El domingo pasado, un trágico suceso conmocionó a la comunidad de Río Gallegos. Se trata del caso de Rodrigo “Cokito” Oyarzo, un joven mecánico de 30 años que falleció tras ser colisionado por una camioneta de Tránsito Municipal que circulaba a gran velocidad por la avenida San Martín.
Este martes, cuando el inspector de Tránsito fue a declarar a la Justicia, se difundieron las imágenes de la cámara de seguridad de la rotisería ubicada justo en la esquina de la avenida y la calle Fagnano, donde quedó destruido el auto de la víctima.
En el video se puede ver a un grupo de tres mujeres que caminaban por la vereda y cruzaban la calle hacia la farmacia y a los pocos segundos se ve el auto de Oyarzo que intentaba doblar hacia la izquierda para tomar la avenida, pero que antes fue embestido por el conductor de la camioneta.
Las imágenes muestran que los dos móviles de Tránsito circulaban a gran velocidad por San Martín y cruzaron en rojo.
El inspector de Tránsito Municipal que conducía el vehículo causante de la muerte, fue identificado como Jorge Vera, quien es el principal apuntado por el caso y actualmente se encuentra detenido en la Comisaría Primera de Río Gallegos.

Tal como informó La Opinión Austral, el agente ya había tenido un episodio en el pasado, en el que había sido señalado como uno de los inspectores que habían rociado gas pimienta a unos jóvenes en la capital santacruceña en el 2022.
Este martes, el imputado fue trasladado al Juzgado Penal N°1 de la capital provincial cerca de las 9.30 horas. Allí estuvo presente el fotógrafo de La Opinión Austral para tomar imágenes exclusivas del acusado.
Según pudo saber La Opinión Austral, la aclaración indagatoria de Vera concluyó cerca de las 13.00 horas, por lo que es muy probable que el acusado se defendiera, tal como lo hizo minutos después del choque. “Nadie iba persiguiendo a nadie“, negó Vera a las acusaciones de los testigos en el lugar de los hechos, tal como se vio en un video difundido en redes sociales y replicado por este medio.
Emotivo último adiós para Rodrigo “Cokito” Oyarzo
Entre la bronca, la indignación y el dolor, un gran número de vecinos llegó al cementerio de Río Gallegos para despedir a Rodrigo “Cokito” Oyarzo, un joven mecánico de apenas 30 años que tenía toda la vida por delante y que vio sus sueños truncarse al ser colisionado por una camioneta afectada a Tránsito Municipal en la zona céntrica de nuestra ciudad capital.
El caso generó indignación en la comunidad, ya que los inspectores de la comuna estaban yendo a un requerimiento por un choque, fuga y posterior presunta persecución ilegal en la zona de la costanera, mientras que “Cokito” -que no tenía nada que ver- estaba regresando a su casa junto a su novia, Belén H., tras haber estado trabajando en su taller hasta cerca de las cuatro de la madrugada.
“Cokito” y Belén iban a bordo de un Volkswagen Gacel “preparado”, como se dice en la jerga de la calle, reconocible para cualquier vecino de nuestra ciudad capital debido a que se encontraba en perfecto estado y que, tras el impacto y el trabajo de bomberos, quedó completamente destrozado e inutilizable.

El auto tenía la suspensión baja por una cuestión estética. Cuando “Cokito” llegó a la esquina de la avenida San Martín y Belgrano, bajó la velocidad para poder pasar el badén pronunciado y no afectar el chasis. Cuando estaba cruzando a la calle que cambia de nombre a Mariano Moreno, fue impactado de lleno en la puerta del conductor por una camioneta Ford Ranger afectada a Tránsito Municipal, guiada por Jorge Vera, un inspector conocido en los pasillos de la comuna como “de la vieja escuela” y que siempre prestó funciones en el horario de la noche.
La Ranger no iba sola. Dos móviles oficiales más la acompañaban, dos Nissan Frontier conducidas por otros agentes comunales. Ellos iban a un -según sus dichos- “requerimiento” en la zona de la costanera (ver recuadro).
La ligera lluvia se había apoderado de la ciudad cerca de las cuatro de la mañana. De acuerdo al testimonio de vecinos que estaban por la zona, vieron a las tres camionetas a alta velocidad sobre la avenida San Martín y cruzando en rojo al semáforo ubicado en la esquina con Belgrano.

El impacto fue inevitable y “Cokito” falleció en el acto, de acuerdo a fuentes policiales consultadas. El Gacel quedó irreconocible. Belén rompió en llanto en el asiento del conductor y debieron asistirla para poder sacarla del rodado, tal como se pudo ver en algunos de los videos que se viralizaron más tarde y que se encuentran disponibles en www
laopinionaustral.com.ar y en las redes sociales de Facebook.
El cuerpo de “Cokito” debió ser removido por Bomberos. Con herramientas de corte, lograron sacar los restos del habitáculo y en horas de la noche del domingo finalizó la autopsia. Oyarzo había fallecido, efectivamente, en el acto, a raíz de politraumatismos severos en la zona del tórax.
Jorge Vera no fue detenido en el momento, sino que tuvo tiempo para defenderse y decir “acá nadie persiguió a nadie, nosotros estábamos yendo a un requerimiento”, se excusó tras ser increpado por un vecino que había visto toda la secuencia (ver recuadro II).
Luego de las primeras pericias, efectivos de la Comisaría Primera dialogaron con Vera y le explicaron el motivo del arresto. El inspector agachó la cabeza, no se resistió y fue trasladado a la seccional de la avenida Kirchner, dependencia que tomó el caso por cuestiones de jurisdicción.

