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La pregunta es tan fuerte como válida. ¿Estamos viviendo el peor momento del gobierno de Javier Milei? Es muy probable que sí.
Aclaración: No se trata de señalar que la situación es terminal, o que el gobierno no pueda revertir la crisis, o que pueda imponerse en las elecciones legislativas de octubre. No. Solo que en términos de relaciones políticas, disputas internas y también en la marcha de la economía, la situación está mal.
“Están haciendo menemismo sin dólares y sin muñeca política”, dijo un agudo observador. “Si no cambian, no puede terminar bien”, agregó.
El momento es difícil porque la economía y las finanzas no marchan bien –faltan dólares, riesgo país en alza, aumenta el desempleo, sigue en baja el consumo y las inversiones no llegan-, y el Gobierno nacional endureció la pelea con los gobernadores y el Congreso, lo que trae problemas a la gobernabilidad.
Esta semana que pasó marcó dos momentos críticos.
Uno provocado por un periodista amigo. El otro por los senadores y gobernadores enojados, a los que se sumó una “traidora”.
El primer golpe fue, digamos, autoinflingido. El periodista militante del oficialismo, Alejandro Fantino, contó al aire un “off the record” que había tenido con el ministro Luis Caputo. Allí pintó un panorama desolador para los próximos meses, a punto tal que adelantó: “El que ya puso dólares para irse de veraneo a Buzios, va a tener que dar marcha atrás”. El comentario obligó a una reacción de urgencia del Gobierno, con Caputo saliendo al aire con otro amigo de la casa, Luis Majul, para evitar coletazos en la marcha del plan económico y, de alguna manera extraña, desmentir a Fantino.
Un simple comentario causó terror.
Ocurre que la economía no está tan bien como para soportar un comentario en contra.
Este nerviosismo también se daba porque en el Ejecutivo se anticipaba una posible derrota en el Senado, donde se iban a aprobar una batería de proyectos opositores con impacto fiscal.
Ocurrió que la relación de Milei con los gobernadores, que ya estaba muy mal, terminó por romperse en la previa del 9 de Julio. Para la vigilia en la Casa de Tucumán, iban a acompañar al Presidente apenas tres mandatarios provinciales. Muy lejos de la foto del “Pacto de Mayo” de un año atrás con 18 gobernadores.
La niebla sirvió como excusa presidencial para evitar un viaje que era un papelón político.
Milei enfureció. Decidió romper puentes y alentó a miembros de su Gabinete y a twiteros amigos a hablar de un “golpe institucional” en el Congreso. El “Gordo Dan” llamó a sacar los tanques a las calles para ir contra el Congreso. Y el propio Milei aseguró públicamente que los gobernadores “quieren destruir al gobierno nacional”.
La estrategia oficialista quedó clara. Dejar que el Congreso saque las leyes que quiera y resistirlas a base de vetos y judicializaciones, apostando a que las elecciones de medio término le de un triunfo arrasador que les permita a la Casa Rosada avanzar sin oposición.
Con una sonrisa en la boca, Milei gritó en la Bolsa de Comercio: “Voy a vetar tooodoooo…”
Claro que al mismo tiempo el Gobierno mandó a negociar con algunos gobernadores y legisladores para sostener en Diputados el veto del proyecto previsional, de la ayuda a los discapacitados y los ATN a las provincias. Necesitan al menos sumar unos 70 legisladores no oficialistas que “se pongan la peluca”, como aquellos “héroes” del radicalismo.
No es imposible. Pero sí mucho más difícil que en 2024.
Porque también se da esta situación en un escenario de fuerte descomposición interna en la cúpula libertaria. Santiago Caputo, Karina Milei y los Menem están peleados. Una confrontación que también se nota en el armado electoral para octubre.
Entre esos enfrentamientos se destaca el de Milei y su gente más cercana con la vicepresidenta Victoria Villarruel. El maltrato pasó a ser guerra declarada.
No fue solo el intercambio de ataques con la ministra Patricia Bullrich, a quien volvió a calificar de terrorista, como lo había hecho en campaña el propio Javier Milei, cuando la acusó de “poner bombas en jardines de infantes”, ya es directamente con el Presidente.
Después de que Milei la calificara de “traidora”, Villarruel utilizó sus redes sociales para lanzar el bombardeo.
“Si hay equilibrio, entonces asistir a los más desprotegidos no debiera ser tan terrible. El tema es que un jubilado no puede esperar y una discapacitada, menos. Que ahorre en viajes y en la SIDE y listo”, escribió la funcionaria, en respuesta a un comentario que la acusaba de querer romper el equilibrio fiscal.
“¿Un presidente que no puede ni saludar a la persona con la que llegó al poder?”, cuestionó la vicepresidenta. “Cuando el presidente decida hablar y comportarse adultamente, podré saber cuáles son sus políticas, dado que no habla”, agregó en la misma línea, en otra interacción.
No hay vuelta atrás.
Del debate en el Senado sobresalió el discurso del oficialista Luis Juez al votar a favor y pedir que acompañen la emergencia en discapacidad. Habló de su hija que padece una discapacidad y le brotaron las lágrimas. Juez no soportó tanta crueldad del gobierno hacia un sector que lo toca personalmente. ¿Qué hará Juez de ahora en adelante cuando tenga que votar sobre crueldades que afectan a otras personas?
Milei volvió a acelerar en la curva. Subió la apuesta. Muy fuerte.
Ahora, da la impresión, enviará a otros –Guillermo Francos, Santiago Caputo-, a negociar con los gobernadores que eran amigos unos meses atrás.
Tiene posibilidades de respaldar el veto. Pero no será gratis.
Mientras tanto, la inflación de la primera quincena de julio volvió a mostrar una suba. El riesgo país no baja y la gente está cada vez más preocupada por sus empleos en riesgo.
El oficialismo apuesta todo a que, como dice Milei, “la Libertad Arrase” en octubre. ¿Si no es así?
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