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Cuatro metros cuadrados, un arma y una víctima. Ese fue el escenario donde se registró la muerte de Franco Cuevas, un joven que había ido a reclamar a una concesionaria por el inminente desalojo de su familia del barrio Del Carmen de Río Gallegos.
El juicio por la muerte de Cuevas es seguido por La Opinión Austral, con una cobertura exclusiva desde el recinto de la Cámara Oral.
El acusado de causarle la muerte al joven es Roberto Neil, un hombre de 44 años de edad que cumple prisión domiciliaria.
Durante la tercera y última jornada del juicio de valoración de pruebas brindaron su testimonio peritos oficiales y de parte que intervinieron en la instrucción de la causa.
Los jueces técnicos María Alejandra Vila, Jorge Yance y Yamila Borquez escucharon este martes cómo los profesionales defendieron los trabajos realizados, además de formular algunas preguntas para aclarar aspectos que no estaban del todo precisos.
En la mañana del 2 de junio de 2023, durante veinte minutos, Neil y Cuevas discutieron. En ese lapso, una cámara de seguridad registró cómo los hombres hablaban: Cuevas con ademanes violentos y el comerciante, tenso pero sin gesticulaciones.
Toda la previa quedó documentada en el registro fílmico que luego fue recuperado y secuestrado por el entonces juez de Instrucción Fernando Zanetta. Lamentablemente, el hecho que terminó con la vida del joven no fue captado por ninguna cámara de seguridad, y fue tarea de los peritos determinar cómo fue la postura de la víctima y del victimario, además de la mecánica del suceso.
El pasillo donde murió Cuevas fue mostrado por La Opinión Austral de manera exclusiva, en una transmisión en vivo disponible en las redes sociales de LU12 AM680.
Ese corredor está a la izquierda de la agencia, mirando desde el ingreso al edificio. Es un espacio de 3,95 metros de largo por 1,1 de ancho, con 80 centímetros en su parte más angosta. El mismo da acceso a dos oficinas con puertas a la derecha.
Este martes, minutos después de las nueve y media de la mañana, se hicieron presentes las partes: Verónica Zuvic y Aldana Ulloa por la Fiscalía de Cámara; Jorge Trevotich y Rosa Zúñiga como querellantes; y, del otro lado de la sala, Mariana Barbitta, Matías Gutiérrez y Roberto Neil, los primeros como defensores y el imputado, respectivamente.
Como ocurrió la semana pasada, los seres queridos del acusado ocuparon la primera fila, mientras que en la parte trasera se ubicaron los familiares de Franco, varios de ellos con remeras pidiendo justicia por el joven.
La jornada giró en torno a cuestiones técnicas y resultados de pericias. Las más relevantes fueron las destinadas a establecer la distancia de los cinco disparos y el patrón de dispersión de los tiros que impactaron en la víctima.
El revólver calibre .38 tiene un gran poder de fuego; esto hace que los residuos de pólvora se expandan en un lugar pequeño como el pasillo. “Incluso los residuos pueden quedar por horas en el sitio”, aseguró una especialista durante su intervención en el debate.
El primero en declarar fue un bioquímico del Poder Judicial, de apellido Hidalgo, quien realizó el estudio del patrón de dispersión en las prendas de Cuevas para determinar la distancia utilizando la técnica de Walker; es decir, a partir de los restos hallados en la campera y el pantalón de la víctima fatal y, según los gránulos detectados, establecer desde dónde se efectuaron los disparos.
A menor distancia, mayor cantidad de gránulos, para explicarlo en pocas palabras. Hidalgo indicó que “los disparos que recibió Cuevas se efectuaron a entre 20, 70 y hasta 100 centímetros (sin contar los 22 centímetros del largo del revólver), es una cuestión de centímetros” dijo.
Algo que podría debilitar la versión del acusado, quien desde su primera declaración sostiene que se trató de un forcejeo en el que se vio “acorralado” por Cuevas, quien habría sacado el arma plateada del interior de su campera y -según su versión-, él la tomó con la mano izquierda mientras usaba la derecha para defenderse; fue entonces cuando se habría producido el trágico desenlace.
En el mismo sentido, Hidalgo sostuvo que el disparo más cercano podría haber sido el primero, el que impactó en la zona inguinal del joven, ya que fue donde hallaron más gránulos en comparación con los demás.
Esto no pasó desapercibido para los presentes y fue cuestionado por la defensa. Incluso se vio a Neil hablando con sus abogados, visiblemente preocupado, abriendo los ojos, gesticulando y mostrando un papel con anotaciones.
El arma
El revólver fue hallado en la explanada de ingreso a la concesionaria de la calle French, entre dos camionetas que estaban en exhibición. Quien tuvo que peritarlo fue Natalia Sánchez, especialista del Poder Judicial con varios años de experiencia.
En una escueta pero valiosa intervención, este martes comentó que el arma de fuego contenía cinco vainas y que una de las recámaras individuales (también llamadas alvéolos) estaba vacía.
Esto fue relevante para la defensa, ya que posiblemente alguien gatilló en primer momento y ninguna bala salió, y posteriormente ocurrió la tragedia.
