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Este miércoles comienza el juicio que la familia Maidana ha esperado, y por el que ha luchado incansablemente, desde aquel fatídico 22 de febrero de 2024, cuando perdieron a Soledad, una integrante del Servicio Penitenciario Provincial y estaba volviendo a su casa tras hacer trabajos de adicional.

La causa, que conmocionó a Río Gallegos, pone en el banquillo de los acusados a Iván Martens, un joven al que Luis Maidana, padre de la víctima no duda en llamar “asesino”, y cuyo accionar al volante esa noche despertó el debate central sobre si el crimen debe ser considerado un mero accidente o un homicidio con intención de riesgo.

Soledad Maidana, la víctima, era subayudante en el Servicio Penitenciario Provincial.

Luis Maidana dialogó con LU12 AM680 en la previa al inicio del proceso judicial, manifestando la “expectativa de que finalmente se encuentre justicia”. A pesar de haber recorrido las calles, participado en marchas y en los izamientos dominicales con el cartel de su hija, la familia llega al tribunal de la capital santacruceña con una profunda herida y la convicción de que solo buscan una cosa: “llegamos al juicio con verdad, con ninguna mentira”, tal como lo dijo el pasado domingo a la Decana de la Patagonia.

Los Maidana habían llegado a Río Gallegos desde Buenos Aires “buscando la tranquilidad” que la vida cotidiana en la capital federal no ofrecía. La ironía resulta espantosa: antes de partir, una estadística nacional ubicaba a Río Gallegos a la cabeza de los accidentes de tránsito. A pesar de ese dato, vinieron buscando un futuro estable.
Soledad, la víctima, era una joven luchadora. Había sido estudiante, luego soldado voluntario en el Ejército y había trabajado en el Hospital Regional. Buscando una perspectiva profesional fija, había ingresado al Servicio Penitenciario Provincial(SPP), donde se desempeñaba al momento de su muerte. Era madre de dos hijos pequeños, Benja y Martín, quienes ahora están bajo la guarda de sus abuelos.

Ivar Simon Martens fue imputado de homicidio por chocar con su camioneta la parte izquierda de un auto donde murió Soledad Maidana. FOTO: LA OPINIÓN AUSTRAL

La noche del siniestro, Martens embistió el auto Volkswagen Bora en el que Soledad viajaba, justo en la intersección de Juan B. Justo y Vélez. El impacto ocurrió en el lado del conductor, afectando directamente la zona trasera del acompañante, donde iba Soledad.

Las pruebas y la calificación

Los datos recopilados en el expediente son contundentes y estremecedores. El acusado, Iván Martens, registraba un dosaje de alcohol en sangre de 1.94. Además, dio positivo para marihuana. A esta mezcla letal se sumó que Martens conducía con exceso de velocidad, con las luces apagadas y sin respetar una señal de “Pare”.

Luis Maidana y Mónica Luna, padres de Soledad. FOTO: JUAN PALACIOS/LA OPINIÓN AUSTRAL

A pesar de la claridad de los hechos, el juicio tardó en llegar. Maidana sospecha que el tiempo judicial está jugando a favor del imputado. Si bien la Justicia aduce la correlatividad de causas previas, el padre de Soledad piensa que Martens, al tener prisión domiciliaria, está siendo beneficiado, ya que todo ese tiempo se le descontará de una eventual pena efectiva tras las rejas. “Si yo pienso mal de la justicia, pienso de esa manera”, expresó con dolor en LU12 AM680.
El eje central del litigio que se presenta ante el tribunal -compuesto por la María Alejandra Vila, Yamila Borquez y Marcelo Bersanelli– es la figura legal. El caso está caratulado como homicidio culposo, pero la familia exige que se lo considere homicidio simple con dolo eventual.
La diferencia es mínima en la letra chica judicial, pero monumental en las consecuencias penales. La clave para esta solicitud radica en las declaraciones de los propios acompañantes de Martens.

Los familiares de Soledad maidana presentes en el tradicional izamiento dominical de Río Gallegos. FOTO: JUAN PALACIOS/LA OPINIÓN AUSTRAL

En la camioneta del acusado viajaban dos jóvenes, quienes abandonaron el lugar del hecho, y una joven, quien quedó en el sitio y fue herida. Los testimonios de ellos son lapidarios: le pidieron a Martens, en reiteradas oportunidades, que bajara la velocidad, pero este hizo caso omiso.
El nivel de pánico que vivieron los pasajeros fue tal que la joven se colocó el cinturón de seguridad y ayudó a Agüero a ajustarse el suyo. En la testimonial de una doctora que atendió a la joven figura que al preguntarle con quién venía, ella no contestó, sino que lo primero que atinó a decir fue: “Yo me aseguré de que la persona que venía al lado mío se coloque el cinturón“.

María Alejandra Vila, presidenta del juicio. FOTO: LEANDRO FRANCO/ LA OPINIÓN AUSTRAL

Para Luis Maidana, estos hechos demuestran que Martens, a sabiendas de lo que podía ocurrir, “aceptó lo que podía pasar y siguió con lo que estaba haciendo, que era apretar el pie en el acelerador”. Esto constituye, para Maidana, el dolo eventual: el acusado no quería matar, pero aceptó la probabilidad de que la muerte ocurriera.
El caso también revela las secuelas en los sobrevivientes. Uno de los hombres, que iba en el auto con Soledad, es quien más secuelas físicas sufrió y hasta el día de hoy “la está remando en dulce de leche” indicó Luis.

Lo cierto es que este miércoles, desde las 9 de la mañana, es espera que comience el debate de valoración de pruebas por el crimen de Soledad Maidana. Según pudo saber este diario, además del tribunal antes mencionado, serán parte del juicio Gabriel Giordano como abogado querellante, Verónica Zuvic como fiscal y Jesús María Moroso será quien vele por los derechos y garantías del acusado.

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