“Hay decisión política y vocación de pagar al FMI”, sostuvo el miércoles el jefe de Gabinete, Juan Manzur. En horas de la tarde, desde el Ministerio de Economía dejaron trascender que este viernes se firmaría la carta de intención de un acuerdo con el organismo y con ello, probablemente, el desembolso de 730 millones de dólares. Aunque al cierre de esta nota el pago no estaba confirmado.

Desde los despachos oficiales, tanto en la Casa Rosada como desde Economía, dejaron trascender que la letra chica de la discusión pasaba por el sendero del déficit fiscal. Tal como publicó BAE Negocios esta semana, el economista Daniel Marx había vaticinado algún grado de modificación en cuanto a la fecha para llegar al tan mentado déficit cero. Pero ese no es el principal condicionamiento del organismo.

“El supuesto medio punto de ajuste fiscal es menor. El resto de las metas no se conoce. Si el acuerdo es de estas características, es decir, desembolsos contra vencimientos y revisiones trimestrales, implicaría dirigirnos a un cogobierno con el Fondo. Y eso no tiene ninguna viabilidad política. Ahí está el problema más grande. Si se firma la carta de intención, después tiene que pasar por el Congreso. Y así como está, no pasa”, afirmó a BAE Negocios el economista Agustín DAttellis, jefe de los equipos técnicos del legislador Leandro Santoro.

Una mirada similar expresó Andrés Asiain, director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO).

“La incertidumbre está asociada al esquema de refinanciamiento que se acordaría. El mismo no corresponde a una reestructuración del stand by firmado por Macri, sino, como es habitual en la lógica del organismo, a que Alberto Fernández tomará un nuevo crédito a mayor plazo con el que pagará los vencimientos del viejo préstamo. La subordinación de la política económica es proporcional a la necesidad de desembolsos”, advirtió Asiain en el último informe del CESO.

¿Por qué este sería el punto más relevante y álgido de la negociación? Porque cualquier desvío de lo acordado generaría un descalabro financiero, ya que los vencimientos trimestrales de 2022 y 2023 van desde los 3.700 a los 5.800 millones de dólares.

“Todavía no está tan despejado el horizonte para 2022 y 2023, aunque el acuerdo está cerca”, ratificaron a este diario desde el Banco Central. “Si el FMI no cambia a último momento, hoy se pagaría. Y si se paga, existe un 99,9 por ciento de que todo termine en un acuerdo”, enfatizaron.

Emisión e inflación

Sin embargo, hay temas centrales de los que todavía no se conocen detalles, como por ejemplo las metas de crecimiento, importaciones, tasas de interés, inflación.
En esta línea, un tema a definir es la emisión monetaria. Hay cierta visión desde la autoridad monetaria que indica que la Secretaría de Finanzas no hizo todo lo posible para absorber los pesos en circulación, vía licitaciones y emisión de deuda en pesos, y eso siguió presionando al contado con liquidación. “No activaron a los que tenían que ingresar. Si no hay un cambio de actitud, el Central seguirá financiando al Tesoro y eso debería modificarse”, enfatizaron.

Si se firma la carta de intención, después tiene que pasar por el Congreso.

La cuestión sobre la inflación también resulta relevante. ¿El dólar oficial se acercará a los paralelos vía devaluación o se logrará bajar el blue? “La brecha es el reflejo de la estructura productiva, de la dolarización del excedente (fuga de capitales) y eso es más complicado que una política fiscal y de tasas adecuada, sea cual sea. Hay que convivir con la brecha hasta tanto puedas administrar esa demanda financiera que es la dolarización”, explicó a BAE Negocios el economista jefe de la Fundación para Investigación del Desarrollo, Nicolás Zeolla.

El reloj corrió. El tiempo, al parecer, se acabó. Aunque en política todo es posible. De haber finalmente una carta de intención, el Congreso deberá aprestarse a su debate. “Para esto no nos votaron”, sostienen varios legisladores del Frente de Todos. “Esto” sería el ajuste que conllevaría el acuerdo con el FMI.

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