Cuando desvistieron a Cuevas en la Morgue Judicial para realizar la autopsia, le encontraron un total de 30 balas calibre .22. Tal como adelantó La Opinión Austral, todas tenían ADN de la víctima y no de Neil. Pero consultada este martes, Sánchez fue tajante cuando le preguntaron si el revólver calibre .38 podía disparar proyectiles de un calibre menor, y respondió que no.
Una de las últimas pericias que se llevaron a cabo fue la de determinar si el revólver podía entrar en el bolsillo interno de la campera de Cuevas, de 14 x 17 centímetros, y la profesional indicó que sí, aunque una parte de la culata quedaría “al aire”.
Luego fue el turno de un perito de parte que había participado en las pericias realizadas en la concesionaria. Para él, la hipótesis de una distancia de 100 centímetros no era posible, y aseguró que una “distancia real sería de unos 40 centímetros”, siempre sin contar el arma, sino desde la boca del cañón del revólver.
Durante la exposición de este especialista hubo un momento de tensión en el recinto, ya que Rosa Zúñiga se descompensó y salió de la sala de juicio entre lágrimas, acompañada por Carla Cuevas, su hija. Ella esperó el final del debate en el asiento del acompañante de un auto blanco estacionado frente a la Cámara Oral.
La exposición de este perito de parte fue extensa, pero dejó varias conclusiones. A su entender, se trató de una ráfaga ininterrumpida de disparos, la distancia entre ellos y que “existió la posibilidad de forcejeo”, expresó.
El punto álgido de la jornada llegó cuando intervino la licenciada Dahiana Ismach, quien realizó la pericia interdisciplinaria del caso; es decir, reunió todas las tareas efectuadas y arribó a una hipótesis factible sobre la posición de la víctima y del victimario, además de la dinámica de cómo falleció Cuevas.
Ismach se valió de una presentación en PowerPoint que fue proyectada en una de las paredes de la sala para que la observaran los presentes, aunque ni Carla Cuevas ni Roberto Neil la miraron, sino que permanecieron atentos a la exposición de la profesional.
El cuerpo de Cuevas recibió cinco disparos, y dos quedaron alojados en su cuerpo. Las que tuvieron orificio de salida fueron relevantes para determinar la dirección de las municiones y la posición del arma al momento de ser accionada.
Para Ismach, la primera bala salió casi en paralelo con el suelo, a la altura de la ingle de Cuevas, y salió por uno de sus glúteos.
Luego del primer tiro, Cuevas giró en dirección antihoraria en una actitud actitud “evitativa” o de “resguardo”, es decir, hacia la izquierda, y luego recibió cuatro disparos más en su costado derecho, para finalmente caer en la entrada del pasillo.
A partir de las manchas de sangre en el suelo, Ismach determinó que Cuevas no se movió tras el hecho, ya que las marcas hemáticas quedaron apenas dispersas en la zona.
La especialista también hizo especial hincapié en los restos de pólvora tras los disparos. “Es un arma de grueso calibre, en un lugar de pequeñas dimensiones; los residuos quedan por horas, no es extraño que haya tantos, y eso no implica que sean de contacto directo”.
Como dato, hubo un momento en el que Neil fue invitado a relatar su versión de los hechos nuevamente, tal como hizo ante el Juzgado de Instrucción, en la indagatoria y en la reconstrucción de los hechos realizada la semana pasada.
El comerciante se levantó y, algo nervioso, volvió a reproducir la mecánica antes mencionada. Ismach, al observar cómo terminaba el recorrido de su brazo -en la misma postura que muestra la imagen principal que ilustra esta nota-, expresó: “No, eso es imposible”, ya que no tenía posibilidad de accionar el gatillo. También ratificó que la distancia no alcanzaba los mínimos 20 centímetros que estableció la pericia de Hidalgo. Se plantearon otras hipótesis, pero ninguna fue concluyente.
De esta manera, se cerró la etapa de valoración de pruebas del juicio con un balance bastante equilibrado para ambas partes.
Lo que viene
Por cuestiones de agenda, tal como adelantó La Opinión Austral, la Cámara Oral será escenario de otro juicio el miércoles, y el caso Cuevas fue reprogramado para el jueves, cuando tanto la Fiscalía como la defensa darán a conocer sus fundamentos y potenciales pedidos de pena. La querella podrá presentar sus alegatos, pero no solicitar una condena contra Neil, ya que actúa como parte adherente.
Cabe recordar que el mismo jueves, pero al mediodía, vencen los plazos para que la familia de la víctima abandone la vivienda en conflicto por orden del fuero civil.
En caso de no acatar la resolución, existe la posibilidad del uso de la fuerza pública para proceder al desalojo. Fuentes judiciales adelantaron que habrá un mediador para evitar que la situación derive en un episodio violento.
Con el cierre de la valoración de pruebas, donde declararon varias personas que intervinieron en la causa, el camino para conocer la verdad del caso está, al igual que la casa de la discordia, a la “vuelta de la esquina”.
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