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Por Juan I. Martínez Dodda
El alimento, su suministro y planificación es el insumo fundamental para la toma de decisiones en cualquier esquema productivo. Pero cuando no hay muchas posibilidades de “salir a comprarlo” a un costo razonable, cada kilo de pasto cuenta. Con este panorama sobre sus hombros, un equipo de técnicos está desarrollando un estudio sobre diferentes materiales forrajeros en distintas regiones productivas de la provincia, su desempeño y factibilidad. Por ahora han hecho las primeras pruebas de parcelas. El paso siguiente en esta campaña es aventurarse a campos de productores para validar aquello que vieron en porciones más reducidas y controladas.
Esto se da en el marco del Proyecto Estructural Macro Regional “Aportes al Desarrollo Sostenible de los Valles Patagónicos” y lo que se estudió fue el potencial productivo y nutricional de nuevos cultivares de especies forrajeras, anuales y perennes. SCP dialogó con uno de los técnicos, Víctor Utrilla, del Grupo de Investigación en Producción Agropecuaria del INTA. “Sabemos que el pastizal natural está teniendo limitaciones para consolidar una oferta forrajera, principalmente por cuestiones climáticas, por eso nuestro objetivo es ofrecer una alternativa para disminuir los baches forrajeros y mejorar los indicadores productivos con estas pasturas”, contó Utrilla.
“En la Patagonia Austral la productividad de los sistemas ganaderos es limitada y se sustenta en el aprovechamiento extensivo de los pastizales naturales; en este marco, una alternativa para mejorar los índices productivos de las majadas y rodeos es la implantación de pasturas destinadas a pastoreo estratégico o a la producción de forrajes conservados”, justifican en el trabajo.
Bajo manejo agronómico, obtienen rendimientos promedio de unos 5.000 kg. MS/ha/año.
Las zonas probables
Los lugares con más posibilidades son, claro, los valles bajo riego como Gobernador Gregores, Perito Moreno, Los Antiguos, entre otros. Pero también los sitios de precordillera, oeste y sudoeste, Río Turbio, El Calafate, etc. “En secano, la siembra se hace con un régimen, en lo posible de 200 mm., porque la etapa crítica es la implantación y es en época otoñal, principalmente gramíneas, las leguminosas requieren más agua y por eso son más de primavera, en tanto que bajo riego, en los valles, la siembra es toda en primavera”, repasó Utrilla.
La brecha, el bache del que habla Utrilla es en otoño, invierno y la primera parte de la primavera. “Por eso la importancia de poder hacer reservas, hacer rollos y fardos para la suplementación de la cría y la recría, también con pastoreo directo cuando se pueda”, explicó Utrilla.
El desarrollo de forrajes locales evitaría salir a comprarlos provincia afuera, a mayores costos.
Entre las fortalezas, el grupo de trabajo destacó “la superficie de mallines glacifluviales, que ronda las 880.000 ha. en la provincia y resulta factible realizar un manejo diferencial y mejorar los sistemas de pastoreo de, al menos, el 5% de esos ambientes que presentan una condición buena. Los mallines pueden producir entre 2.500 y 6.000 kilos de materia seca por hectárea por año“.
Según el propio Utrilla, en un trabajo de 2015, la superficie bajo riego a nivel provincial y con potencialidad para incorporar especies forrajeras cultivadas (anuales y perennes) asciende, aproximadamente, a 800 ha., según el siguiente detalle: Los Antiguos 200 ha., Lago Posadas 60 ha., Perito Moreno 290 ha. y Gobernador Gregores 250 ha.
Bajo el manejo agronómico actual, los rendimientos promedio se aproximan a los 5.000 kg. MS/ha/año, con variaciones según se trate de especies anuales y/o perennes.
Con la información agroclimática y agronómica disponible, podrán determinar zonas productivas para introducir las especies forrajeras cultivadas. Eso permitiría optimizar la secuencia de aquellas y establecer cadenas forrajeras sencillas, para reducir el déficit forrajero.
La red de ensayos, que se desarrolló durante la temporada 2023/24 en valles de las localidades de Río Turbio-28 de Noviembre, Perito Moreno, Gobernador Gregores y en un sitio cercano a El Calafate, está investigando nuevos materiales, probando cereales de invierno como triticale, cebada, avena y centeno. Y después gramíneas -festuca alta y pasto ovillo-, leguminosas perennes -como alfalfa- y leguminosas bianuales, como vicias villosa y sativa y una nueva como sainfon, que es una leguminosa perenne “que estamos viendo para poder replicar esta próxima temporada”. Mientras que entre los forrajes alternativos se encuentran arveja y remolacha forrajera, en la búsqueda de nuevas alternativas forrajeras para la alimentación animal.
En el valle de Perito Moreno, los primeros resultados productivos a nivel experimental revelan rendimientos variables. En el caso de los cereales forrajeros de invierno, la producción forrajera a la cosecha para cebada y triticale oscilaron, respectivamente, entre 9 y más de 20 toneladas de materia seca por hectárea. Con relación a las especies forrajeras perennes, la alfalfa y la festuca alta reportaron rendimientos respectivos inferiores y superiores a lo esperado, entre 2,5 y 5-6 toneladas de materia seca por hectárea al primer corte.
Utrilla sueña: “Si no tenemos reservas propias, hay que salir a comprar afuera de la provincia, lejos y caro, por eso deberíamos poder priorizar una producción acá que nos sirva, por qué no, hasta para poder engordar nuestros propios animales acá, sin tener que llevarlos a Chubut para que después vengan como media res”.
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