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Este 19 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, con el objetivo de concientizar a la comunidad acerca de este diagnóstico, conocer las formas de prevención y tratamiento. En este marco, La Opinión Austral conversó con vecinas de Río Gallegos que conviven o convivieron con esta enfermedad: Claudia Verónica Ovando, Mercedes Saules y Sandra Mónica Lozano.

Las dos primeras forman parte de la comisión de la Asociación Civil “Buen Día Vida”, que acompaña a pacientes oncológicos en la provincia de Santa Cruz desde hace más de 25 años, con sede en la ciudad capital. Sandra, por su parte, está vinculada a esta agrupación como socia.

“Hay un montón de opciones para canalizar la enfermedad y hay motivos para seguir viviendo. Para no quedarnos con eso guardado, hay que hablarlo. Cada uno sabe bien lo que le gusta y, al estar solos, llenamos ‘el galpón de palomas’ con pensamientos rumiantes que no nos hacen bien”, expresó con gran sensibilidad Claudia.

El 30 de septiembre, el grupo “Buen Día Vida” brindó por sus 26 años.

“Hay que exteriorizarlo”

En 2019, a Claudia Verónica Ovando, de 52 años, le diagnosticaron cáncer de mama. Un año después, fue sometida a varias cirugías para extirparlo. Sin embargo, desarrolló mastitis granulomatosa crónica, una enfermedad poco frecuente.

“Al no poder hacer los tratamientos de radioterapia y quimioterapia, tengo un tratamiento de una década con medicación hormonal. Me sacaron la teta y llevo seis cirugías en la mama y dos en el útero, por el cáncer y esta enfermedad que apareció después”, comentó.

En relación al momento en que recibió el diagnóstico, mencionó que siempre se realizaba chequeos regularmente. Durante uno de esos controles, los doctores notaron algo anormal en su mama derecha: “Había unas microcalcificaciones dispersas”, explicó.

También señaló que “en la exploración mamaria no se podía visualizar, no era algo externo, eran como granitos de sal”. Por eso, destacó la importancia de la detección temprana: “Lo pude agarrar super a tiempo. Gracias a la constancia y a hacerme los estudios, logré que no avance”.

Claudia relató cómo informó a sus cinco hijos acerca de su enfermedad: “Hicimos una videollamada, porque dos de ellas no estaban acá en ese momento. Les conté lo que sentía y les di su tiempo para procesarlo”. Pidió más tiempo para contarle a su madre, quien después fue diagnosticada con cáncer de colon, y a su hija más pequeña, que hoy en día tiene 10 años. Para explicárselo, utilizó un enfoque especial: “Le conté a través de un cuento cómo era la enfermedad, y en ese momento ella ya estaba prevenida de lo que podía suceder”, relató.

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Claudia Ovando. Foto: Andrea Daufí/La Opinión Austral.

Claudia, que aspira a tener un taller de escritura y metodología de estudios, muestra gran resiliencia. “Mi hija me regaló un libro de Pilar Sordo, Bienvenido Dolor. En uno de sus últimos capítulos, dice que uno recibe un presente sin saber qué es, y a veces lo abrís y es la palabra cáncer. Yo acepté ese presente”.

Sobre su llegada a la asociación “Buen Día Vida“, relató que ocurrió tras el fallecimiento de una amiga por cáncer de mama: “Ella lo vivió de otra manera, y yo quería hacer todo lo contrario. Quería que los demás supieran que tenía cáncer, necesitaba el acompañamiento de mi familia y seres queridos. Lo pedía a gritos”, expresó.

En ese sentido, reparó en la relevancia del apoyo psicológico: “Sin ese tratamiento, hubiera sido terrible enfrentar la enfermedad. La parte emocional es fundamental. De nada nos sirve tener un cuerpo saludable si mentalmente estamos mal”.

Finalmente, subrayó que es crucial la prevención. Cabe destacar que, en Argentina, se estima que uno de cada tres tumores detectados es cáncer de mama, y cada año más de 22 mil mujeres son diagnosticadas, de acuerdo a datos del Instituto Nacional del Cáncer. Claudia recalcó que “lo más importante es hacerse los chequeos. Así se reduce considerablemente el riesgo de llegar a un estadio avanzado”.

“Respirar profundo con toda la fe “

Sandra Mónica Lozano, de 66 años, recibió el diagnóstico de cáncer de mama en 2021 y en diciembre de ese año fue operada. “En 2022 estuve un año con quimioterapia, después tuve 45 días de radioterapia, y en diciembre de este año me dan el alta”, comentó.

El día que conoció el diagnóstico fue “un shock”, según sus propias palabras. Estaba en su jornada laboral en el área de asistencia de la Municipalidad de Río Gallegos cuando su doctora le envió un mensaje de WhatsApp con la noticia: “Hasta hoy no puedo recordar qué hice cuando me enteré. Me agarró un ataque de llanto, no sabía qué hacer”.

“Mi hijo me acompañó a buscar los estudios. Era noviembre, un día hermoso, así que me quedé afuera del consultorio, sentada, mirando al cielo y las lágrimas comenzaron a correr”, recordó con melancolía.

Sandra hizo hincapié en que no se deben comparar las experiencias de quienes enfrentan el cáncer: “Todos los cuerpos son distintos. El error es pensar que el cáncer es algo malo que te va a contagiar”, manifestó.

