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Hace quince años, una herida que no cierra para una familia de Río Gallegos. Una estudiante de medicina, con toda la vida por delante, perdió la vida cuando el auto en el que viajaba como acompañante fue embestido por una camioneta afectada a una empresa de servicios, guiada por un irresponsable cuyo rostro, hasta el día jueves, se desconocía.
Se trata del caso de Sonia Pérez, una chica de 19 años que había vuelto a Río Gallegos desde Rosario, Santa Fe, por las vacaciones de invierno. La noche de la despedida con sus amigas también fue la despedida de este plano para “Só”, como era conocida por sus seres queridos.
Sonia había sido diagnosticada desde muy chica con el síndrome de Poland, una afección congénita que se caracteriza por la ausencia o subdesarrollo de los músculos pectorales. En consecuencia, de manera periódica debía ser derivada para que se le hicieran estudios en el norte del país. Ese contacto casi permanente con el mundo de la medicina y las situaciones hostiles que le tocaba vivir hicieron que decidiera el rumbo de su vida: “ser la médica empática que ella no tuvo”, recuerdan hoy sus hermanas, hablando con La Opinión Austral.
El siniestro vial que acabó con la vida de Sonia ocurrió en la madrugada del 1 de agosto de 2010. Ella viajaba como acompañante en un Renault 19 color violeta. El auto era guiado por su mamá y, en el asiento trasero, iba Dai, su hermana. Ellas conversaban sobre lo sucedido en la fiesta: una joven había caído desde un primer piso del edificio y la policía nunca se había hecho presente.
A la altura de la calle Ameghino, el auto fue embestido por una camioneta guiada por Gustavo Germán Almonacid, quien se encontraba bajo los efectos del alcohol, acompañado de su hermano. En la zona estaba también un hombre que fue testigo de lo sucedido y actuó rápidamente, evitando que la camioneta se fugara. Só, Dai y su madre fueron trasladadas de urgencia al Hospital Regional.
Maru y Vero, las otras hermanas de la víctima, llegaron momentos después, tras el llamado de su papá, quien les había contado lo ocurrido. Este podría haber sido el primer momento en que pudieron haber visto el rostro del homicida, pero no fue así, ya que cobardemente se refugió detrás de unos policías. “Cuando fuimos a reconocer el cuerpo de mi hermana, fue cuando se escondió“, recuerdan hoy las hermanas.
Dai terminó con una fractura de tibia y dos intervenciones quirúrgicas. Aquí es cuando la situación, además de dolorosa, se transformó en aún más traumática. En escena apareció Carlos Muriete, un conocido abogado que, según las hermanas, “carancheó” la causa, ya que “todavía en estado de shock, me hizo firmar el poder para ser querellante”, indicaron las hermanas.
“Es gente de mucho poder, pero lo vamos a meter preso, yo tengo causas donde pudimos meterlos presos”, les dijo el letrado a las jóvenes. Almonacid fijó domicilio y fue como si se lo hubiera tragado la tierra. Las víctimas nunca más recibieron respuestas. En el medio, el incendio de la Cámara Oral causó la pérdida del expediente y no fue sino hasta 2021 que surgieron novedades concretas. En ese momento, Muriete falleció a raíz de una complicación del COVID.
A Almonacid le dieron dos años de prisión en suspenso. Nunca hubo un juicio oral, la familia apeló, pero la causa quedó en la nada, ya que nunca la Cámara se expidió. El tiempo pasó, y el muro de Facebook de Sonia se llenó y sigue llenándose periódicamente de mensajes que le dejan sus amigas y seres queridos, recordándola, escribiéndole en sus cumpleaños o solo diciéndole que todavía la aman. El recuerdo de ella está latente.
El papá de Sonia era “Carocito” Pérez, un hombre que trabajaba en la empresa Taqsa. Hace seis años falleció a causa de un cáncer de garganta. Como si su cuerpo hablara, quizás el nudo que tenía en esa zona por la pérdida irreparable de su hija más chica hizo que, hace más de un lustro, hoy esté junto a ella en otro plano que los vivos no comprenden.
Casualmente, al sexto aniversario del fallecimiento de “Carocito”, una amiga de Vero le contó que conocía a quien había asesinado a Sonia. Con otro nombre en Facebook, Almonacid vive actualmente en Plottier, Neuquén. Pese a las distancias, con ayuda de la tecnología, la hermana mayor le escribió a través de las redes sociales, pero el homicida nunca contestó. “Además, restringió el perfil”, indicó la mujer en declaraciones a este diario.
“Lo importante es que pudimos ponerle rostro al asesino, y queremos que haya un juicio oral y que él pague por lo que hizo”, indicaron Dai, Maru y Vero al unísono, coincidiendo en que la Justicia tome cartas en el asunto y, más allá del tiempo que ha pasado, Almonacid responda por lo que hizo aquella fatídica madrugada en la autovía 17 de Octubre, que hasta el día de hoy sigue siendo escenario de siniestros viales que cobran la vida de los vecinos.
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