Con el pasar de las horas, una vez que se cumplieron los plazos legales, se supo que la Justicia determinó que Vera pasara a revestir la figura de detenido comunicado. Fuentes policiales consultadas indicaron que, pese a eso, hasta entrada la tarde del lunes nadie lo había ido a visitar.
Respecto a la causa, se supo que le quitaron sangre que será analizada en el Laboratorio Médico Forense, para determinar si estaba bajo los efectos del alcohol o alguna sustancia que afectara sus reflejos.
Tal fue la indignación de la comunidad por el caso que se generó un debate en las redes sociales sobre si el accionar de los agentes municipales estaba bien o no. Quienes defendieron a los inspectores que trabajaron en el caso fueron pocos. Por el otro, mucha gente cargó contra ellos recordando antecedentes en los que habrían actuado mal.
En paralelo, en la noche del domingo, personas hasta el momento no identificadas llevaron adelante un ataque que hasta fue repudiado por la familia de “Cokito”: llegaron a las inmediaciones del edificio central de Tránsito Municipal, en la calle Mariano Moreno a metros de Estrada, y, a piedrazos, atacaron los cristales frontales del lugar para luego escapar. De manera preventiva, se estableció una consigna policial en el lugar.

“Eso es lo que no queríamos, porque eso es venganza, no Justicia”, dijo una familiar del joven mecánico en declaraciones a este diario, quien prefirió el anonimato por recomendación de una abogada que les está dando una mano para la investigación de la causa.
En la continuidad de la causa, se busca establecer si las Frontier tuvieron algo que ver en el caso y la Justicia ordenó secuestrarlas. Hasta el momento, diez personas, entre ellas Belén -pareja de “Cokito”-, dieron su testimonio sobre lo que ocurrió en la fatídica madrugada.
“Cokito” era reconocido en el mundo tuerca. Había llegado a preparar varios autos para competir en las picadas del autódromo. “Era un crack el gordo, le dabas una bici y te la transformaba en una moto”, confió un amigo suyo a este diario durante el velorio que se hizo este lunes, con una sonrisa en la boca y lágrimas en los ojos, recordándolo.
Desde el mediodía hasta las cuatro, la esquina de la Cochería del Sur tuvo el tránsito cortado. Los allegados de Oyarzo coparon la parada y estacionaron ahí algunos de los vehículos que él había preparado. Desde un Fiat 147 hasta camionetas antiguas. Incluso colocaron un trofeo sobre un auto de la marca italiana. “Es uno que ganó un chico por las picadas. Cokito se lo había preparado”, dijo una amiga de Oyarzo.
Alrededor de las cuatro de la tarde, la ceremonia tuerca se trasladó a las inmediaciones del cementerio. En una transmisión en vivo que se encuentra disponible en el Facebook de La Opinión Austral, se puede ver cómo más de 300 personas llegaron a la calle Béccar para darle el último adiós al joven mecánico.
Con botellas de cerveza, el ruido de los motores, aplausos, llantos y gritos, las personas -en su mayoría chicos que no pasaban los 30 años- se fundieron en abrazos buscando resignación ante tamaña injusticia como es la pérdida de la vida de alguien tan joven.
Desde un Volkswagen Gol línea vieja y hasta camionetas de alta gama se estacionaron sobre la Béccar y usaron la calle como una dársena. Con los aceleradores a fondo, dieron una ruidosa y emotiva despedida a “Cokito”, tal como a él le hubiera gustado.
También hubo tiempo para dejar plasmado en la calle un recuerdo de Oyarzo. “Por siempre Cokito #1”, escribieron en el asfalto con aerosol naranja. Como dato, luego apareció en la escena un Fiat Duna blanco, también rayado con aerosol, que rezaba la misma frase que había quedado en la Béccar.

El único orador de la jornada fue el ministro que ofició la ceremonia religiosa. Tal como se escuchó en la transmisión en vivo de este multimedio, él dejó un mensaje para todos los presentes. “Pónganse firmes, sí. Pidiendo justicia siempre, pero no podemos responder el mal con mal, no tenemos que responder rompiendo vidrios, tenemos que demostrar que somos personas de bien y este calor lo vamos a usar para exigir justicia por nuestro hermano”, dijo durante su alocución, en la que los motores se apagaron para que la gente pudiera escuchar.
En el mismo sentido, el cura indicó que “la Justicia tiene que hacer su parte, nuestro hermano está yendo al cielo para estar con Dios. Cokito los va a estar cuidando siempre”, dijo antes de que el silencio se transformara en un aplauso ensordecedor de todos los presentes.
Los vecinos acompañaron el féretro, que tenía una inscripción que decía “Cokito Competición” en su tapa, hasta un nicho ubicado en la zona trasera de la necrópolis local.
Buscando una pronta resignación, los presentes se fundieron en un abrazo y, nuevamente, los escapes escupieron humo, los aceleradores fueron apretados hasta el fondo y el ruido de los motores se apoderó del ambiente. Tal como le hubiese gustado al joven mecánico.
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