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Héctor Silva, magíster en Prevención de Drogodependencia y otras Conductas Adictivas, quien dirige Hogar de Cristo en Río Gallegos, alertó en una entrevista con LU12 AM680 sobre un preocupante crecimiento en el número de personas, y especialmente de jóvenes, que acuden a su centro barrial en búsqueda de ayuda.
Trabajó durante diez años en las villas de emergencia de Buenos Aires y ahora lleva nueve años en Río Gallegos, sostiene que la problemática de las adicciones en Santa Cruz se ha “agudizado”.
El especialista detalló que no solo ha aumentado el número de personas que llegan en una situación de “vulnerabilidad psicosocial” o “en situación de calle”, sino que las edades de inicio son cada vez más tempranas, con chicos y chicas que llegan “muy rotos“.
Reciben a padres y madres “muy preocupados” por hijos de 13, 14 años hasta 30 años que están “muy comprometidos con las sustancias”. Silva reconoció que la “dinámica del crecimiento de esto va mucho más rápido que cualquier nivel de respuesta que hoy genere el Estado“.
El alcohol como puerta de entrada
Silva enfatizó que la adicción “trasciende todo, es transversal a todas las clases sociales“. Estadísticamente, el mayor consumo sigue siendo el alcohol, con muchas personas que presentan un trastorno de consumo alcohólico y que a menudo es una de las “sustancias de inicio“. A partir de ahí, se suman la marihuana, la cocaína e incluso el crack.
El Magíster explicó que se vive en un “mundo con una fuerte tendencia adictiva“, donde la adicción aparece como un “remedio compensador” cuando las personas no logran tener una vida con “cierta plenitud“, no se sienten realizados o no tienen un proyecto. Advirtió que incluso la tecnología es hoy un objeto adictivo que genera “un montón de problemas y secuelas con edades cada vez más tempranas”.
Falta de centros terapéuticos
Si bien reconoció que el servicio estatal de salud mental ha “triplicado” su respuesta, aseguró que esta “no alcanza frente a la demanda“, siendo el problema “casi inabarcable“. Subrayó que la adicción es una situación “muy compleja” que no solo pasa por la sustancia, sino por el contexto individual y psicosocial de la persona.
Denunció que “no existen” en la provincia centros terapéuticos que den una respuesta integral. Un dispositivo ambulatorio no sirve para alguien en situación de calle; se requiere un dispositivo residencial, terapéutico, con un tiempo de rehabilitación, deshabituación y reincorporación social.
Silva recordó su experiencia en Casa Santa Cruz en Buenos Aires, acompañando a personas derivadas de la provincia para tratamientos psiquiátricos o por consumo. El problema fundamental radicaba en que, al regresar, se encontraban con el vacío. Defendió que, si bien la Ley de Salud Mental acabó con las prácticas de “manicomialización” y el “encierro”, la internación (la “granja” o el dispositivo residencial) es un recurso terapéutico válido. Lo que se necesita es generar “alternativas y oportunidades” de tratamiento y rehabilitación, pues “no hay un solo método”.
Jóvenes “dormidos”
El experto manifestó su tristeza y “frustración” al ver la situación de la juventud, la cual debería ser la etapa de “mayor fuerza” para transformar las sociedades. En cambio, gran parte de la juventud está “dormida” porque la droga “te termina durmiendo”.
Silva señaló un fenómeno social preocupante: la “disminución de la percepción del riesgo” en los jóvenes, que creen que consumir determinadas drogas “no pasa nada, que es recreativo”. Esto, que empieza como “chiste, fiesta, risa”, termina mal, incluso en la muerte o metiéndose en circuitos de “submundos” riesgosos.
En Santa Cruz, la droga está “más al alcance de las manos de los jóvenes” en “cualquier localidad” de la provincia, no solo en Río Gallegos, sino en la zona norte y los “pueblitos”. El consumo, advierte, termina siendo una alternativa ante la “ausencia del Estado o de propuestas preventivas”.
Quienes requieran ayuda, pueden dirigirse todos los miércoles a las 19:00 a Avenida Presidente Kirchner 1970 (Río Gallegos).
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