A su vez, se refirió a las situaciones que vivió durante la quimioterapia, como comunicarle su enfermedad a su madre internada y la pérdida de cabello. “Un año de quimio es muy fuerte. Mi cuerpo cambió mucho”, recordó. Para evitar el impacto de la caída del pelo, decidió cortárselo muy corto al principio: “No estaba lista para pelarme del todo. Aun así, el día que decidí afeitarme, mi hijo me acompañó. Él buscó la afeitadora y se rapó junto conmigo. Fue un gesto de amor que me hizo sentir acompañada”, comentó entre risas.

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Sandra Mónica Lozano. Foto: Andrea Daufí/La Opinión Austral.

El cambio estético del tratamiento fue duro para Sandra: “El pecho y el cabello cuestan mucho. Siempre fui rubia, pero me creció negro con blanco. Mis nietos me decían que no les gustaba ese color, que querían el mío, rubio y después me teñí de ese color”.

Por otra parte, lamentó que, tras el diagnóstico, algunas amistades se alejaron. “Cuando alguien tiene cáncer, la familia debe acompañar, porque te sentís muy sola”. A propósito, señaló la importancia de contar con apoyo de allegados o de grupos: “Empecé a ir al Buen Día Vida, pero al principio me costaba. A medida que pasaba el tiempo, me sentía peor. Cometí el error de no haber ido a un psicólogo ni a una nutricionista”, reconoció.

A pesar de todo, valoró lo que le dejó el cáncer: “Aprendí a quererme más y a disfrutar de cosas simples, como ver la tele, de mirar Netflix, de tomarme unos mates. Pero hay cosas que ya no me interesan como antes”. Además, remarcó que “creo mucho en Dios, así que rezo. Y eso te ayuda”.

En cuanto a qué le diría a una persona que atraviesa esta enfermedad, recomendó: “Respirar profundo con toda la fe y tratar de estar acompañada de quienes te quieren, porque a veces uno no pide. No hay que estar sola, y hay cuidarse. La parte más jodida no es operarse, es el después”.

“No hay que dejarse estar”

Mercedes Saules, de 73 años, tuvo y logró superar el cáncer hace más de una década. En el año 2006 se lo detectaron y el tratamiento duró alrededor de cinco años. “Gracias a Dios, nunca más me volvió el cáncer de mama”, remarcó.

A propósito de cómo se enteró de esta noticia, la ama de casa comentó: “Haciéndome todos los controles, en una ecografía mamaria me saltó que tenía una cosita chiquitita”. No obstante, reveló que “el doctor tampoco me decía, él siempre me hablaba si era malo, nunca me dijo”.

Lamentó que “el médico le tenía miedo a la palabra (cáncer), después que me operó sí me dijo que era malo”. Luego de recibir la noticia, Mercedes comenzó a pedir una peluca: “Busqué del mismo color del pelo mío, que es negro, y, mi hijo, que vive en Buenos Aires, el mayor, dice: ‘Bueno, pero no te adelantes’”.

Aclaró que ella no debió realizarse la quimioterapia. “Gracias a Dios, lo único que tuve fue rayos”, manifestó y aseguró que trata de mantener una actitud optimista en los controles: “Voy pensando en positivo. Esto cambió mi manera de ver la vida. Vos decís, estoy viva, conocí a mis nietos, bueno, mi marido conoció igualmente a todos los nietos”.

Su esposo, con el que estuvo casada durante 56 años y falleció el año pasado, también tuvo cáncer de colon. Esta situación, contó, “sí me generó más miedo, pero por el modo de ser de él, que era muy callado, muy reservado, que si sentía algún dolor no lo iba a decir”.

Mercedes Saules, integrante de Buen Día Vida.

Recordó que “estuvo siete años feliz, porque se hizo quimio y estuvo todo perfecto, después nos mandaron a hacer un estudio completo en Buenos Aires, y todo le salió perfecto, pero de golpe, en septiembre del año pasado, le hicieron estudios y el doctor le dijo ya le había tomado por todos lados”.

En cuanto a su llegada a Buen Día Vida, comentó que la llevó su hermana, quien también estaba diagnosticada con cáncer de mama y perdió la vida en 2018. “El grupo es buenísimo, no se la pasan llorando, vos vas y contás tu historia, cómo pasó todo”, enfatizó.

Mercedes destacó que contó con el acompañamiento de sus cuatro hijos: “Todos han estado acá, y después que se fue el padre, lo mismo. Con lo del padre fue más fuerte, ya estaban más grandes”, aunque reconoció que “cuando me enteré que tenía cáncer, tenían miedo, de qué reacción podía tener”.

Para cerrar, subrayó que la prevención es crucial “para agarrarlo a tiempo y por eso, ante la menor cosita que sientas, hay que avisar”. Y les recomendó a quienes tienen la enfermedad: “Que no se dejen estar, que hablen, que tengan amistades, que vayan al grupo. Tener la mente ocupada”.

Tanto Claudia, como Sandra y Mercedes coinciden en que el acompañamiento y la contención de los seres queridos son cruciales al momento de recibir este diagnóstico. Tal como establece la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME), en el caso del cáncer de mama, se estima que entre el 20% y el 60% de quienes lo tienen pueden experimentar síntomas de depresión. En este contexto, recibir apoyo psicológico resulta de gran ayuda.

Asimismo, las tres vecinas de Río Gallegos destacaron que su detección temprana incrementa las posibilidades de cura. “Todas las enfermedades, tanto el cáncer como muchas otras, se pueden prevenir cuidándose”, recalcó Sandra.

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