El término de connotación totalmente negativa es utilizado en varias provincias como Santa Cruz y San Juan. En el lunfardo argentino, “Manyín” significa “vividor, aprovechador, haragán, zángano”. Sin embargo, el lenguaje es ambiguo por lo que al cruzar fronteras la palabra puede cobrar un sentido completamente opuesto o diferente.
En algunos países, el vocablo guarda un costado amable para esta expresión que, por estas latitudes, envuelve un sesgo racista. Por ejemplo, hay quienes lo utilizan para referirse a la “persona que vive bien y goza de comer”.
En la región de Cuyo, “Manyín” es quien “tiene una vida disipada, dedicada al alcohol y la noche”, a quien “le agrada embriagarse”.
¿Y cuál es el origen de la palabra? Si bien no hay fuentes que lo confirmen de forma fehaciente, se cree que proviene de “Mangiare” que en italiano significa “comer, mascar, masticar”. En el lunfardo, otras palabras similares confirman el presupuesto. Por ejemplo, “Manyacaña” es “bebedor, ebrio, alcoholista”
Y si lo que se pretende es llegar aún más lejos en la búsqueda del sentido, es necesario viajar en el tiempo y repasar las lenguas milenarias. Allí nace el “molde fonético” del acto de ingerir alimentos: “com-er”, ma(n)-jar”, “jam-ar” y yan(t)-ar provienen del araucano, chino, árabe y eúskaro.
Leé más notas de La Opinión Austral
Compartir esta noticia
Dejanos tu comentario