La vida es algo absurdo
Albert Camus resulta una referencia ineludible para entender qué cosa es vida: un absurdo.
Alcanza con recalar en su lectura del mito de Sísifo para darnos cuenta de cuánto nos concierne. Sísifo hizo enfadar a los dioses y fue condenado a la ceguera y a empujar eternamente una piedra hasta la cima de una montaña para, una vez en lo alto, dejarla caer rodando al valle y volver a hacer lo mismo el resto de su vida. Convengamos que se trata de una vida bastante absurda.
Pero… ¿si esto no fuera muy diferente a la vida que tenemos nosotros, a nuestra relación con la rutina diaria? Levantarse, trabajar, comer algunas veces al día, dormir…
La condición humana es absurda y buscamos algo que le dé algún sentido. De esta búsqueda se aprovechan los líderes religiosos y visionarios. Pero las interpretaciones que otorgan un sentido no hacen más que ofrecer un espejismo. El mundo en verdad no tiene sentido alguno, ningún significado determinado.
Camus está lejos de proponer una salida pesimista, como la que estudia en los casos del suicidio, que implican un acto de rendición ante ese absurdo. También señala lo que llama un suicidio filosófico, cuando la religión o la política prometen un futuro mejor, pregonando una esperanza condenada al fracaso que nos saca del compromiso con la vida, hipotecándola por una ilusión. Se trata de un suicidio porque mata la búsqueda de la libertad y nos lleva a aceptar respuestas prefabricadas que nos da un otro.
Camus propone algo diferente: la aceptación. La aceptación de que la vida es absurda, pero que aún así se puede procurar vivirla con alegría y pasión. Estas son formas posibles de revelarse al absurdo. El hombre rebelde no niega lo que lo rodea, se afirma en ello. Y se para, frente a eso, como lo hace el artista ante lo real, no lo elude, sino que lo hace propio. Responde con la vivacidad que implica le experiencia, para recoger los frutos que pueda darnos esta existencia.
Vivir con pasión, entonces, es la alternativa. Resulta más interesante aún hacerlo como lo propone Eric Laurent: con una pasión esclarecida.
Salir a caminar
A Aristóteles le gustaba caminar dando clases, por eso fundó la escuela de los peripatéticos, que significa “itinerantes” o “ambulantes”. Caminar le permitía pensar.
Kant salía a caminar todos los días a la misma hora, hacía el mismo recorrido siempre, sin importar el clima. En una oportunidad se distrajo leyendo el Emilio de Rousseau y quienes lo veían pasar a diario se preocuparon seriamente por su salud. Para él caminar era un ritual.
Las caminatas de Nietzsche eran diferentes, comenzaban de una manera tan intempestiva como sus ideas. Podían durar minutos o llegar hasta las ocho horas porque, según decía, hay pensamientos que sólo se pueden tener en soledad y a seis mil pies en las montañas. Decía que no había que creer en ningún pensamiento que no hubiera surgido al aire libre. Salir a caminar para él no era una distracción, era parte de su acto de escribir.
Arthur Rimbaud no se definía como un poeta, sino como un peatón. Se mantuvo deambulando toda su vida. A pie, siempre a pie. Para él resultaba imposible quedarse quieto, hasta que su rodilla se inflamó y tuvieron que amputarle la pierna. Sus últimas palabras fueron: “Deprisa, nos esperan”. Caminar era una forma de dejar atrás, de huída.
Ray Bradbury, al contrario que muchos humanos, prefería caminar los días de viento y de lluvia, salir a disfrutar del hermoso mal tiempo sin paraguas, para mojarse, era una forma de sentirse vivo.
Yo prefiero caminar de noche, sin las presiones que trae el día, distraídamente, por donde sea, dejando que las ideas caigan cual hojas en el otoño, como asociando libremente. Pero cada tanto aparece ella en mi cabeza. No estoy seguro si siempre me acompaña, o si es mi camino.
Luis Darío Salamone es psicoanalista. Licenciado en Psicología y doctor en Psicología Social, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, codirector del Dpto. de Toxicomanías y Alcoholismo del Instituto Clínico de Bs. As. (TyA) y ha escrito numerosos artículos y libros.
Contaremos con su valiosa presencia en Río Gallegos, realizando una conferencia en el marco del IV Seminario de Alcoholismo organizado por el Grupo GIA del Hospital Regional Río Gallegos el día 30 de noviembre
Leé más notas de La Opinión Austral
Compartir esta noticia
Dejanos tu comentario