Nietzsche dice que un amigo es alguien que nos ayuda a soportarnos a nosotros mismos. Creo que tiene mucha razón, ya que un amigo es alguien que nos escucha, que nos aconseja y que comparte con nosotros nuestra existencia… ¿qué haríamos sin un amigo?

Lic. Cintya Ginesa González (*)

Las relaciones de amistad existen y existieron siempre, y de acuerdo a las variaciones de cada época han ido tomando diferentes matices, lo que sí, un amigo representa “el encuentro”, en el sentido de que hay efectivamente otra persona allí con la que nos encontramos, y se hace posible ser uno mismo y a la vez compartir con otro algo -que en general se trata de palabras-. En muchas ocasiones, y sobre todo en el mundo femenino con amig@s se habla. 

En personas en las que hablar le resulta difícil, un amigo es aquél a quién se le puede hablar de lo que uno siente o piensa. Frente a los pesares de la vida, las ocasiones de sufrimiento, un amigo es alguien con quien se cuenta en la vida, alguien que permite sobrellevar tales situaciones, es una persona que tiene determinadas condiciones que nos llevaron a que se transforme en un amigo.

Sabemos que las relaciones humanas son complejas y sobre todo porque somos sujetos del malentendido? el desencuentro con el otro es más común que el encuentro, pero cuando lo hay deja huellas inolvidables. También por ello, aparecen los animales como uno de los amigos más elegidos, en relación a que acompañan al hombre en la vida.

La existencia humana tan enigmática para cada uno, nos lleva a la búsqueda de un sentido por la vida, en esa búsqueda de un sentido que abrazamos nos encontramos con otros que tienen intereses similares, puntos en común, de allí caminos que se cruzan y se producen lazos de amistad. Si bien no hay un destino determinado para cada uno, ni tampoco se puede calcular cómo encontrarse con un amigo en la vida, de acuerdo a cada época ?y a cada quién- las condiciones de la amistad van cambiando. Vemos que para ello hay que transitar lugares, espacios públicos y actualmente los espacios virtuales, cibernéticos son una modalidad recurrente de encuentro. 

– Hay desarreglos para el encuentro con el otro, no sabemos de antemano cómo relacionarnos, no hay algo que nos indique cómo hacerlo, ni una receta, cada uno inventa un modo de relacionarse con el otro.

Nietzsche, en su libro Así habló Zaratustra, pone de relieve esta diferencia que el amigo es, respecto del sí mismo: “Uno siempre a mi alrededor es demasiado” ? así piensa el eremita. “Siempre uno por uno – ¡da a la larga dos!”.

“Yo y mí están siempre dialogando con demasiada vehemencia: ¿cómo soportarlo si no hubiese un amigo?

Para el eremita “el amigo es siempre el tercero: el tercero es el corcho que impide que el diálogo de los dos se hunda en la profundidad”.

Nietzsche diferencia entre el “yo” y el “mí”, distinguiendo al sujeto dividido, entonces esta idea de la amistad ocuparía aquel tercer término que se encuentra entre “yo” y “mi”, que nos permite soportar ese diálogo, diálogo que se ahogaría en sí mismo, que caería en un agujero, en la soledad, el desamparo, el sinsentido. Los pequeños grupos muchas veces nos permiten reencontrarnos con un sentido de la vida que la haga más llevadera.

Compartimos con ustedes unas líneas de F. Nietzsche (La amistad de las estrellas, De la gaya ciencia).

La amistad de las estrellas

Eramos amigos y nos hemos vuelto extraños. Pero está bien que sea así, y no queremos ocultarnos ni ofuscarnos como si tuviésemos que avergonzarnos de ello. Somos dos barcos y cada uno tiene su meta y su rumbo; bien podemos cruzarnos y celebrar juntos una fiesta, como lo hemos hecho, y los valerosos barcos estaban fondeados luego tan tranquilos en un puerto y bajo un sol que parecía como si hubiesen arribado ya a la meta y hubiesen tenido una meta. Pero la fuerza todopoderosa de nuestras tareas nos separó e impulsó luego hacia diferentes mares y regiones del sol, y tal vez nunca más nos veremos, tal vez nos volveremos a ver, pero no nos reconoceremos de nuevo: ¡los diferentes mares y soles nos habrán trasformado! Que tengamos que ser extraños uno para el otro, es la ley que está sobre nosotros: ¡por eso mismo hemos de volvernos más dignos de estimación uno al otro! ¡Por eso mismo ha de volverse más sagrado el recuerdo de nuestra anterior amistad!…

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