El 2007 fue un año bisagra para la vida gremial y social en Santa Cruz. El conflicto social más extenso que se recuerde tuvo uno de sus puntos cúlmines el 9 de mayo de ese año. Los hechos marcarían las horas finales del gobierno de Carlos Sancho (FPV) en la provincia.
Aquella mañana, una larga columna de trabajadores municipales de Río Gallegos avanzaban sobre la Avenida San Martín. Eran pasadas las 10 de la mañana y la concentración de los obreros se movilizaba con destino final a la Casa de Gobierno, previamente, el objetivo era hacer un alto por el edificio municipal, dónde los esperaban el intendente radical Héctor Roquel, junto a concejales y el entonces obispo de la Provincia, Juan Carlos Romanín, para recibir un petitorio, dirigido al gobernador Sancho para que libere la asistencia financiera necesaria para el pago de sus sueldos y el reclamo de un incremento del 15% en los haberes.
Los trabajadores habían partido a las 9 de la mañana desde el Corralón municipal junto a camiones y maquinarias pesadas. Llegaron hasta la rotonda Samoré y la marcha continuó por la Avenida San Martín. Más allá de los cánticos y bombos, todo era en paz y nada anticipaba lo que sucedió poco despues.

Cuando la columna llegaba a la intersección de la calle Urquiza, a solo una cuadra del Municipio, para encontrarse con el resto de los trabajadores municipales (unos 400) de las áreas administrativas que los esperaban para unírseles, un número significativo de policías pertrechados con equipos antimotin y encabezados por el propio jefe de la Fuerza, Wilfredo Roque, surgieron desde los laterales de la Avenida y los interceptaron
Sin casi mediar palabra ni aviso, tiraron gases lacrimógenos y dispararon balas de gomas sobre los manifestantes. El caos y la desesperación se apoderó de la calle. Manifestante, gente que transitaba por ahí e incluso los propios periodistas que estábamos ahí cubriendo la marcha, como otras tantas veces, fueron sorprendidos por el accionar policial.

Casi dos decenas de trabajadores debieron ser ingresados a la guardia del hospital. Uno de ellos, Miguel Ángel Aranda, fue internado con heridas graves y luego de una operación, perdió el dedo de uno de sus pies.

Aquel momento fue transmitido en vivo por LU12 AM680 por Ángel Vargas. Irene Stur hizo lo propio para Radio Al Sur. En nuestra voz se reflejaba lo sorpresivo de la situación y las dificultades para respirar, debido al gas lanzado.

Al menos, medio centenar de cartuchos quedaron disperos en la calle, dándo testimonio del embate policial. Entre los manifestantes afectados hubo hombres y mujeres. El gas lacrimógeno lanzado fue tanto, que el humo llegó hasta el Jardín N° 1, ubicado media cuadra del lugar.

Repercusiones
Desde el Municipio, sus autoridades, rápidamente salieron a tratar de frenar el accionar policial. Retomada la calma en el lugar y mientras aún no se terminaba de contabilizar los heridos, el intendente Roquel y el presidente del Concejo Deliberante, Raúl Cantín (FPV) marcharon junto a los trabajadores para solidarizarse con ellos y en repudio a la “represión”. “No debemos caer en la provocación de los violentos” pidió el jefe comunal y les pidió a los centenares de manifestantes “mantener la tranquilidad, como siempre lo han hecho”.

El obispo Juan Carlos Romanín también expresó a los trabajadores su solidaridad y señaló que “como pueblo civilizado”, el único camino “es la paz y el diálogo”. Rechazó la el accionar policial al señalar “recién se ha utilizado la violencia y eso no nos ayuda para nada, porque crecen las tensiones y divisiones y no se puede construir nada nuevo”, remarcó.

El secretario general del Sindicato de Obreros y Empleado Municipales de ese entonces, Pedro Biott, recibió varios perdigones de goma en el brazo y uno en el vientre. “Fue una emboscada” relató, “no sabemos porqué reprimieron, porque marchábamos pacíficamente, de repente empezaron a tirar a lo que se les cruzara”.

Las últimas explicaciones
El ministro de Gobierno Daniel Varizat, horas después, en conferencia de prensa, dio su versión de los hechos. Responsabilizó a los trabajadores y buscó endilgarle “el componente político” por las declaraciones de solidaridad del intendente y concejales.

“Habría que explicar porqué una manifestación por reclamos al municipio termina en la Casa de Gobierno” señaló. Junto a Varizat estaba el entonces ministro secretario General de la Gobernación, Roque Ocampo. Fue él quién resaltó que también hubo cinco policías heridos y rechazó que las heridas de Aranda (quién perdió el dedo de su pie) hubieran sido provocadas por balas de goma. A lo que Varizat agregó que la misma podría haber sido “autoinfligida” para provocar más reacción. Algo que días después sería desmentido por las autoridades sanitarias y judiciales.

En paralelo, Carlos Sancho que se venía manteniendo en silencio en los últimos días, brindó lo que sería, se sabría luego, sus últimas declaraciones a La Oinión Austral como Gobernador. Responsabilizó a los gremios y a la oposición de la falta de diálogo. “No pretenden un arreglo, eso está claro” aseguró. Y sostuvo que eran las acciones gremiales las que “pretenden generar una división en la sociedad”.
Respecto de la arremetida policial, sólo se limitó a señalar que fueron los manifestantes los que agredieron a la Policía, la que buscaba “que no ingresaran con maquinaria al casco céntrico (…) pero la pusieron en marcha y entonces el personal tuvo que actuar“.
Renuncia
Aquella jornada del 9 de mayo terminó con una de las manifestaciones más multitudinarias que vivió Río Gallegos, dándo cuenta que la demanda social trascendía el simple reclamo salarial con el que había comenzado el conflicto sindical, dos meses atrás.

Sólo 24 horas después, el 10 de mayo, llegaban nuevas noticias desde la Casa de Gobierno: Acorralado por la masivas protestas, Carlos Sancho renunció. Cabe recordar que el hombre asumió, en su condición de vicegobernador, la máxima magistratura de la provincia luego de la renuncia del gobernador Sergio Acevedo en el año 2006, también luego de una revuelta en Las Héras en la que resultó muerto el comisario post morten Jorge Sayago.

Rápidamente se puso en marcha el mecanismo de sucesión. Daniel Peralta renunciaba a la intervención de YCRT para reasumir en su banca legislativa, ser electo vicepresidente primero y así transformarse en el nuevo gobernador de la Provincia. El conflicto aún no había terminado, pero una nueva hoja en la historia social y política santacruceña, comenzaba a escribirse.
Leé más notas de La Opinión Austral
Compartir esta noticia
Dejanos tu comentario