Eduardo Galera integraba el Grupo de Artillería de Defensa Aérea (GADA) 601 de Mar del Plata que el 12 de abril de 1982 partió rumbo a Comodoro Rivadavia.
A partir de ese momento, quizás sin ser plenamente consciente, se convertiría en uno de los protagonistas de una de las historias más terribles que vivió el país: la guerra de Malvinas. Esa tarde, en Comodoro, los hicieron formar con el objetivo de que el grupo de artillería, al día posterior, partiera a las islas Malvinas.
“Los sobrevivientes llegaron heridos y con hipotermia”.
Casi 100 soldados realizaron la logística del GADA 601, es así que previamente, durante más de dos semanas, estuvieron cargando los aviones Hércules con elementos de artillería, bombas, municiones, alimentos, ropa, madera y carbón y todo lo que se necesitaba para estar en las islas.
Sin embargo, se produjo un bloqueo aéreo. En ese momento ya estaban arriba del avión para ir a las islas Malvinas, cuando llegó una decisión que cambió todos los planes.
De película, pero real
“Nos dan la orden operacional de ir a Puerto Deseado para hacer vigilancia, custodia y defensa. En ese momento también había un grupo de Neuquén de más de 50 soldados, con quienes se conformó el Escuadrón CAMACUA”, relató Eduardo a La Opinión Austral.
Todos, unos 150 soldados, se agruparon en defensa de Puerto Deseado. Es que la localidad portuaria fue un punto estratégico dentro del conflicto porque tenía las antenas de comunicaciones que conectaban con Río Gallegos y Trelew.
Allí estaban los tanques de combustible que aprovisionaban a los barcos de gasoil, pero además, respecto a la visibilidad, era un punto vital dado que se encuentra frente a las islas.
“Así que era un punto muy importante y estratégico el puerto Deseado, que está a unos 130 kilómetros de Caleta Olivia”, continuó Eduardo.
Ese momento, relató, fue el primer golpe de emoción y de contacto directo con la guerra. Recordó que allí cayó el helicóptero, el 30 de abril en Caleta, describió. Ese impacto es lo primero que recuerda.
Sin embargo, otro golpe dejaría fuertes imágenes en su memoria. Inmediatamente, la fragata ARA “Alférez Sobral” entró en combate con aeronaves británicas. En el ataque murieron ocho de sus 49 tripulantes, incluido su comandante.“El 5 de mayo tenemos la información de que en Deseado habían bombardeado el ARA Sobral, en ese ínterin, desde que llega averiado y sin timonel a Puerto Deseado, nos toca vivir la situación de bajar los cadáveres y dar asistencia a los sobrevivientes”, contó el excombatiente.
“A ocho tripulantes del ARA los tuvimos que bajar en bolsas de residuos, con olor a pólvora, a sangre cocinada y a muerte, algo que nos marcó toda la vida”, agregó Eduardo en su estremecedor relato.
“A nuestros queridos ocho héroes nacionales que hoy conforman la lista de los 649 soldados caídos”, mencionó.
En sintonía con el relato, Eduardo recordó, incluso, las imágenes en su mente del ARA Cabo San Antonio, amarrado en Puerto Deseado. En aquel entonces las alertas rojas continuaban para darle protección a la ciudadanía.
“Había mucho oscurecimiento, hacíamos patrulla en toda la ciudad para que el ciudadano estuviera protegido y que no hubiera nada de luces para que el enemigo no atacara”, contó.
Tuvieron que ir en lanchas de desembarco hasta el otro margen del río Deseado porque llegaban alertas de buzos tácticos en esa zona, “así que nos trasladamos ahí en las lanchas y se armaron trincheras que todavía existen”, sostuvo.
Entre sus últimas memorias, recuerda un 8 de junio de 1982, apostado haciendo vigilancia bajo la orden operacional. “Un sargento ayudante y un soldado me desentierran de la nieve y me llevan al campamento con un cuadro de hipotermia”, rememoró Eduardo.
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