* Por Marco Bustamante
¿Qué harías si te encuentras frente a frente con un OVNI?, imagínate lo que fue para estos hombres, la experiencia de estar cara a cara con lo desconocido, por más de 5 horas y en un trayecto de 380 kilómetros. Los protagonistas de esta historia son Enrique Bernal y Manuel Felipe, vecinos de Rivadavia -también conocida como Estación América- en la provincia de Buenos Aires. Ambos, grandes aficionados a la caza del jabalí que frecuentaban los cotos de caza del oeste de La Pampa.
En uno de ellos, en la estancia “La Chaqueña”, se encontraban el día en que todo esto ocurrió. El punto exacto está ubicado a unos 30 kilómetros de la colonia La Pastoril, a unos 5 kilómetros de la ruta N°10. Salvo por ese asfalto, todos los demás caminos son senderos o picadas de arena que en algunos tramos requieren de vehículos de tracción 4 x 4.
Bernal y Felipe, estaban apostados en el interior de un mangrullo, una especie de casilla precaria elevada en la altura, esperando la aparición de algún jabalí. A eso de las 11 de la noche, los cazadores comenzaron a ver un resplandor rojizo entre los montes cercanos. Lógicamente, piensan en un incendio y no en un aparato de fabricación extraterrestre que los acechaba.
Con el paso de los minutos, notaron que el destello era más bien como una cúpula con un centro amarillento. Repentinamente la luz se apagó y todo volvió a la normalidad. A las 11:15 deciden que es mejor irse del lugar. Desde la “Chaqueña”, tenían que pasar por Victorica a dejar a un cazador que se había sumado a último momento, alguien de apellido Sánchez.
Ya en el camino, observan que una luz se aproxima, se corren del sendero para permitir el paso y ante el asombro de todos los presentes, la luminosidad se elevó y pegó un giro a la izquierda. Algo muy raro estaba sucediendo.
Ya sobre el pavimento de la ruta 10, repentinamente vuelve a aparecer la maldita luz. Esta vez desde atrás. ¨No es una camioneta¨, dijo Bernal en ese momento.
Luego de 150 metros deciden parar el vehículo, bajan y observan algo realmente excepcional: a unos 200 metros, apenas rebasando un cruce, entre un médano, se hallaba detenido un objeto elíptico, enorme y fuertemente iluminado, ligeramente elevado sobre el camino. Es una luz celeste que recuerda a la soldadura eléctrica, y tenía un orificio central por el que se descolgaba un haz de luz blanco que los ilumina intensamente.
Bajo el cuerpo principal de la nave, se veían dos hileras de luces multicolores que cambian rítmicamente su tonalidad, y a los costados de la elipse se observaban suspendidos, a distintas alturas, otros dos cuerpos elípticos más pequeños que son una réplica en escala del objeto grande.
El Ovni era de gran tamaño; el relato de los tres es coincidente al señalar que los extremos de la elipse llegan al borde de los médanos a los costados de la ruta, por lo tanto, tenía una longitud que superaba los 50 metros de diámetro.
Según un informe del grupo “Visión OVNI” de ese momento, revela que “de pronto, el intenso frio de la noche se diluye bajo cálidas ráfagas de aire tibio, y con ello un aroma similar al del ozono invadió el campo. Los cazadores empezaron a sentir picazón en la garganta y el rostro. Y casi sin pensarlo suben a la camioneta”, acto seguido se retiran del lugar.
Pero la experiencia no terminó ahí, porque ese objeto enorme y misterioso, se elevó y siguió a los cazadores a unos 150 metros. Los testigos afirman que hubo momentos en que el objeto parecía materializarse y desmaterializarse para luego aparecer en otro lugar.
Según el informe de los investigadores: “A poco de salir, el Ovni se elevó y quedó estacionado a la misma altura que un médano, pero desde dentro de la masa luminosa una serie de luces emergieron, como si se tratara de una caravana de autos puestos en fila, y estas llegan a ponerse muy cerca de la caja del rodado. Unos instantes después la luz más grande vuelve a absorber a las restantes y hace una maniobra veloz hasta quedar justo frente a la camioneta. Parecía querer demostrar todo lo que podía hacer porque se movía en direcciones distintas en milésimas de segundo, iluminándolos con haces de luz verde cuando pasaba por arriba. Por momentos viajaba por encima de los alambrados, y en otros se ponía delante, de la mano contraria siguiendo la trayectoria de la camioneta¨.
Toda la secuencia continuó hasta llegar a la ciudad de Victorica, en donde efectivamente dejan en su casa a Sánchez y los otros dos cazadores siguen camino en dirección a “Estación América”. Apenas pasaron por el puesto de la policía caminera de González Moreno, ya sobre la provincia de Buenos Aires, Bernal ve a la distancia un destello celeste que le es familiar. Era nuevamente el OVNI.
Mientras Felipe no soltaba el volante, Bernal se había recostado sobre sus propias rodillas, murmuraba cosas inentendibles. Dicen que trataba de establecer una comunicación telepática con la inteligencia que manejaba aquel aparato extraño. Un tiempo después se supo que el mantra, que repetía una y otra vez, era: ¨por favor, somos gente inofensiva, como ratones de laboratorio, y queremos comunicarnos con ustedes de algún modo para saber si nos entienden, para que nos digan de donde vienen y que hacen¨. Dicen que en ese momento Bernal pidió que, si lo escuchaban, dejen de iluminarlos con la luz verde, y al instante el haz se apaga.
En el cruce de las rutas 33 y 70, a unos 5 kilómetros de la ciudad de América, el Ovni se pone sobre la intersección y allí despliega toda su capacidad luminosa. Cientos de luces multicolores emergen diáfanas de una suerte de arco iris que abarca toda la vista. Enmudecidos por el imponente espectáculo quedan paralizados: ¨Jamás vimos una belleza tan impresionante como las luces que despidió el Ovni frente a nosotros, no podíamos ver otra cosa¨. En ese último instante, y ante la proximidad del objeto, Felipe suelta el volante y se abraza con Bernal murmurando unas pocas palabras: ¨esto es el fin¨, y penetran a la luz.
Lo que pasó en esos minutos solo lo saben ellos. Cuando la luz finalmente se apagó, pudieron ver como el OVNI comenzaba a tomar altura. La camioneta de los cazadores cazados, apareció sobre el camino de América sin saber hasta el día de hoy como realizaron el ultimo trayecto. Cuando llegaron a sus hogares, se dieron cuenta que todo el poblado estaba sin luz, descargaron las armas, se sacaron las botas y se fueron a la cama, con la sensación de que ese 26 de agosto de 1996 habían vivido un evento extraordinario.
Leé más notas de La Opinión Austral
Compartir esta noticia