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Por Marcelo Bátiz (Bae Negocios)
Los argentinos no necesitan que se les advierta sobre la importancia de la inflación, un fenómeno que está presente desde mediados de siglo XX y con toda virulencia desde el “rodrigazo” de junio de 1975. Pero desde el punto de vista estadístico también cobra importancia porque ayuda a determinar la evolución real de otros indicadores, como la pobreza y los ingresos salariales.
Es por eso que las demoras en implementar la nueva metodología del Índice de Precios al Consumidor (IPC) llevó a algunos analistas a relativizar algunas afirmaciones oficiales. Para el econometrista de la UTDT, Martín González Rozada, si se hubiese establecido el nuevo índice, la inflación de 2024 habría sido 16 puntos porcentuales más alta que la informada por el Indec, una diferencia que se reduciría a cerca de 2 puntos. Un acumulado más que suficiente para transformar una mejora salarial en un deterioro.
Inflación
A pesar de que en los últimos seis meses se interrumpió la desaceleración que caracterizó los 18 anteriores, la caída del Índice de Precios al Consumidor es uno de los logros que el oficialismo apunta a su favor. Del 211,4% de 2023 se pasó a un 117,8% en 2024 y 2025 se apresta a cerrar en torno al 31%, la menor marca desde el 24,8% del 2017.
Tanto las estimaciones privadas como las oficiales anticipan un 2026 con una inflación inferior a la del año que termina, aunque los porcentajes difieren. Del 10,1% en base al que se elaboró el Presupuesto al 19,6% que surge como promedio de las consultoras que participan del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), hay una brecha amplia, de cuyo análisis no pueden obviarse una serie de componentes que pueden incidir notoriamente en el número final.
El compromiso de no recurrir a la emisión monetaria y de mantener el equilibrio fiscal es el ancla principal que el Gobierno presenta en la materia, pero en los cálculos no pueden dejarse de lado la paridad cambiaria y los ajustes tarifarios, en los que aún subsiste un rezago en energía eléctrica, gas y principalmente transporte. Sin olvidar que el Gobierno prevé un fuerte incremento en la recaudación de los impuestos a los Combustibles, cuyo impacto en los precios de naftas y gasoil difícilmente se pueda evitar.
A eso, debe añadirse el probable cambio de la Encuesta Nacional de Gastos de Hogares en base a la que se elabora el IPC. La actual recopila los consumos de 2004 y será reemplazada por una que recoge datos de 2018, es decir que comenzará con una antigüedad de ocho años. Más allá de que tampoco sea un reflejo fiel de los consumos actuales de la población, tendrá una mayor participación de los gastos en servicios, precisamente los que lideraron los aumentos en 2024 y 2025. Desde noviembre de 2023 al mismo mes de este año, la inflación general fue del 249,5% y la de los servicios el 496,9%.
Salarios
La evolución de los salarios no estuvo exenta de los cambios económicos implementados en la era Milei, con un rezago entre los empleados públicos nacionales -uno de los blancos principales de la motosierra- pero también del peso relativo que viene ganando la informalidad.
Así, el 9% de incremento real interanual que tuvieron todos los salarios -registrados y no registrados, privados y públicos- es un promedio que esconde realidades disímiles.
De acuerdo con el director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), Nadín Argañaraz, con base en datos oficiales, dentro de ese nivel hubo una caída del 0,3% entre los trabajadores registrados y una suba del 62% para los no registrados, una diferencia que no podría explicarse sin tener en cuenta una particularidad con la que se elaboran las estadísticas de Indec: los ingresos de los trabajadores informales corresponden a períodos anteriores a los de los formales, pero ambos se contrastan con los mismos datos de inflación. Una circunstancia suficiente para relativizar el crecimiento general del 9%.
Disparidades dentro del promedio
Dentro de esa retracción del 0,3% del sector formal, tampoco hay comportamientos uniformes, ya que hubo una caída del 0,6% entre los privados y una suba del 0,4% entre los estatales. Y por si no alcanzaran las diferencias ya señaladas, dentro del sector público también las hay, en un reflejo de cómo el ajuste fue mayor en la Nación que en las provincias: los salarios públicos provinciales muestran una mejora del 3,7%, contra un retroceso del 7,7% de los nacionales.
Como todo índice, el de salarios también es un promedio y en este caso no puede pasarse por alto la disparidad de ingreso dentro del amplio espectro de la masa de trabajadores, al compás del deterioro económico y social de por lo menos el último medio siglo. Al respecto, el director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODS-UCA), Agustín Salvia, advirtió que ya son más pronunciadas las diferencias de ingresos dentro del propio universo de trabajadores que entre su conjunto y el del empresariado.
Desocupación
Los datos del mercado de trabajo difundidos por el Indec el 18 de diciembre sorprendieron a muchos, si se tiene en cuenta que es el propio Gobierno el que se encarga de informar mensualmente la cantidad de empleos recortados en el Estado y, además, los despidos y suspensiones de personal, así como reducciones y cierres de empresas son noticias habituales en los últimos meses.
Pese a ello, en el tercer trimestre de 2025 la tasa de desocupación fue del 6,6%, menor al 6,9% de un año atrás, con una evolución similar a la de la subocupación (de 11,4% a 10,9%), en un contexto de mejora en las tasas de actividad (de 48,3% a 48,6%) y de empleo (de 45% a 45,4%).
Pobreza
La desaceleración inflacionaria fue determinante para impulsar una baja en los indicadores de pobreza. Al respecto, debe aclararse que hay por lo menos dos formas de considerar el fenómeno y que las estadísticas oficiales del INDEC son en base a los ingresos, a diferencia de otras que lo abordan desde una perspectiva multidimensional (condiciones de vivienda, salud y educación, entre otras variables), cuya versión más conocida y confiable es la del ODS-UCA.
En ambos casos se registra un descenso de la pobreza en la Presidencia de Milei, aunque con diferente intensidad. Para el INDEC, la pobreza alcanzó al 41,7% de los habitantes en el segundo semestre de 2023, trepó al 52,9% en la primera mitad de 2024 y desde entonces comenzó un descenso que se plasmó en un 38,1% en julio-diciembre de 2024 y 31,6% en el primer semestre de 2025.
Habrá que esperar hasta el 31 de marzo de 2026 para disponer los datos oficiales del segundo semestre, pero mientras tanto se puede contar con los números de González Rozada que, en base a los microdatos del INDEC, realiza un seguimiento con periodicidad trimestral.
Tendencia a la baja
En este caso, el 41,7% del segundo semestre de 2023 correspondió a un 38,5% y un 45,1% en el tercer y cuarto trimestres, respectivamente, lo que deja en evidencia una tendencia ascendente dentro del promedio semestral del INDEC. Si bien el punto máximo se observó en el primer semestre de 2024, su evolución trimestral ya marcó una desaceleración, al pasar del 54,9% de enero-marzo al 51% en abril-junio.
La misma tendencia quedó reflejada en el segundo semestre, con un 38,3% en el tercer trimestre y un 37,7% en el cuarto, pero ya el rebrote inflacionario de abril de 2025 quebró la tendencia: del 31,5% del primer trimestre se pasó al 31,9% en el segundo.
El dato positivo es que en base a los microdatos del INDEC, se puede proyectar un 28,7% para el tercer trimestre, aunque los datos de inflación podrían ser el anticipo de una suba entre octubre y diciembre.
En cuanto al análisis multidimensional, la UCA describió una caída del 44,7% en 2023 al 36,3% en 2025.
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