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La Navidad y el Año Nuevo son eventos marcados por reuniones familiares, momentos de reflexión, expresiones de gratitud y fijación de metas para el futuro. Para estas festividades de fin de año, hay prácticas que se convirtieron en tradiciones arraigadas, como el intercambio de regalos el 25 de diciembre o el ritual de comer 12 uvas al final de la Nochevieja para atraer la buena suerte.
Sin embargo, también es cierto que persisten algunas costumbres potencialmente perjudiciales para la comunidad en general y, especialmente, para aquellos que tienen trastornos del neurodesarrollo.
La manipulación de petardos y fuegos pirotécnicos propicia accidentes oculares, quemaduras y reacciones adversas en aquellos con una hipersensibilidad auditiva. De hecho, los potentes ruidos ocasionan generalmente un impacto fuerte y perjudicial en las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Por esa razón, con el objetivo de concientizar a la sociedad sobre los riesgos que representa para niños y niñas con TEA un pasatiempo tan arriesgado como el uso de pirotecnia, La Opinión Austral conversó con el psicólogo Emmanuel Ayala, quien trabaja en los centros Retoño Patagónico y Atención Terapéutica Integral (ATI) y es parte de los equipos técnicos de la Fundación SER PARTE y del Instituto para Trastornos del Espectro Autista “ITEA” en Río Gallegos.
Qué es el TEA
Para comprender como los sonidos estridentes afectan a algunos niños con TEA, es necesario primero aclarar en que consiste este diagnóstico. “El Trastorno del Espectro Autista engloba una serie de condiciones que tienen que ver con alteraciones del neurodesarrollo. Se caracterizan por alteraciones en la interacción social recíproca y en la comunicación, no solo verbal sino a nivel general, y la presencia de conductas repetitivas y estereotipadas, intereses restringidos y, aunque no en todos los casos, intereses sensoriales inusuales”, explicó Ayala.
De acuerdo al psicólogo especializado en terapia cognitivo-conductual, se trata de “un espectro porque va a haber gran variabilidad. Más que hablar de una categoría diagnóstico cerrada, son dimensiones que pueden estar más o menos afectadas y eso abre la singularidad de que cada uno de los chicos que tiene la condición va a ser diferente y sus modalidades de manifestación van a ser distintas”.
En este contexto, señaló que es fundamental hablar de neurodiversidad al abordar el TEA: “No todos procesamos la información de la misma forma”, puntualizó. A propósito, explicó que “la mayoría somos neurotípicos, compartimos cierta forma de ver el mundo, pero hay personas que son neurológicamente divergentes, comprenden los procesos y los interpretan de distinta manera”, por lo que “debemos reconocerlas y respetarlas como individuos de pleno derecho”.
Cómo afecta la pirotecnia a las personas con TEA
Según indicó Ayala a este medio, un alto porcentaje de niños con TEA tiene dificultades en el proceso de la información sensorial, tanto en lo referido a “la audición, tacto, gusto, olfato, visión, el sistema vestibular que nos permite el equilibrio y la propiocepción que es el sentido de la conciencia corporal del uso del cuerpo”.
En tal sentido, precisó que el uso de pirotecnia afecta severamente a quienes poseen hipersensibilidad auditiva, esto es, alteraciones en el registro e integración sensorial en la interpretación de los estímulos del medio.
Ayala señaló que “los ruidos muy estruendosos pueden generar altos niveles de estrés y ansiedad”, cuyas manifestaciones incluyen “llanto, gritos, taparse los odios de manera desesperada, aparición de conductas estereotipadas y, en los casos más graves, la autolesión o agresión hacia las personas que tiene cerca”.
Cuando se le preguntó que medidas se pueden tomar para mitigar estos efectos, sugirió opciones como ponerle a los niños tapones para los oídos, llevarlos a lugares aislados donde los ruidos sean menos perceptibles o recurrir a cajas sensoriales con pelotas o squishies para que los pequeños centren su atención en eso y no en su entorno.
El terapeuta remarcó que es fundamental que la comunidad muestre empatía hacia las personas con TEA y no utilice dispositivos que producen sonidos fuertes en estas festividades: “Es un momento muy traumático y doloroso para los niños que tienen la condición”, aseveró.
Además, destacó la importancia de comprender que es estresante para las familias que -una vez que el reloj marca las 00:00 horas- “tienen que estar pendientes que su hijo no se lastime o que no haya una situación que ponga en riesgo su salud”. Por esa razón, abogó por una sociedad más inclusiva donde las personas con esta condición y sus allegados disfruten “de manera más sana y menos disruptiva” las celebraciones de fin de año.
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