FOTO: MARTÍN MUÑOZ QUESADA/LA OPINIÓN AUSTRAL


Tanto Luis como Mónica Luna coincidieron en un suceso que presenciaron en la noche previa al juicio cuando, tras rezar con “Benja” y “Marti”, los nenes pidieron porque “no haya más choques, porque no vuelva a pasar lo mismo y que no hayan familias destruidas” indicaron.

Mónica también dejó algunas frases contundentes durante su testimonio, tales como: “mi corazón se fue con la Sole, no quiero que (Martens) se muera, quiero que pague lo que tenga que pagar, que haya justicia. A veces miro al cielo y le pregunto ¿por qué me dejaste, Tole Tole?”.

El conductor del otro rodado

Un hombre de apellido Insfrán fue el siguiente en hablar ante el tribunal; era quien manejaba el Volkswagen Bora en el que viajaba Soledad. Él comentó que trabajaba de seguridad en el boliche y que, cerca de las cinco de la madrugada, había terminado su jornada. Luego “tomé un vaso de vodka con energizante” admitiendo haber conducido alcoholizado y relató que la camioneta iba “a alta velocidad, no pude reaccionar” señaló.

El debate continuó en horas de la tarde con más testimonios y se retomará en la jornada del jueves con las intervenciones de los peritos profesionales que trabajaron en la instrucción de la causa.

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