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Brutal. Atroz. Inhumano. Infierno. Fueron solo algunas de las calificaciones que se escucharon en la mañana del lunes en la Cámara Oral de Río Gallegos, en torno a un caso de maltrato infantil que llegó a helar la sangre de los profesionales más preparados de Santa Cruz, que trabajaron durante la instrucción.
Es que el caso de la casa del horror está entrando en su última etapa y, finalmente, tres hermanitos que llegaron a pensar que quitarse la vida era mejor que seguir en ese infierno podrán llegar a tener justicia y “estar tranquilos,” tal como dijo uno de ellos durante los días de juicio de la semana pasada.
Esta causa es seguida por La Opinión Austral desde el primer momento, cuando se supo que dos de estos niños salieron de su casa en busca de auxilio tras haber roto una tablet, allá por el invierno de 2021. Desde aquel momento, los tres comenzaron una nueva vida y, antes de seguir con ella, primero esperan que se haga justicia.
El caso tiene como acusados a David F., el padre biológico de las víctimas, y a Roxana V., quien era su pareja y es señalada como quien sometía, en la mayoría de las ocasiones, a los menores desde cuatro años antes de ser capturados y que el caso saliera a la luz.
Tal como lo informó este diario, el único que dio su versión de los hechos fue el padre de los sobrevivientes. En la primera jornada del debate que se llevó a cabo la semana pasada, se desligó de todas las acusaciones en su contra y aseguró que los verdaderos agresores fueron la madre biológica y un padrastro, en la misma línea de lo que Roxana había declarado durante la instrucción de la causa.
Este lunes, minutos después de las nueve de la mañana, todos los ojos de la comunidad estuvieron en Malaspina 41. Con un ligero retraso, el tribunal fue encabezado por Joaquín Cabral, acompañado por Eduardo López y Francisco Marinkovic como vocales subrogantes.
Un equipo de La Opinión Austral estuvo dentro de la sala que, como pocas veces, estuvo colmada. Entre los presentes había agentes del área de la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes y familiares de los sobrevivientes que, por estos días, están cuidándolos.
La entrada de los acusados fue casi repentina. Mientras muchos buscaban su lugar para comenzar el debate, a Roxana y a David les quitaron las esposas y fueron sentados junto a sus abogados Darío Mosso y Juan Botik, respectivamente.
Del otro lado de la sala estaban Verónica Zuvic, fiscal de Cámara, junto a Andrea Pérez como jefa de despacho, los defensores de Niños, Niñas y Adolescentes Jorge Godoy y Rita González, junto a la adjunta Laura Ramos.
Los acusados mantuvieron una postura estoica en varios tramos del debate. La mujer, en algunos momentos, intercambiaba miradas de asco, otras veces fruncía el ceño y también mostró algunas lágrimas que no dejó correr por sus mejillas, secándolas antes de que alguien las viera.
Por otro lado, David miraba puntos fijos dentro de la sala y mostró gestos de cansancio. En algunos momentos estaba con la cabeza gacha, otras veces buscando refugio dentro de sus brazos y, al igual que su consorte de causa, llegó a tener los ojos vidriosos.
La primera en dar su fundamento y pedido de pena fue Zuvic. En un contundente relato de los hechos, el encuadre y las circunstancias en las que ocurrieron los delitos, la representante del Ministerio Público cargó contra los acusados, acreditando todos los agravantes y anticipando lo que podría ser la tímida defensa de los imputados al destacar que el delito de “reducción a la servidumbre” estaba acreditado.
Durante los días de valoración de pruebas, quienes velaban por los derechos y garantías de los imputados dejaron algunos indicios sobre su estrategia, como las preguntas sobre cómo era el complejo residencial donde ocurría el horror. Preguntaron si contaba con medidas de seguridad que impedirían que los menores pudieran escapar.
Atenta, Zuvic se preparó en este punto y remarcó que ese delito no hace referencia solo a la privación de la libertad física, sino que da cuenta de la falta de autodeterminación que sufrían los tres niños tras años de maltrato, de hechos que los denigraban y que les generaron problemas de autoestima.
La fiscal señaló el agravante de alevosía e hizo una pregunta retórica: “¿Quién más indefenso que un menor de edad que ya venía de una situación de maltrato?” refiriéndose al pasado de los niños cuando también eran agredidos por su madre biológica.
El alegato fue seguido atentamente por los acusados, que alternaban entre miradas al suelo y miradas directas hacia donde estaba la fiscal. Incluso se pudo ver a David desviar la vista cuando se mencionó que había tenido una actitud “inerte” al ver los maltratos a los que eran sometidos sus hijos.
Uno de los momentos más fuertes fue cuando Zuvic solicitó la pena de 20 años de prisión para los acusados y, mirándolos fijamente, dijo: “A estos niños los mataron en vida, les hicieron creer que era mejor morir que seguir viviendo así.“
Luego fue el turno de Juan Botik de dar su alegato. En un breve relato que no superó los veinte minutos, el abogado de David dejó algunos interrogantes que no fueron resueltos durante la instrucción. Si bien el letrado entendió que los hechos ocurrieron y que “de eso no hay duda,” tal como aseveró ante el tribunal, hizo hincapié en que el delito de reducción a la servidumbre no estaba acreditado porque la casa no tenía rejas ni medidas de seguridad adicionales.
En el mismo sentido, dejó entrever que su cliente podría haber sido otra víctima de los hechos, sufriendo dependencia económica por parte de Roxana, ya que ella tenía un mejor trabajo. “Mi cliente se equivocó, pero, ¿quiso fallar? Es algo que no tiene que responder él, sino que debe resolver la Justicia,” indicó Botik, quien solicitó el beneficio de la duda.
El alegato de Mosso fue el último. El abogado de Roxana comenzó pidiendo que se investigue el rol de Godoy debido a la publicidad que se dio al caso una vez que se supo lo que ocurría, asegurando que podría generar un grave perjuicio a los menores de edad.
Algunos de los presentes calificaron como “retrógrada” la alocución de Mosso, quien dijo que “todas las personas pueden mentir sino no serían humanas,” poniendo en duda, pero sin decirlo explícitamente, el relato de los sobrevivientes que, ante más de cuatro autoridades, habían mantenido una versión coincidente.
Incluso dijo que las heridas que presentaron los niños, o al menos las secuelas, no serían coincidentes con las que constan en el expediente. “Si alguien le muerde las orejas todos los días, en algún momento se caen,” indicó. Él solicitó la absolución de su clienta o, al menos, el beneficio de la duda por una instrucción mal realizada. La sentencia se conocerá el próximo 20 de agosto, al mediodía, en las instalaciones de la Cámara.
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