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Javier Milei llegó al poder, según sus propias palabras, para destruir al Estado desde adentro. Para encarnar, en un experimento político único en el mundo, el anarco capitalismo y el liberalismo extremo en el poder. Lo ha dicho, emprender una batalla cultural que, él entiende, está ganando.

Esto ocurre en una sociedad que ya estaba polarizada, sufriendo una crisis económica profunda y extensa en el tiempo, una sociedad exhausta y empobrecida en lo cultural y degradada en lo político.

Y en esta batalla cultural se están colando el odio hacia el otro, hacia el que piensa lo contrario. Porque la agresión verbal también es violencia. Y esta violencia se está fogoneando desde arriba, desde el poder.

El Presidente lanza expresiones como “soretes”, “ratas miserables”, “hijos de puta”, “zurderío inmundo”, “ensobrados”, casta putrefacta”, y demás. Todo hacia el que piensa distinto, al que vota distinto.

En plena batalla cultural, la cuenta oficial de la Casa Rosada publicó en sus redes un video alusivo a la llegada de Cristóbal Colón a América, de la que se cumplieron 532 años este 12 de octubre. La fecha se conmemora como Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Sin embargo, el video se refiere a Día de la Raza, una expresión considerada supremacista hacia los pueblos originarios.

Para la nueva visión, con el arribo de Colón “se abrió una nueva era de progreso y civilización en el Nuevo Mundo”, que “sentó las bases de la modernidad en América”. Define al navegante genovés como “símbolo de la expansión y el progreso”. Nada habla de las matanzas de los pueblos originarios, la esclavitud, el robo de oro y joyas, la destrucción de su cultura.

Horas después, en el acto para rebautizar el Centro Cultural Kirchner como Palacio de la Libertad Domingo Faustino Sarmiento, el presidente Javier Milei usó la figura del llamado padre del aula para volver a atacar a las universidades públicas. “La universidad pública nacional hoy no le sirve a nadie más que a los hijos de la clase alta y los ricos y la clase media alta”, dijo. “El mito de la universidad gratuita se convierte en un subsidio de los pobres hacia los ricos”, leyó el Presidente.

Así como erró muy feo con un cálculo simple sobre la Universidad de Rosario -debió pedir disculpas luego, raro en él-, el Presidente obvia datos claves, como que el 90 por ciento de los asistentes a las universidades creadas en el Conurbano bonaerense son primera generación de estudiantes universitarios en sus familias. No son ricos.

En esa batalla cultural no es inocente el cambio de nombre de lo que fuera el CCK. Ya no es más un “centro cultural”, ahora es un “palacio”. Clarito.

Estos últimos días la violencia política se notó en las calles, y ya no hablamos solo de la represión policial a las manifestaciones. Tras el apoyo en el Congreso al veto presidencial al financiamiento universitario un influencer libertario fue agredido por manifestantes que participaban de la marcha. Por el mismo tema, diputados oficialistas fueron agredidos en la Universidad de La Plata, a Martín Menem le llovieron huevazos en Río Gallegos, insultaron y silbaron tanto a Karina Milei en La Plata como a Javier Milei cuando fue a saludar a la pizzería donde protegieron de los manifestantes al youtuber libertario.

La violencia se extiende y parece no encontrar un final. Fran Fijap, el youtuber agredido en la marcha, redobló luego la apuesta y culpó a “los orcos”, “los socialistas”, “esas mierdas”. Dijo “los otros, los malos”. Fijap ya había dejado sentado que “la culpa de lo que está pasando en la Argentina es de los periodistas y los medios de comunicación” y había pedido “bala a los que están cortando la calle”.

Sin duda el periodismo es uno de los destinatarios de la batalla cultural y la violencia discursiva del Presidente. Y sus militantes en las redes sociales lo repiten alegremente.

El siguiente es el diálogo que el autor de esta nota mantuvo con Mariano Pérez, uno de los youtubers libertarios más milinates.

-Vos sos periodista, que sentís cuando el Presidente ataca al periodismo? ¿No te molesta que aliente a miles de personas a gritarles hijos de puta? ¿Cuándo les dice soretes? ¿No te parece que hay una agresividad que debe frenarse?

-No, el periodismo tiene parte de la culpa de lo que nos pasa…

-No te molesta.

-No, no, el periodismo ha sido cómplice, le ha hecho muchísimo daño a la Argentina.

-Vos, por ejemplo. Sos periodista, sos de lo que hicieron daño.

-Bueno, hace cuatro años que hago periodismo.

-Entonces, culpable en estos últimos cuatro años.

-No, no, puedo ser culpable de que Milei sea presidente.

-Entonces no es todo el periodismo culpable.

-Si, eh… a mi no me afectan esas críticas. No me siento aludido.

Un diálogo casi imposible.

Algunos de esos periodistas atacados por Milei, que trabajan en medios abiertamente antikirchneristas, ven en estos ataques una continuidad respecto del kirchnerismo. Dicen que “como Cristina Kirchner, también construye un poder personalista sobre la base de la violencia política y la adoración al líder. Más de lo mismo.”

Un viejo líder político argentino advertía que “la violencia de arriba engendra la violencia de abajo”. Un gran peligro. Si no se frena, sus alcances son indescifrables.

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