La semana pasada se dio a conocer la decisión del papa Francisco de nombrar arzobispo de Buenos Aires a Jorge García Cuerva, quien desde 2019 ha sido obispo de la Diócesis de Río Gallegos.
Este lunes, el nuevo arzobispo y actual administrador diocesano, dialogó con radio LU12 AM680 en el programa “Distancia de Rescate” y abordó diferentes temas. Entre ellos, respondió los recientes dichos del ex capellán militar Rodrigo Vázquez, quien hizo polémicas declaraciones en un audio de WhatsApp con mensajes de odio por ideología política y orientación sexual.
Entrevista con el nuevo arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva
LU12: ¿En qué momento de tu vida te llega esta decisión del papa?
Jorge García Cuerva: En lo personal me tengo que plantear un desafío tan grande como es esto. Alguna vez en medios nacionales salía mi nombre como un posible candidato pero lo leí casi graciosamente.
LU12: ¿Te habías aclimatado a Santa Cruz?
JGC: En algunos aspectos sí y en otros, no, nunca voy a extrañar al viento. Me aclimaté a la gente, todos me han tratado tan bien, hemos podido trabajar en conjunto y me he sentido bien recibido en las localidades de Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Me aclimaté sentimental y emocionalmente pero en cuanto a lo que a veces son los fríos muy fríos y el viento, no.
LU12: ¿Cuál fue tu desafío como obispo de Santa Cruz y Tierra del Fuego?
JGC: Hay una frase que el papa ha citado varias veces, parecía que la iglesia diocesana la tenía como una consigna: “Siempre se hizo así”.
Quise en todo momento romper con eso, creo que no es propio de los cristianos el “achancharnos” y que nos agarre vulgarmente la “fiaca espiritual”, que no nos permitía renovarnos y asumir nuevos desafíos y nuevos sueños. Era clave concretar el magisterio del papa que nos habla de una iglesia en salida. Creo que la pandemia fue un tiempo propicio porque fue un tiempo de templo cerrado para un iglesia viva en la caridad y presente en las calles acompañando a los que sufrían.
LU12: ¿En este tiempo pudiste ver si se acercó más gente a la Iglesia?
JGC: Creo que ha habido una movilización muy importante luego de la pandemia. En los templos en general se responde con la eucaristía, con los bautismos, con procesiones, que a veces algunos apuestan que no se van a hacer o van a salir mal y de repente, nos han sorprendido como ha sido el Domingo de Ramos este año con una movilización enorme en Río Gallegos. Las fiestas de las distintas colectividades. La gente es de engancharse y participar.
LU12: Hubo un integrante de la Iglesia que dijo que está mal tu designación porque tenés vínculos con el kirchnerismo, con el zurdaje y el terrorismo y la comunidad LGBT. ¿Cómo tomaste eso?
JGC: A esta persona hace 32 años que no la veo así que si la veo en la calle no la reconozco, 32 años es un tiempo muy grande para atreverse a juzgar a otro y ponerle tantos cartelitos. No soy amigo de las Abuelas de Plaza de Mayo pero no tendría problema en serlo si es necesario, dice que soy guerrillero terrorista, mi papá es militar de Fuerza Aérea, tengo un tío fallecido en las Malvinas, me parece que es una cosa por lo menos apresurada expresarse de esa manera.
Que tengo vínculos con el colectivo LGTB, trabajé con un grupo de personas trans en el año ’98 tratando de ayudarlas a salir de la prostitución y poder insertarse en el mercado laboral con peluquerías y blanquerías. Es real, es verdad y me siento feliz de esa experiencia porque fue acompañar personas que si hoy sufren, imagínense 20 años atrás lo que era la marginación y la discriminación. Algunas de ellas siguen siendo grandes amigas.
Y vínculos con el kirchnerismo… políticamente te aseguro que mi postura es otra, pero más allá de eso el vínculo que tuve ha sido muy cordial y muy de acuerdo fundamentalmente en la provincia de Santa Cruz. Si siempre reclamo que el Estado tiene que tener una presencia inteligente en los barrios, el modo en que tenga una presencia inteligente en los barrios a veces es con el interlocutor que está en el barrio y a veces es el cura, el obispo, qué bueno que podamos ser un interlocutor para que el Estado llegue y mejore la calidad de vida de la gente.
Mi vinculo ha sido con ellos, con María Eugenia Vidal como gobernadora de la provincia de Buenos Aires, con Carolina Stanley como ministra de Desarrollo. De nuevo, me parece que es poner un cartelito un poquito apresurado.
LU12: No tiene nada de malo que la Iglesia tenga un posicionamiento político
JGC: Absolutamente, no lo tendría, ustedes han escuchado el Te Deum último o han podido ver algunas declaraciones mías donde han podido ver que soy muy crítico de algunas situaciones como la inflación que digo que es el impuesto de los pobres.
En esta obsesión que tenemos en la grieta que uno esté de un lado o del otro, me han querido empujar para ese lado.
LU12: ¿Pensás que estas ideas que refleja esta persona son las que quiere combatir el papa?
JGC: No sé si la palabra es combatir, el papa tiene claro hacia donde va y nosotros lo que queremos es tratar de ser fieles a Jesús y al Evangelio. Creo en el Dios de la misericordia, que acepta a todos y que incluso a esta persona a la que no le guardo ningún tipo de rencor y alguna vez me gustaría hablar con él y preguntarle porqué dijo eso. Trato de parecer mínimamente a quien sigo desde el día que decide ser sacerdote, por sobre todo está la misericordia, aceptar que cada uno puede vivir la fe a su manera pero sin agredir al otro, eso me parece que es fundamental.
LU12: ¿Te imaginaste cuando decidiste ser cura que ibas a tener una carrera así con lugares tan importantes?
JGC: Jamás. Cuento una anécdota, fui cura en La Cava del ’97 al 2005, después me fui a otra parroquia en el barrio San Pablo y Almirante Brown en Tigre, fui párroco ocho años. Monseñor Ojea, que era obispo de San Isidro me dice de volver a La Cava y volví. Me acuerdo el pasacalle gigante que decía “De vuelta a casa” y dije “esta va a ser mi casa para siempre. De La Cava me sacan con los pies para adelante”, a veces decíamos en chiste. A los cuatro años me llegó la propuesta de ser obispo auxiliar de Lomas de Zamora y ahí nuevamente se cambió el plan mío no era el plan de Dios. A los meses me llegó el nombramiento de obispo diocesano y nuevamente la gran sorpresa de Dios, volver a la ciudad en la que había nacido y no había vuelto nunca más desde que tenía dos años y después se da esto ahora, una cosa gigantesca, un desafío enorme, una gran responsabilidad. Tampoco lo tenía pensado. Dios me ha sorprendido.
Siempre recuerdo una estampita que me regalaron unos amigos cuando entré al seminario, me la acuerdo de memoria: “Caminar hacia Dios es abandonar seguridades y arriesgarse a lo sorpresivo”. Mucho de lo que me pasa es sorpresivo.
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