Daniela Catelli, una profesora de matemática de tercer grado del colegio Inmaculada Concepción de Lomas de Zamora, en la provincia de Buenos Aires, se grabó respondiendo a las mamás las dudas que sus hijos tenían sobre una tarea. “Hola, seño. Hicimos la multiplicación y pintamos, pero no queda del todo claro”, dijo una. “Me pasa lo mismo, con las sumas y restas”, agregó otra. “¡Hola! Me sumo al pedido”, siguieron.
Minutos después de leer la interminable lista de mensajes, la “seño” apoyó su celular en una mesa ratona, se acomodó, miró fijo a cámara y empezó. “¿Ustedes querían el video? ¿A ver, mamis? Llamen a los chicos”, dijo notablemente molesta y continuó. “Les voy a explicar la multiplicación ¡Ay! ¡cuánto los extraño!”, expresó con sarcasmo.
Segundos más tarde, simulando la dinámica del aula con gestos, inflexiones y miradas, propuso “refrescar un poquito la memoria” con una serie de elementales ejemplos de multiplicación. “Mamá plantó en tres canteros tres plantines ¿cuántos plantines plantó mamá?”, preguntó con falsa pedagogía al tiempo que mostraba un papel con un básico dibujo de las macetas del problema matemático. “Treees, más treees, más treees. Tres veces tres. Tres por tres, 9.”, concluyó con una irónica rima y una desquiciada risa. “9, metete adentro que llueve ¿entendieron? ¡Qué suerte!”.
Luego de explicar otro ejercicio de similares características y ya aparentemente desequilibrada por la furia contenida, Daniela se agachó, colocó las rodillas en el piso, como ‘poniéndose a la altura’ y preguntó. “¿Entendieron? Bueno, ahora llámenla a mamá. Vayan, vayan a hacer la tarea que yo sigo con mami”.
Sobre el final, parodiando las típicas reuniones de padres, la “seño” se puso de vuelta de pie y dijo la frase que hizo estallar por los aires a la comunidad del colegio de Lomas de Zamora. “Ya les expliqué. Los chicos son una luz. Entienden rapidísimo”, aseguró con cierto desprecio mientras se acercaba lentamente a la cámara. “Si vos querés que yo te mande otro videíto, pedile a tu marido que ya le mandé muchos”.
Mirá el video en exclusiva por La Opinión Austral
Las imágenes que enfurecieron a las ‘mamis’ corrieron como reguero de pólvora por los grupos de WhatsApp. ¿Qué fue lo que hizo delirar de rabia a la ‘seño’? Las conjeturas eran muchas, pero no había certezas. Los más comprensivos creían que Daniela se había hartado de las reiteradas consultas que llegaban a su teléfono desde el día uno de la cuarentena. Otros, los más fastidiados por el escándalo, pensaron que “algo” le había pasado durante el encierro. “¿Con qué cara van a educar a nuestros hijos?”, polemizaron en las redes. Pero eran sólo rumores y nada más que eso.
El mismo día que se inició el revuelo, los padres se organizaron para mandar una cadena de mails a las autoridades de la institución donde Daniela da clases. La ira escalaba a otros niveles.
A los pocos días, empezó a circular una tercera versión que finalmente fue confirmada con una emotiva carta escrita, en su muro de Facebook, por la protagonista de la historia. “Así soy yo. Soy Daniella Catelli, docente. Me gusta más decir ‘maestra’. Siento que nací para esto”, rezaba el principio del texto que prometía sinceridad. “A lo largo de mi trayectoria, he recibido millones de besos y abrazos, de ‘seño te quiero’, de gracias, de ‘te voy a extrañar’, de cumples sorpresas, regalos y llamados de alumnos a los que les entregué sus medallas cuando egresaron del secundario”.
En principio, la carta ponía en evidencia que la maestra comprendió que ‘abrirse’ era una forma más de desahogo tras la lapidaria sentencia de los ‘papis’. Entonces, fue más allá y habló de su intimidad. “Tengo 4 hijos, vivo sola con ellos. También, soy actriz. Otra de las cosas que amo hacer y no cambiaría por nada”, reveló dejando entrever pistas de una tercera hipótesis que hasta el momento nadie había planteado.
“Todo el tiempo, preparamos cosas y subimos a los grupos. Más, hoy en día que se necesita tanto reír y, aunque sea por un ratito, no pensar en la triste realidad que nos atraviesa”, reflexionó.
“Hace unos días subí un video que tuvo muchos me gusta, muchos compartidos y hermosos comentarios”, repasó haciendo referencia al supuesto mensaje dirigido a las madres. “El mismo video ofendió y enojó a otros. Por tal motivo, decidí eliminarlo”.
Sobre el final del posteo publicado en su muro de Facebook, Daniela puso punto final a la historia pidiendo disculpas a los padres y aclarando que sólo se trató de una humorada. “Vemos muchos videos similares en las redes parodiando a docentes en plena cuarentena. El humor es eso: parodiar algún hecho real. Pedí perdón y vuelvo a hacerlo porque a mí me gusta hacer reír y no enojar. Pero sepan que así soy yo. Mujer que se ríe de sí misma y que gracias al arte, al humor y a la risa puedo decir ¡ESTOY VIVA!”.
Luego de leer la carta, los más incrédulos podrían haber sospechado que las palabras de Daniela eran falsas excusas. Sin embargo, la evidencia a su favor era abrumadora.
Los videos de sus parodias circularon tan rápido como el que encendió la mecha, y las constantes y desenfrenadas críticas comenzaron a cesar. “Sos una hermosa mujer y el humor nos ayuda a desarrollar también las emociones y la inteligencia.Te vuelvo a aplaudir”, comentó una compañera de trabajo. Otra, como “Mechi” Castro, de catequesis en el Inmaculada de Lomas de Zamora, le escribió: “¡Sos muy grosa Catelli!”
“¡Ay! ¿Qué hacés pendejo, ch…”
En otra demostración de humor y capacidad artística, la ‘seño con pocas pulgas’ insulta a su hijo mientras da consejos para atravesar la cuarentena en paz.
Su muro de Facebook es también su porfolio. Ahí, Daniela registra cada uno de sus mini sketchs, por ejemplo el que filmó simulando leer mensajes de alumnos y la respuesta que dio cuando le pidieron “ir al baño” durante la clase virtual. Ella le dijo, con humor: “Esperá el recreo”.
Los padres, por su parte, fueron lapidarios: “Ella, primero, es docente. Si quiere ser actriz que renuncie y vaya a un bar a hacer stand up”.
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