El 25 de mayo de 2003 Néstor Carlos Kirchner asumió la Presidencia de la Nación. Carlos Menem había desistido de la segunda vuelta, dejando al entonces gobernador de Santa Cruz con un flaco 22% de votos de la primera vuelta, en medio de una crisis económica y social nunca antes vista hasta ese momento.
Acompañado por su compañera, la que también sería presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, arrancaba su gestión junto al actual mandatario Alberto Fernández designado como jefe de Gabinete, en una fecha histórica tras la entrega del poder del entonces presidente elegido por la Asamblea Legislativa, Eduardo Duhalde.
Las elecciones presidenciales habían ocurrido el 27 de abril y la fórmula Néstor Kirchner–Daniel Scioli, del Frente para la Victoria, obtuvo 4.312.517 votos, lo que representaba el 22,24 por ciento del total, resultando segunda detrás de la fórmula encabezada por el expresidente Carlos Menem, quien luego se retiró del balotaje -las encuestas indicaban que iba a perder por amplio margen- y no hubo segunda vuelta.
Después de una de las peores crisis sociales y económicas, Néstor asumía la presidencia proponiendo a los argentinos y argentinas el sueño de volver a construir un país unido, que recuperara la autoestima y que se sobrepusiera a las exigencias del Fondo Monetario Internacional, con los ecos del que “se vayan todos” aún presentes.
Tiempo atrás, José “Pepe” Salvini, amigo de Néstor desde la adolescencia, narró a La Opinión Austral cómo fueron esos tiempos en los que un santacruceño, exintendente de Río Gallegos, exgobernador, llegó a la máxima responsabilidad institucional del país.
Con Néstor gobernador, “nuestra idea era construir un espacio para 2007 en la Presidencia” y “la reforma constitucional del 94 nos dio el escenario de la dirigencia política nacional. El menemismo nos estaba llevando a un país descerebrado, sin Estado y con muchas privatizaciones, transfiriendo problemas a las provincias como la educación, sin recursos. Todo eso nos hizo muy críticos de Menem”.
Había que promover al candidato más austral del continente en medio del “que se vayan todos”. Cuando se fue Menem, Kirchner era un gobernador opositor, llegó Fernando De la Rúa y fracasó rotundamente. La plaza, el corralito, los muertos y el helicóptero.
“El peronismo estaba en estado de asamblea y se lo nombra a Duhalde como presidente de la República, pero nosotros nacimos discutiendo el FMI, a eso le agregamos la justicia social, hablábamos de eso en la campaña y además de la represión del Estado, de los desaparecidos, y ese fue nuestro discurso electoral, con esos pilares”, dijo.
“Ustedes están locos, nos decía Cristina, porque éramos él y yo nada más los que salíamos de aventureros, acá todos los amigos se nos reían. Pero nosotros empezamos a ver que había un agujerito, que a Duhalde se le estaban pinchando los potenciales que tenía, que (Carlos) Reutemann no había aceptado, que El Gallego (José Manuel) De La Sota no movía el amperímetro, y eso nos dejó en carrera hasta el momento que se cayeron todas las fichas y quedamos en pole position”, recordó.
Luego de la primera vuelta era inevitable el triunfo electoral. “Por eso, que Menem no se presentara fue un golpe bajo, porque fue una debilidad extrema a nuestro veintidós y pico por ciento”.
También remarcó que Cuando Adolfo Rodríguez Saá llegó a la Presidencia, le ofreció la Jefatura de Gabinete a Néstor y él dijo que no, cuando asume Duhalde también se la ofrece y Néstor dice que no. “Un sector, que éramos los pingüinos, decíamos que no porque era como sacarnos de la cancha y nosotros insistíamos con crear ese espacio en 2003 o para 2007, cosa que Alberto (Fernández) y muchos otros de Buenos Aires le decían que sí, que agarrara para hacerse conocido”, recordó.
25 de mayo de 2003, asunción. “Entramos a La Rosada, todos mirando para arriba, porque era algo que se había precipitado. Fue un trabajo arduo, de todos los días resolver problemas. A mí me tocó la parte más linda de esa etapa porque el país estaba complicado, había muchas diferencias con la dirigencia política y yo tenía que ir tres o cuatro días antes a arreglar los problemas previo a la visita del presidente. Yo definía si las condiciones estaban para que fuera o no el presidente y estábamos permanentemente comunicados con (Oscar) Parrilli”.
Para 2005 Néstor Kirchner ya había entrado en la sociedad, se había transformado en un político creíble. Los organismos de Derechos Humanos y sus reivindicaciones comenzaron a tener un espacio nunca antes visto; el país comenzó a percibir una rápida recuperación económica; la producción se puso en marcha y se recuperaron cientos de miles de puestos de trabajo. Para 2006 afrontó la deuda con el FMI. Y como uno de los legados más importantes, la juventud empezó a creer y participar en política.
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