Santiago Contreras tiene 18 años y tuvo un rol ponderante en la última edición de Glaciares en Concierto 2023 que contó con la participación de más de 120 estudiantes de diferentes localidades y de Chile.

Visitó el estudio de La Opinión Austral y dialogó sobre su presentación y sobre la beca Martha Argerich, a la cual accedió junto con otros dos santacruceños. Pero también, contó cómo empezó todo.

Su primer acercamiento con la música empezó cuando era chico y su abuela le regaló un violín. “Yo no tenia idea la más mínima idea, no me gustaba la música clásica. Tenía esa idea de que era ‘música de viejos‘”, contó entre risas en primera instancia.

Sin embargo, ya tocaba algo de piano, guitarra y clases de batería. “Ya tenia relación con la música, pero música académica nunca, es más, no me interesaba y tenía cierto rechazo“, agregó.

Cuando empezó a tocar obras clásicas con el piano, algo cambió. “Un día me mostraron a 2Cellos un grupo que tiene en particular que salen de lo académico y tocan obras populares”. Ese fue el “gancho” que lo motivó: “Ya tenía desde batería un amigo que también tocaba conmigo y le dije ‘¿te parece arrancar cello?’, justamente por esta influencia musical”.

Así, en el 2017 empezó con su primer año de orquesta. “En ese momento no existía la Escuela Re Sí, antes era un formato orquesta-escuela”, contó. Lo que vino después fue una seguidilla de aprendizajes y de repertorios por todas partes. El objetivo, para él, “es vivir de esto“.

“Llegué a un punto donde dije ‘en serio quiero hacer esto‘. En el 2018 dije quiero ser cellista, con el paso del tiempo fui consultando carreras, tengo la idea principal del año que viene irme a Buenos Aires a hacer la Licenciatura en Música, con orientación a violoncelo, posiblemente con la idea de trabajar como músico orquestal y, si se puede, como solista en algún punto de la carrera”, contó.

Y seguramente podrá. Santiago es, como definía Charly García a Gustavo Cerati, un “arquitecto de la música“.

Durante su participación en Glaciares en Concierto 2023 en El Calafate. FOTO: AMA Santa Cruz

“Esto de tomarme en serio la música es empezar a estudiar la obra. Antes de sentarme a estudiar las notas y todo lo que venga con la orquesta, me tomo la tarea de investigar qué quería el autor, por ejemplo, si lo compuso porque se lo pidieron, porque antes la música se hacía así, en ese caso me tomo un poco más de libertades, y si tiene una historia más interna, estudiar esa historia y darle el significado que el autor le quiso dar”, señaló.

“Ahí es cuando empieza la interpretación, donde hago caras, de afuera es gracioso cuando me veo, pero en ese momento es decir ‘bueno, el autor me plantea algo‘, tengo que interpretar el dolor, por ejemplo, es ser un actor pero con instrumentos, la música se escucha, pero también se ve. Podes tocar de la misma manera, pero también la gente te lee, no solo te escucha, si hay una parte triste, si querés conmover a alguien, vas a intentar representar tanto con tu sonido como con tu expresión“. Y ahí es ahí donde ocurre la magia.

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