La escalera de incendios, por Anna Connely.

En 1860, la ciudad de Nueva York quedó reducida a cenizas debido a un gran incendio. Miles de familias que se encontraban dentro de los edificios afectados fueron incapaces de escapar. Aunque esta tragedia dejó a los neoyorkinos desolados, el gobierno era incapaz de buscar una solución que no supusiera un coste altísimo. Y aquí es donde aparece Anna Connely, nuestra heroína, quien se percató de que las personas tienden a escapar hacia las azoteas y, una vez allí, las escaleras de los bomberos no llegan. Así, Connely ideó un puente de rieles de metal, de muy bajo coste, que podía conectar dos edificios vecinos y, además, una campana que alertase de los incendios a los vecinos de los alrededores. Este sería el germen de las escaleras de incendios, externas a los edificios, tan típicas de Nueva York a día de hoy.

 

La copa menstrual, por Leona W. Chalmers

Aunque el uso de la copa menstrual se haya extendido en los últimos años, su invención tuvo lugar en los años 30 del siglo pasado. Leona W. Chalmers inventó un recipiente fabricado con caucho vulcanizado… que no tuvo demasiado éxito en su momento. La sociedad excesivamente puritana de la época no vio con buenos ojos que para colocar la copa se tuvieran que toquetear los genitales. Fue a partir los años 2000, cuando se empezó a fabricar la copa de silicona, cuando podemos hablar de éxito.

 

El Wi Fi, por Hedy Lamarr

La actriz e inventora Hedy Lamarr inventó durante la Segunda Guerra Mundial un sistema de comunicaciones secretas para los torpedos controlados por radio usando la tecnología de “salto de frecuencia”. Este sistema sentaría las bases para la tecnología tal y como ahora la conocemos: desde el Wi Fi hasta el GPS.

 

El tenedor, por Teodora, hija del emperador de Bizancio Constantino X Ducas

A pesar de tener constancia de utensilios parecidos ya en la Antigua Grecia, el tenedor tal y como lo conoces apareció sobre 1077. Llegó a Europa desde Constantinopla gracias a Teodora, hija del emperador de Bizancio Constantino X Ducas, que se lo llevó a Venecia al contraer matrimonio con un duque. Teodora fue incomprendida por esta y otras excentricidades y fue tachada de “escandalosa y reprobable”. San Pedro Damián amonestó sus extravagancias, llegando a llamar al tenedor instrumentum diaboli.

 

El pañal de celulosa, por Marion Donovan

Esta inventora y empresaria estadounidense quiso resolver el problema que tenían las mujeres de lavar los pañales constantemente tras su uso, de modo que patentó una cubierta impermeable para los pañales que impidiese el traspaso de la orina a la ropa del bebé. Cuando obtuvo la patente de su producto y comenzó a comercializarlo fue todo un éxito, permitiendo hacer nuevas mejoras en un producto tan básico para las familias.

 

 

El Monopoly, por Elizabeth Maggie.

En 1904, Elizabeth Maggie inventó un juego llamado Landlord’s Game (El juego de los caseros) que era ni más ni menos que el actual Monopoly. El juego de Maggie pretendía ser una crítica a las injusticias del capitalismo sin control.

 

 

Los intermitentes y la señalización de freno, por Florence Lawrence.

Además de actriz y modelo, resulta que Florence Lawrence fue una gran innovadora: su pasión por los coches, de los que era coleccionista, la llevó a inventar grandes mejoras como las luces intermitentes y la señalización de freno.

 

La bolsa de papel, por Margaret E. Knight.

En 1871, Margaret Knight recibió, por fin, su patente para una máquina capaz de producir bolsas de papel con fondo cuadrado después de una dura batalla con un maquinista llamado Charles Anan, quien argumentó que un sistema tan brillante “no podía haber sido inventado por una chica”.

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