El psicoanálisis puede ser una oportunidad para perturbar la función de pantalla que tiene el consumo y para que el sujeto no siga en el engaño.
En esta oportunidad compartimos fragmentos de un texto muy interesante titulado “La adicción al hedonismo” por el psicoanalista Darío Galante. (*)
¿Qué es el hedonismo?
El autor hace referencia que el hedonismo fue una doctrina nacida en la antigua Grecia que sostenía que el placer es el único bien de la vida, por lo tanto la conducta debe estar orientada en la búsqueda de este ideal.
Existieron dos escuelas, por un lado los cirenaicos que sostenían que el supremo fin de la existencia era la satisfacción de los deseos personales inmediatos, sin tener en cuenta a otras personas; por tal motivo resultaba inútil formular un sistema de valores morales, eligiendo así la conveniencia de los placeres inmediatos sin detenerse a evaluar el dolor que pudieran causar en el futuro. En cambio los epicúreos promovían que el placer verdadero es alcanzable por medio de la razón. Destacaban como virtudes el dominio de sí mismo y la prudencia. Más cercana a nuestros días la doctrina del utilitarismo resulta ser la versión moderna del hedonismo de antaño. Su hipótesis central es que el criterio final del comportamiento humano es el bien social, por lo tanto el principio que guía la conducta moral individual es la lealtad a aquello que proporciona y favorece el bienestar al mayor número de personas.
Pero las tradiciones morales fundadas en el bien no condicen con la estructura del deseo debido a que cualquier orden moral supone una satisfacción armónica para todos que es imposible de alcanzar. Para el psicoanálisis el sujeto se constituye como deseante por efecto de la represión de las pulsiones que lo obligan a resignar ciertas pasiones y satisfacciones.
En “El malestar en la cultura” formula el sufrimiento como originario, es precisamente a esta realidad que el hombre intenta ponerle un freno a través de las distracciones, de las satisfacciones sustitutivas o por medio de sustancias embriagadoras que intoxican al organismo. Es interesante señalar que este último recurso no es abordado desde la preocupación que presenta en nuestros días porque todavía no era considerado como un fenómeno de masas. La civilización actual y su ideal de hedonismo de masa que toma fuerza al proponer un libre paso al goce, a la satisfacción para todos, no es sin consecuencias.
Las adicciones
El autor se pregunta: ¿Qué conduce a un sujeto a pasar de la evitación mediante un lenitivo a repetir esa salida hasta convertirla en una adicción? Acentuamos el carácter repetitivo que lleva a considerar que sigue siendo una solución momentánea y como tal parcial, por lo que el sujeto se ve llevado a repetirla una y otra vez. De esta afirmación puede deducirse que una sustancia se vuelve verdaderamente tóxica por repetición. Mientras que el consumo ocasional puede estar motivado por diferentes causas, desde alguien interesado en mostrarse de un determinado modo frente a sus semejantes, hasta la curiosidad por lo prohibido, la insistencia de esa experiencia abre las puertas a considerar que allí hay una satisfacción que por alguna razón pide ser repetida.
Un planteo que crece día a día y que se expresa en múltiples formas (se hace más manifiesto aún si el “interesado” en la consulta es traído por otros) apunta al siguiente cuestionamiento: ¿por qué renunciar a algo que genera tanto placer?
La respuesta del analista debe orientarse en destacar que esta pregunta es una ilusión y como tal se deja ver mostrando sólo un costado, sobre la cual hay que precisar sus consecuencias. Lo más difícil de tratar son las adicciones, porque en la mayoría de los casos ni siquiera se plantea como un problema a resolver. En muchos casos quien consulta dice estar bien así, viene porque lo mandan, para complacer a otro, su partenaire, un hermano, un médico, un juez, etc. Lo sorprendente es que habitualmente ese estar bien es un verdadero caos.
Ahora bien, muchas consultas se generan en el marco de la urgencia y comprobamos que la resolución de la misma suele ser eficaz, incluso como saldo de la operación puede quedar el analista ubicado en cierto lugar de referencia. El psicoanálisis resulta eficaz al diferenciarse de los tratamientos que proponen como cura la abstinencia, de los que proponen el imperio de las leyes morales o de los que apelan a un dominio de la voluntad.
Los tiempos del sujeto
Es importante destacar que, si de mediciones se trata, podemos establecer los beneficios terapéuticos que le confiere a un sujeto el poder controlar (de algún modo) su impulsión aminorando sus riesgos y que tenga a quien dirigir su demanda. Se trata entonces de propiciar la oportunidad de que un sujeto deje de engañarse por la droga en su función de pantalla.
Por último, si lo que se busca insistentemente, al punto de convertirlo en una adicción, es lograr el hedonismo como ideal, se deduce que como tal es imposible. Freud plantea el malestar como estructural en el sujeto, de lo que se trata es de cómo cada uno se las arregla con eso que siempre falta.
(*) Equipo de coordinación G.I.A.
Lic. Natalia Pelizzetti (*)
Bibliografía: Darío Galante * Psicoanalista, miembro de la EOL (Escuela de la Orientación Lacaniana) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis). Fuente Virtualia N*17 ? “La adicción al hedonismo” NEL página virtual.
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