Fue una tarde más en Los Vascos. Una mesa redonda con seis sillas. Otras cuatro mesas cuadradas. Frente al mostrador, una hilera de seis sillas, altas, de tapizados beige. Detrás, “Pepe”, uno de los hijos, con varios ejemplares de La Opinión Austral: en la tapa está Ramiro, su padre. La caja registradora, adornos, fotos, un piano mudo, un cuadro con la imagen de Ricardo Balbín, banderines y placas. Una, de letras blancas y fondo azul, que dice: “Avisá Che, preguntame a mí. Ramiro”. Y hay otras: “Reglamento: si puedes beber hoy, ¿por qué dejarlo para mañana?”; “Con cerveza no hay tristeza”. La tele, encendida y en silencio.

El 15 de febrero, Ramiro Kroeger cumplió 93 años y los periodistas del Grupo La Opinión Austral Belén Manquepi Gómez y José Silva lo entrevistaron para que relatara su historia de vida.

“Pepe” y Ramiro con el diario La Opinión Austral.

La Opinión Austral dijo: “Así, el 1° de septiembre de 1958 se hizo cargo del local, el mismo que hoy mantiene en su entrada la palabra Aurrera, que significa adelante en lengua vasca. En su interior, cada rincón cuenta una historia de la vida de Ramiro, de su familia y también de Argentina”.

Ramiro Kroeger dijo: “Son miles las personas que han pasado por el mostrador: viajantes, médicos, diputados, muchas veces uno los nombres no los sabe, los conoce así de vista y los atiende. El que venía era el vicegobernador Madroñal en los tiempos del doctor Paradelo”.

una de las frases que funcionan de adorno.

Es que Los Vascos nació cuatro meses después que asumiera el primer gobernador de Santa Cruz, Mario Cástulo Paradelo.

A su historia se la escribe en pasado, presente y futuro.

A la izquierda, apoyado contra la pared, está sentado Ramiro. En la mano derecha tiene un mini control remoto. Luce con orgullo la campera verde militar que le regalaron hace tiempo los pilotos de Malvinas.

Hace unos días, el 2 de marzo, participó del homenaje a los héroes del aire en Punta Loyola cuando la empresa CGC convocó a todos para no olvidar que Santa Cruz vivió de cerca la guerra. Ahí está el buque Marjory Glen. Herido de bala, encallado, es historia viva. Muchos de esos pilotos estuvieron varias veces en Los Vascos y ahora volvieron a visitarlo. Y no dejan de agradecerle todo lo que hizo por ellos y lo que hacían con compromiso los habitantes de Río Gallegos. Y su recuerdo: “A las 19 había que empezar a recorrer las manzanas por si había luces prendidas y avisarles a los vecinos que tuvieran cuidado. Dábamos vueltas hasta las 3, 4 de la mañana. Hacían 20 grados bajo cero en pleno invierno, pero había que hacerlo”.

Ramiro sigue yendo a su bar.

Ese día de cumpleaños muchos amigos no pudieron estar con él. E hicieron una promesa. “Tenemos que ir a cantar El feliz cumpleaños todos juntos”. Y así lo hicieron. Le llevaron una sorpresa.

Llegaron de a uno y fueron “copando” la mesa central. Las cervezas fueron circulando. Ramiro, desde su lugar privilegiado, miraba a cada uno. Más recuerdos y anécdotas. Y más cervezas para templar la tarde. Entre los amigos hubo competencia de quien era el mejor asador de cordero de la Patagonia.

Entre risas y bromas, apareció el hombre de la guitarra: Diego Arias. Fue recibido “como un Beatle”. También se acercó a saludarlo. Abrazos, fotos, video, risas. “Pionero y NyC de acá, de Santa Cruz. Vine a regalar al amigo Ramiro unas hermosas canciones de la zona por sus 93 años”.

Diego Arias ocupó la silla que lo esperaba. Todos cómplices de por qué estaba ahí. Ramiro miraba en silencio. Y empezaba a emocionarse. Diego les hizo mimos a las cuerdas, le dio un beso al cuerpo de la guitarra y arrancó.

Imparable. Cantó una y otra vez. Con sus letras y música de Hugo Giménez Agüero, se sumó a la celebración. Intacto en el recuerdo. Aplausos. Y más aplausos. Ramiro empezó a llorar, a su manera. Algo para afuera y algo para adentro.

Hasta que se animó, dejó la silla y se puso de pie en la punta del mostrador. En sus ojos, alegría y agradecimiento. Más música, más aplausos y la guitarra que hablaba el mismo idioma de todos.

Diego cantó un gran repertorio.

Empezó con Te escribo desde el Sur. Y con la intro a rajatabla: Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, veinticuatro de diciembre. Cada frase y el canto hicieron explotar en aplausos a todos. Luego llegó el turno de No me abandones ahora. Y casi como un homenaje al actual y vigente Boletín Enosis de LU12 AM680 de Río Gallegos, Diego Arias empezó así, como es la original obra de Hugo Giménez Agüero: “Continuamos con los mensajes para el hombre de campo. Se comunica a Zenón Martínez de estancia El Tero, puesto La Vasca, que en esta ciudad, su esposa, ha dado a luz a un hermoso varoncito. Tanto la madre como el hijo se encuentran en perfecto estado de salud. Y debido al temporal, se recomienda no viajar. Repito, se recomienda no viajar”.
Y la voz que suena y emociona a todos:

Poncho de lona encerado
No me abandones ahora
Que está nevando tupido
Y el viento sopla escarchado
Se me hace largo el camino
Por la noticia en la radio
Mi hijo nació en el pueblo
Los dos me están esperando

Ramiro movió las manos como queriendo abrazar a Diego Ávila. El resto acompañó a su manera.
Y llegó lo más esperado: cantarle el feliz cumpleaños, en español e inglés. Más emoción.

Los amigos habían cumplido su promesa. Ramiro recibió el saludo y beso final de cada uno. Y tuvo tiempo de recordar que el 1 septiembre su bar Los Vascos cumplirá nada menos que 65 años. Y los quiere festejar como sus 93: con alegría, familia, amigos y música.

EN ESTA NOTA Los Vascos Ramiro Kroeger

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