Celeste Sánchez Torres tiene 13 años y, tras una larga lucha contra el cáncer, este martes a las 14:30 tocó la “campana de la esperanza” en el Hospital Militar de Buenos Aires para celebrar que terminó con las sesiones de quimioterapia.

“Estamos muy emocionados, estábamos esperando este momento hace tantos días y al fin llegó. Feliz porque empezó una nueva etapa, estamos muy orgullosos de ella por toda la fuerza que le puso, todo lo que sufrió y que lo pudo superar”, dijo Gisela, la mamá de Celeste, a LU12 AM680.

“Para mí como mamá, es una alegría inmensa que no hay palabras para describirla”, agregó.

A comienzos de 2023, la adolescente empezó a sentir un fuerte dolor en el abdomen, a la altura de los ovarios. Tras una consulta en el pediatra y varios estudios de sangre, la derivaron con el Dr. José Luis Saavedra, oncohematólogo de la ciudad de Río Gallegos, quien pidió el traslado a Buenos Aires para hacer estudios más complejos de resonancia magnética nuclear y ecografías.

En el ínterin, Celeste recibió tres transfusiones de sangre en el nosocomio local. El 27 de junio finalmente fue derivada en el avión sanitario hasta CABA; donde en el Hospital Militar le hicieron los estudios solicitados y una semana después, una punción lumbar y de médula ósea determinó que tenía leucemia linfoblástica.

La enfermedad se caracteriza por un aumento descontrolado de las células llamadas linfoblastos, que son un tipo de glóbulo blanco inmaduro. Esto dificulta que la médula ósea produzca células sanguíneas sanas, como los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas. Con el tiempo, esto deriva en problemas graves de salud, como anemia, infecciones frecuentes y hemorragias.

Tras el diagnóstico, la menor comenzó una ardua batalla que se prolongó durante casi un año y que implicó 64 sesiones de quimioterapia. “Nos dijeron que el tratamiento dura seis meses, pero en el medio siempre hay recaídas y se va estirando de acuerdo al cuerpo de cada nene”, contó la mamá de la menor.

Afortunadamente la terapia dio sus frutos y luego de 64 sesiones de quimio, la adolescente logró tocar la ansiada campaña. Además, lo hizo acompañada de su amiga Ailén, una nena de Trelew que comenzó con su tratamiento en la misma semana que Celeste.

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Celeste tocó la campana junto a su amiga Ailén.

Aunque aún no tiene el alta definitiva y debe seguir con otra parte del tratamiento, la pequeña ya superó lo más difícil y espera con ansias volver a Río Gallegos para reencontrarse con sus amigas, a las que no ve hace un año, contó a este medio.

“Para mí la campana es un alivio inmenso, porque es dar fin a una etapa difícil de la quimioterapia endovenosa, que es un tiempo que los aleja de la vida normal”, dijo la doctora Rufa.

“Este tipo de pacientes son los que más me llenan. Son chicos que, para la edad que tienen, son muy maduros, porque la vida los hace crecer de golpe y yo creo que que dejan una enseñanza a los adultos increíble”, reflexionó.

“No todos llegan a ese momento, entonces cada campana es un logro, no sólo como equipo médico, sino como familia, porque acá todo esto es un gran equipo. Los médicos, los enfermeros y los papás son una gran familia”, concluyó.

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