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Por Jorge Cicuttin
La abrupta salida de la canciller Diana Mondino del gobierno libertario no es un tema menor. El despido de quien fuera uno de los primeros nombres confirmados en el gabinete ministerial allá por diciembre de 2023 y una reconocida y furiosa liberal, marca la forma en que se comporta Javier Milei y el sendero que en el futuro tomará su administración.
En lo formal, a Mondino la echaron porque de manera inconsulta votó a favor de Cuba en Naciones Unidas y contra Estados Unidos e Israel, los dos principales aliados del gobierno libertario en el mundo.
La primera pregunta que surge es si Mondino actuó por su cuenta con un espíritu pro comunista o si consultó a “las altas esferas” y le dieron carta blanca, cosa que después le negaron. Pasando en limpio: ¿Le hicieron una “cama” para poder echarla?
Un poco de historia. El voto argentino en la ONU contra el bloqueo a Cuba que ya lleva seis décadas es consecuente con una política de acuerdos internacionales que atravesó todos los gobiernos. Se inició en la administración de Carlos Menem y se continuó hasta hoy, pasando por Mauricio Macri, Néstor Kirchner, Fernando De la Rúa. La razón de esta coherencia es una alianza en las votaciones para asegurarse un fuerte respaldo al reclamo argentino sobre las Islas Malvinas.
Justamente, el anteúltimo tropezón de Mondino en la Cancillería fue el comunicado oficial donde se llamaba Falklands a las islas Malvinas. “Vamos a ir a fondo contra cualquiera que, guiado por la ideología de izquierda, atente contra los intereses argentinos”, manifestó entonces la canciller, cuando no parecía comunista.
¿Cómo repercutirá este cambio en la ONU en las votaciones que vienen sobre Malvinas? Este es un tema que no parece importarle al gobierno de Milei.
Mondino asegura que consultó antes de la votación y que le dieron luz verde. En el “círculo de hierro” del presidente lo niegan. ¿Fue una maniobra de Karina Milei para sacarse de encima a Mondino? Es lo que muchos sospechan.
Esta situación abrió una puerta a algo mucho más peligroso y que el gobierno no tuvo problemas en hacerlo explícito y dejarlo por escrito. Se viene una caza de brujas ideológica en la administración pública. Esto hace recordar la campaña de vigilancia masiva fomentada por el senador republicano Joseph McCarthy en Estados Unidos y que acabó con la carrera y la reputación de cientos de intelectuales y ciudadanos estadounidenses. Una vuelta de tuerca al macartismo de la década del 50, en plena Guerra Fría.
Ocurre que para Milei la Guerra Fría no ha terminado, tal como lo deja planteado en cada foro internacional en el que habla. El encabeza la lucha contra el comunismo.
Con la salida de Mondino viene una purga ideológica en el cuerpo diplomático. Presidencia prometió “una auditoría del personal de carrera con el objetivo de identificar impulsores de agendas enemigas de la libertad”. Caza de brujas alentada por las redes.
Uno de los libertarios más activos en las redes y muchas veces replicado por Milei, conocido como el Gordo Dan, explicó cuál es a su criterio el problema del gobierno: “Tenés un comunista hijo de puta que te hace microgolpismo y te tira para atrás”. Se lanzó la caza de comunistas enquistados en la administración pública.
Milei va a aprovechar esta purga ideológica para pasar la motosierra en Cancillería. Se está estudiando como achicar estructuras y recortar componentes de los sueldos y viáticos que se pagan a los diplomáticos. Otro conflicto en puerta, como el que ya se inició en la ex AFIP.
En medio de este combate contra el comunismo, dentro y fuera de las fronteras, el presidente sigue preparando su viaje a China previsto para enero. Ocurre que con una visión más pragmática que libertaria, la China que era una dictadura comunista con la que no debería haber ninguna relación política ni comercial, según palabras de Milei, cambió de bando. Ahora es un país amigable que da una mano sin pedir nada a cambio.
Junto a su pelea contra la izquierda, Milei descubre enemigos con cada aparición pública. El último en ser atacado fue Raúl Alfonsín, al que señaló ya no por “progresista” sino por golpista. Los radicales, como acostumbran, esbozaron una leve queja, que no se verá reflejada en sus votos en el Congreso.
Se abrió la temporada de caza de brujas.
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